18 junio 2012

Poemas que quise escribir, VIII


KADIS

Dos veces en un año baja el cadí desde Saduna.
Se marcha el mismo día, tampoco él ama esto.
Las cortes quedan lejos, arriba, y nos han dicho
que Málaga prospera porque hay campos también.
Aquí tenemos sólo mar
y su viento nos sala o enarena la saliva apenas levantarnos.
Hasta en cualquiera de las dos mezquitas,
estando en oración, escuchamos sus olas.
Hierve de peces y de él comemos.
Pero no lo amamos.

Algo grande hubo aquí algún día, señor.
Mucho más de lo poco que hallaron y abatieron nuestros mayores.
No queda nada: la Alta Torre
que nadie intenta derribar
y esos arcos de piedra sobre el agua, esas
columnas rotas.
Ni los cristianos más leídos saben bien qué serían;
Menos, nosotros, pecadores.
Otra cosa ya no verá: arena, piedras, viento,
treinta casas apegujadas
y este mar que no amamos.


Fernando Quiñones.

17 junio 2012

Poemas que quise escribir, VII


PLACERES

La primera mirada al levantarse por la ventana.
El viejo libro recobrado
Rostros llenos de entusiasmos
Nieve, el cambio de las estaciones
El periódico
el perro
la dialéctica
Ducharse, nadar
Música antigua
Zapatos cómodos
Comprender
Música nueva
Escribir, plantar
Viajar
Cantar
Ser amable.


SONIDOS

Más adelante, en otoño
Se aposentan en los chopos grandes bandadas de cornejas.
Pero durante todo el verano
Como en la zona no hay pájaros
Sólo escucho sonidos humanos.
Y me pongo contento.



LA COMPRADORA 

Soy una anciana.
Al despertarse Alemania
recortaron las pensiones.
Mis hijos me daban dinero de vez en cuando un dinerillo.
Pero yo ya no podía comprar casi nada.
Al principio iba menos a las tiendas donde antes compraba a diario.

Pero un día me lo pensé mejor y volví
a diario a la panadería y a la verdulería
como antigua clienta.

Escogía cuidadosamente entre los comestibles
y no me llevaba ni más ni menos que antes:
añadía los panecillos al pan y los puerros al repollo

 y sólo cuando me hacían la cuenta lanzaba un suspiro
rebuscaba con mis rígidos dedos en el monedero
y confesaba, sacudiendo la cabeza, que no me alcanzaba el dinero

para pagar aquellas pocas cosas y, con nuevos movimientos de cabeza,
salía de la tienda, a la vista de los parroquianos.
Y me decía:

si todos los que no tenemos nada dejamos de aparecer donde se exhibe la comida,
podrían pensar que no necesitamos nada.
Pero si venimos y no podemos comprar nada, se sabrá cómo están las cosas.


Bertolt Brecht

16 junio 2012

Poemas que quise escribir, VI


LA MISERIA


En el veintinueve había tal miseria
que nos comíamos la piel de las patatas
y los domingos sentados en los bancos de la plaza
mirábamos pasar el coche del conde.

Después abrieron, por fin, la frontera
y Gisto se fue a Francia
y detrás de él se fueron la Marmota,
yo en cambio fui más lejos, a Nueva York,
donde había colillas largas tiradas por las calles.

Diez años limpiando cristales de los rascacielos
veinte años cuidando a un anciano
hasta que sientes que se te echa encima la vejez
y hay una mañana en que te miras al espejo.


LA LLAVE

Esa noche ha pasado por el barrio
la vieja que no tiene casa donde estar
y llevaba escondido algo en las sayas:
Era una llave antigua que había encontrado.

Afuera hacía un frío que pelaba
Pero teníais que haber visto lo contenta que iba;
tenía una llave y le parecía que tenía una casa:
ya faltaba poco, enseguida llegará.

La llave se la lanzó un ángel de lata
que está sobre el campanario. Más pobre aún que ella.

