19 abril 2006

EL LOMBROSO, FERRI Y GARÓFALO* DE SU MIRADA

Señora mía:
Se coagula el abismo de oro que nos aísla,
los años luz, los años visa, en sus glaucos ojos,
en su mirada, torva y lejana;
perciben el viejo estigma taimado,
el anclado olor a sudor, el cuerpo sometido,
mientras la desnudo como venus naciente
de la arrugada concha de caro atavío
envuelta en la cresta tempestad de sus mechados cabellos.
Habita en el fondo de su pupila
un forense, señora mía, perito en cuerpos,
que irradian un fiero diagnóstico:
aguerridas manos, rostro sin afeitar,
anchos hombros, sonrisa descarada.
No aparte sus ojos, sueñe que le asalto,
ceda el bondadoso timbre de su voz
al empapado jadeo, al susurro líquido,
deje caer sus párpados y rompa los informes,
porque debe su lozanía a tantas princesas
de sucios pies, hermanas, tan lejanas,
porque el débito de su terso cuerpo
está bruñido en la roña de tantas otras.
Luego evóqueme en el montón de espaldas
que huyen de sus guardianes,
en las iniciales de una página de sucesos.

(viejo, tan viejo poema de "Los hermosos bebidos")

Cesare Lombrosso, Ferri y Garofalo son la trinidad de la psiquiatría que identificaba a las asesinos por sus rasgos faciales.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola,
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Un saludo