0)
Nosotros escribimos en los futuros últimos tiempos de una literatura muerta.
9) “La injusticia no es anónima:
tiene nombre y dirección” (Brecht)
Un buen poema político no “mueve el mundo”.
Ayuda a recobrar aliento.
Un buen poema político no “hace caer a la injusticia”.
Le da nombre y dirección.
11) En poesía política…
No hagamos otra cosa que se pueda hacer en la calle.
12) En poesía política…
No hagamos otra cosa que no podamos hacer en la calle.
13)
Un buen poema político –a diferencia de buena parte de nuestra poesía más reciente– no puede faltar a la verdad.
14)
No deberíamos distraernos demasiado por el hecho incuestionable de que no es más necesaria la poesía política que seguir insistiendo en los intentos liberadores de la acción social organizada.
17)
El despliegue temático de la poesía política carece de bordes.
Pero no interesa de ella tanto su posible tematización (que podría ser hasta difusa) como el gesto concreto que convoca ante el mundo y en el medio del mundo,
así como su posicionamiento real ante las lenguas del poder.
18)
Las conexiones entre el poder y lo real (de las que nuestra poesía –a diferencia de buena parte de la literatura más reciente– no puede prescindir) son las que convierten al llamado “estilo” en una elección profundamente moral.
19)
Como han intuido para sí mismos los nuevos movimientos sociales de signo resistente, en nuestra poesía lo político es personal.
Esta cualidad de la actual poesía política la legitima para acoger fértilmente las posibilidades afectivas que desata un poema, juntamente con aquéllas de índole estrictamente intelectual y racional que las legitiman en tanto discurso.
A las estrategias afectivas e irracionales de la propaganda mediática al servicio del capitalismo avanzado, un poeta de signo contestatario debe hoy intensificar las posibilidades afectivas e irracionales que la expresión literaria convoca.
Tal intensificación de los recursos irracionales –no necesariamente incompatibles con la textura intelectual del poema en tanto discurso– incide plenamente en el centro de la evidencia imprevisible que un poema político debe hoy comunicar.
El aguijón de la rabia. O el consuelo. Por poner, de inmediato, dos ejemplos.
20) Descubrir y Recordar
Pedagógica o celebrativa, la poesía política procura en cada tiempo aprehender la conducta del hombre (en circunstancias concretas, aunque sean altamente compartidas).
Para ello, tan válido le resulta pulsar las teclas de las diversas técnicas de distanciamiento como los recursos –afectivos o identificadores– de la sugestión.
Las posibilidades de nuestra dicción se vuelven, así, ilimitadas.
21)
Comunicación no es, necesariamente, intelección.
Nuestra poesía ha nacido a causa de un hechizo y de una catástrofe.
En la palabra de la herida, nosotros hablaremos la palabra de los vínculos.
22)
Muchas cosas han acaecido en nuestro tiempo más reciente para tener que confiar la suerte y la dirección de la poesía política actual a los aparatos ideológicos “del Partido”.
Los horizontes de emancipación, de resistencia y de transformación del mundo (en este orden), en los que respira la poesía política actual (pero sin poder por sí sola ni liderarlos ni propiciarlos), son territorios comunes de todo un conjunto mestizo de redes colectivas y personales, más o menos organizadas, donde ya no existe una voluntad directiva superior.
En un nuevo escenario como éste, donde la contestación social se mueve de una manera tan diversa, la acusación de ser “literatura vicaria a las consignas” que algunos hacen planear sobre la poesía política es, hoy, un absurdo tremendo.
Exijámosles, a estos algunos, alguna prueba de lo que ellos suponen que es su “propia auténtica libertad creativa”.
25)
Nosotros no apuntamos, todavía, a una transformación radical de las cosas
sino a una resistencia (…que es una transformación radical de la cosas).
26)
Las tensiones que desata toda poesía política son de índole estrictamente espiritual, sobre la base de las condiciones materiales de la vida.
i. Si es posible la esperanza en un mundo repleto de víctimas.
ii. Si tienen un futuro nuestros muertos (y si es factible llamarlos nuestros muertos).
iii. Si cabe entre nosotros, moradores de una vida cómplice con el sistema que los produce, la posibilidad de una vida plena y resistente que podamos, finalmente, celebrar.
Por todo ello, bien se puede decir que es la nuestra una poesía de combate.
27)
El principio de nuestra esperanza por ver cambiar nuestra literatura, arranca de un profundo descontento.
29)
La creencia de que en la tradición literaria española existe una profunda riqueza que ha de saber aprovechar sabiamente nuestra actual poesía, es un tremendo estorbo.
Un verdadero poeta político, aun consciente de estar escribiendo en la tradición, ha de empezar siempre de nuevo, pero también como si habitara en los futuros últimos tiempos de una literatura muerta.
30)
A quienes fatigosamente nos recuerdan el peligro panfletario de nuestra poesía, exijámosles ejemplos.
Un buen poema político puede ser, también, un buen panfleto.
Nada hay de malo en escribir panfletos.
Un buen poema político también puede ser todo lo contrario al mejor de los panfletos.
Y puestos a hablar de poesía “panfletaria”… ¿por qué no entresacar esos panfletos que, casi mensualmente, escribe el capitalismo a través de sus poetas?
31)
La poesía no es una estructura inocente.
32)
No existen los “hechos desnudos”.
33)
Nuestra poesía habrá de desplegar la rabia de los nuevos tiempos, la misma ira que en estos nuevos tiempos ya se encargan otros de ocultar.
34)
Por ello, la práctica de una poesía política de signo libertario es, en nuestra época, una ira imposible: a un flanco la lengua de los ricos y, al otro, la de la academia, sancionan su imposibilidad.