—Ve al paraíso, pobre vieja, toma—
y le tiró la llave,
que cayó entre sus pies.

SACRIFICIO

Si he podido estudiar
se lo debo a mi madre
que firma con una cruz.

Si conozco todas las ciudades que están donde acaba el mundo
ha sido por i madre
que nunca salió del pueblo.

Ayer la saqué a que le diera el aire
y la llevé a un café,
la pobre ya no ve nada.
—Siéntese aquí. ¿Qué le pido? ¿Un buñuelo?


TONINO GUERRA, Poesía completa 
(traducido por Juan Vicente Piqueras)

15 junio 2012

Poemas que quise escribir, V




Cuando tu infancia se desvanezca,
cuando tu cuerpo crezca,
cuando al hablar de modo indebido,
te sientas atrevido,
cuando te estés independisando,
cuando estés trabajando,
cuando por no estar muy bien vestido
te sientas inhibido...
imaginate m'hijo, imaginate..
Cuando admires bolsillos ajenos,
cuando te sientas menos,
cuando abusen de tí un día,
cuando te estén utilizando,
cuando un día llegues a entusiasmarte,
cuando estés por casarte,
cuando en alguna casa de citas te reventés la guita...
imaginate m'hijo, imaginate...
Cuando en tus labios se imprima un tango,
cuando estés sin un mango,
cuando al no poder comprarte un saco,
soñés con un atraco,
cuando arrugue tu voz el tabaco,
cuando te pongas flaco,
cuando en la cama con un mafalda ella te de la espalda...
imaginate m'hijo, imaginate...
Cuando el aguinaldo hayas cobrado,
cuando estés embalado,
cuando hagas horas extra de noche,
para comprarte un coche,
cuando de luchar estés cansado,
cuando te hayas gastado,
cuando tus sueños se hagan pedazos y te duelan los brazos
imaginate m'hijo, imaginate...
Cuando tu mirada se humedezca,
cuando algo en tí perezca,
cuando te sumerjas en los vasos y llores tus fracasos,
cuando algún día estés recordando,
cuando estés meditando,
cuando una vez digas a tu hijo "imaginate m'hijo"
imaginate m'hijo,
imaginate
imaginate m'hijo, imaginate..

Leo Maslíah: Imaginate, hijo.
 
 

13 junio 2012

Poemas que quise escribir, IV


Las agujas de un reloj se inauguran, se saludan,
se persiguen, se adelantan, se consiguen, se anochecen,
se iluminan, se desvelan, se seducen, se retardan,
se acarician, se cohabitan, se poseen y se exploran,
se enamoran.

Las agujas de un reloj se despiertan, se trabajan,

se vinculan, se enardecen, se entrecruzan, se aguijonan,
se compiten, se onanizan, se resisten, se interrogan,
se lastiman, se dan vuelta, se equilibran, se perdonan,
se dan tiempo.

Las agujas de un reloj se concilian y se atascan,

se emparentan, se entrelazan, se embarazan, se infidelan,
se anteponen, se desatan, se penetran, se rebelan,
se oscurecen, se ladean, se separan, se detienen,
se dan cuerda.

Las agujas de un reloj mimetizan, desesperan,

se dan cita, se discuten, se saturan, se pelean,
se nostalgian, se emparejan, se erotizan, se retienen,
se liberan, se involucran, se coinciden, se cuestionan,
se tic tac tic tac tic tac tic tac tic tac,
se relojean.

Las agujas de la vida,

vos y yo.


Daniel Viglietti, Las agujas de un reloj.




