27 junio 2013
25 junio 2013
Aimé Césarire
Una civilización que se muestra incapaz de resolver los problemas que suscita su funcionamiento es una civilización decadente.
Una civilización que elige cerrar los ojos ante sus problemas más cruciales es una civilización enferma.Una civilización que hace trampas con sus principios es una civilización moribunda.
El hecho es que la civilización llamada
europea, la civilización
occidental, tal como le dieron forma dos siglos de régimen burgués, es incapaz de resolver los dos problemas mayores que originó su existencia: el problema del proletariado y el problema colonial; que, presentada ante el tribunal de la
razóny ante el tribunal de la
conciencia, esta Europa no puede justificarse; y que, cada vez más, se refugia en una hipocresía tanto más ociosa cuanto que cada vez tiene menos posibilidades de engañar.
14 junio 2013
12 junio 2013
10 junio 2013
06 junio 2013
Canción del levantado
No adoptes nunca el nombre que te dé la policía
No acerques tu caricia a la piel del invasor
No comas de su trigo, no bebas más su leche
No dejes que tu alberca la vuelvan lodazal
No esperes casi nada de su magistratura
No reces en su lengua, no bailes con sus ropas
No pierdas nunca el agua que duerme a los guardianes
Ni alojes en su boca la sal de tu estupor
No guardes en el sótano más bombas incendiarias
No firmes con tu letra los presagios del poder
No tiendas más cadáveres en la comisaría
No esperes nunca nada de la voz del ataúd
No entregues tu camisa a ninguno de sus bancos
Ni viertas en tu vientre el pozal de una bandera
No lleves a tu amigo a los pies del impostor
No dejes que su lengua fructifique tras tu casa
No permitas a tus hijos,
nunca dejes a tus hijos
esconderse en su jardín.
Enrique Falcón, Porción del enemigo, Calambur, 2013.
No acerques tu caricia a la piel del invasor
No comas de su trigo, no bebas más su leche
No dejes que tu alberca la vuelvan lodazal
No esperes casi nada de su magistratura
No reces en su lengua, no bailes con sus ropas
No pierdas nunca el agua que duerme a los guardianes
Ni alojes en su boca la sal de tu estupor
No guardes en el sótano más bombas incendiarias
No firmes con tu letra los presagios del poder
No tiendas más cadáveres en la comisaría
No esperes nunca nada de la voz del ataúd
No entregues tu camisa a ninguno de sus bancos
Ni viertas en tu vientre el pozal de una bandera
No lleves a tu amigo a los pies del impostor
No dejes que su lengua fructifique tras tu casa
No permitas a tus hijos,
nunca dejes a tus hijos
esconderse en su jardín.
Enrique Falcón, Porción del enemigo, Calambur, 2013.
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