Nosotros escribiremos al margen de toda sanción.
35) “La poesía es inadmisible;
de hecho, ella no existe” (Denis Roche)
Dada la práctica insignificancia vital que para tanta gente enarbola nuestra actual poesía, estamos autorizados a lanzar un mensaje de tranquilidad a las clases –políticas, literarias– dominantes.
El mensaje es éste:
“Nuestra poesía, tranquilos, es inadmisible.
De hecho, no existe”.
36) Tácticas de combate
Cuando nuestros poemas se vuelvan excesivamente autónomos, intensificaremos nuestra militancia en las organizaciones sociales de base y el trabajo en los talleres barriales de escritura.
Cuando nuestros poemas se vuelvan lastimosamente previsibles, reanudaremos la práctica del buceo en los abismos de la conciencia.
Desde esta tensión acuciada a la intemperie, no esperamos ser plenamente acogidos ya en ningún hogar.
37)
Debería inquietarnos lo altamente inofensiva que resulta la poesía actual.
40)
La poesía política no salva.
Procura alteraciones de la conciencia…
…y, en las más de las ocasiones, naufragios.
De manera muy contraria a funcionar como un simple espejo, nuestros poemas han aspirado a convertirse en cámara oscura de la historia y en caja negra de las grietas personales que ha abierto nuestro tiempo.
41)
Nuestra última poesía carece por completo de temperamento.
Inmune al asombro, parece que se escribiera en un tiempo formado sólo por secuelas.
43)
Es indispensable que el poeta político recoja mucho más material de lo que se ha venido haciendo hasta hoy.
La poesía política ha de ser, siempre, la más insatisfactoria de las prácticas literarias de su tiempo.
45)
En el torbellino de la realidad de nuestra época, a la batalla material por la supervivencia la poesía política acompaña un combate de legitimaciones acerca de qué es lo real y qué tipo de futuro aguarda tras su esquina.
47)
El más insensato de los buenos poemas políticos parte de un acto de profundo sentido común.
50) Cuidado con los guardianes
Fuera de la poesía estrictamente política, no existe de ningún modo poesía apolítica.
52)
Hay partículas de sangre en todos nuestros poemas.
53)
Hoy, deberíamos intensificar la presencia de verdugos en la trama de nuestros poemas.
54) Estamos empantanados:
repintando las maderas podridas
de un barco a punto de naufragar
No podemos contentarnos con la idea de que, al naturalismo sentimental de la poesía de anteayer, le tenga que suceder hoy o el realismo ingenuo de quien muestra sólo lo evidente previsible, o el apunte metafísico de quien vive –como clase– entre algodones, o esa poesía académica tan ideológicamente impecable que ha perdido por completo el contacto real con los hombres y mujeres de su tiempo.
Sobre los restos agotados de un pavo real urbano, se miran inmóviles –y completamente inútiles– cangrejos, lirones y búhos.
Dos palmos más abajo, removiendo el subsuelo, las lombrices de tierra mientras tanto trabajamos.
55)
Hoy, el objeto de un poema político es decir lo evidente imprevisible.
La articulación de esa evidencia imprevisible es, sin embargo, imposible de decir si no lleva consigo una cierta intensidad en las fracturas del lenguaje.
Un lenguaje rabioso que, de tanto encontronarse con las aristas de lo real, corte.
58) Retrato de la nueva literatura
Nuestra poesía contemporánea dispone del público más receptivo que existe, puesto que lo componen sus propios poetas, cargados con cuchillos.
Asimismo dispone nuestra última poesía de la más capacitada comunidad culinaria de críticos literarios. Para qué ocultarlo: hacedores de etiquetas para las mismas corbatas.
62) Nuestro “Compromiso”
i. Nuestro esfuerzo literario no está “comprometido con el lenguaje” (y, mucho menos, con el oficio o con la obra propia).
ii. Nuestro compromiso literario lo es de carga política y espiritual.
iii. La expresión de esa dicción cargada es absolutamente lingüística.
iv. Nuestros artefactos son palabras.
v. El trabajo en que nos sumergimos para conseguir lo que buscamos se realiza desde la base del material de la lengua y los registros del habla.
vi. Entre sus muchas posibilidades, contemplamos la distorsión de la lengua como parte constitutiva de un fuerte posicionamiento político y espiritual en el medio del mundo.
vii. Pero, aun metidos de lleno en la ductibilidad de este material lingüístico, no estamos de modo alguno “comprometidos con el lenguaje”.
63) Tres focos de debate para un encuentro de poesía política
El 1º hace referencia a las estrategias retóricas, y en gran parte se establece en los posicionamientos que cabe adoptar entre las ventajas y las limitaciones de los diversos Realismos.
El 2º hace referencia a los efectos deseados sobre la conciencia del lector, y en gran parte se tensiona entre las posibilidades de la sugestión y las del extrañamiento, entre identificación y distanciamiento.
El 3º hace referencia a los modos de producción y socialización del objeto-poema, y en particular se pregunta por la idoneidad de qué espacios favorecen la comunicación.
Las conexiones del poder con lo real constituyen la base de los tres debates anteriores.
64)
La poesía política no lo es por sus temas, puesto que el mundo carece de bordes y sus “asuntos” resultan ilimitados.
La poesía política no lo es por sus registros retóricos, puesto que dispone de todos los posibles.
La poesía política lo es porque aborda de pleno un algo específico: el poder.
La existencia de la poesía política se legitima por las conexiones que establece el poder con lo real.
Lo que dinamita, o confirma, dichas conexiones es lenguaje.
Sentidos de mundo.
Gestos.
Y precisamente por eso, la poesía política habla.
Existe.
65) Y Hoy
Lo que acuna el nacimiento de un poema político:
el amor, la ira.