12 junio 2012

Poemas que quise escribir, III


Se trata cósmicos de ser más fértiles,
de no ser tímidos, de ser mas trópicos,
de ir a lo pálido, volverlo térmico,
sentirse prójimo de lo más lúdico,
con verdes lápices trazar el ámbito
de lo que mágico rompe los límites,
buscar lo hidráhulico de lo volcánico
librar la métrica, cambiar de sílabas.
Y con elásticas formas anárquicas
tocar lo afónico, que suene homérico,
fundar metáforas, crear la hipótesis
de que lo asmático se vuelva oxígeno,
situar la brújula al sur paupérrimo,
armar las síncopas contra los déspotas,
cambiar la tónica por una séptima,
tocar en triángulo sones esféricos.
Y a los dogmatícos tan poco orgasmícos
casi ni erotícos de ser tan pudícos,
y a esos acritícos de sesgo androgíno
decile gelídos no sean retográdos,
y con armonícos cantar bien nitído
contra lo frigído luchando torrído,
con armas multíples llamando calído,
fondos oceanícos de los más lubrícos.
El ritmo cíclico de vals esdrújulo
es cual la sístole que va a diástole
todo cardíaco de andar eufórico,
nada presbitero más bien sacrílego,
amando nínfulas que sueña grávidas
es más acróbata, cruza los vértices
llamando gráciles criaturas prístinas,
seres prolíficos de lo aún inédito.
Y a los aracnícos volverlos lirícos
y a sus ejercítos juzgarlos rapído
mediante un arbítro de juicio ecuaníme
que encierre en cárceles impunes perfídos
y a politícos de gesto transfúga,
los imperterrítos, los siempre complíces,
caerán patetícos en los espasmodícos
cuando lo energíco les corte el transíto.
Con lo poético del vals arrítmico
que está en lo crítico de sus propósitos
no pueden síncopes ni golpes fúnebres
ni es por patíbulos que quede acéfalo
ni es por trifásicas que olvide históricas
luchas titánicas por lo inalámbrico
por lo que ubérrimo se alza eufóricos
y anuncia próximos cambios históricos.
Cuando el pobrísimo tome las cúpulas,
y los famélicos tomen las áfricas,
y los indígenas tierra amazónica,
y los mecánicos tomen las fábricas,
y los utópicos salgan del prólogo,
y los daltónicos pinten lo nítido,
y los chuequísimos bailen de júbilo
ya lo terrícola serás libérrimo
cual ritmo cíclico de canto esdrújulo.


Escrújulo, Daniel Viglietti

11 junio 2012

Los poemas que quise escribir, II




Quiero denunciar ante todos, público
y clero, el robo de un par de anteojos, de alguna
camiseta sucia y pañuelo usado, un número
impreciso de poemas que venía escribiendo
en los últimos años de esta guerra, un aparato
de televisor, discos, armas, souvenires
varios: un libro de Lenin, un disco
de don Pepe de la Matrona que me regalara
el Divino Divinsky por recomendación
del marqués del Cante, don Fernando
Quiñones, un asiento argelino, piedritas, cartas, dos botellas de vino
chileno, documentos reales y apócrifos y otras
cosas pequeñas pero queridas,
nada de esto, ni de otras cosas que
omito han reaparecido. Fueron
robados por la policía en mi domicilio, entonces
ilegal para ellos. Las armas perdidas ya
han sido debidamente detalladas; las largas
y las cortas, las buenas y las malas. Los
objetos eran comunes, como esos que se venden
por allí; los versos hablaban de una 11,25 que
ha dejado una marca en el nacimiento
de mi muslo izquierdo; otro hacía referencia
a los problemas de la balística en relación con
los sentimientos; uno recordaba el miedo
que tenía el sargento cuando
fuera atacado por sorpresa, y otros
temas que he olvidado por buenas razones. Algunos de
estos papeles desaparecidos por el miedo que la policía
metió a mucha gente, entre ellos a una mujer llamada
Lucila, que materialmente quemó uno que otro.
Otros fueron destruidos por la propia policía o los militares
de los servicios de informaciones que también me llevaron. Hago
esta denuncia, especialmente por la perdida
de armas y poemas, ya que ambas son irreparables, han
sido robadas al pueblo de la república, a
quien materialmente pertenecían.

Paco Urondo.