29 septiembre 2008

LA MISERIA DE LA ABUNDANCIA- Santiago Alba Rico

En otros textos e intervenciones he tratado de explicar de un modo sencillo la singularidad antropológica del capitalismo. A partir de la observación del historiador inglés Eric Hobsbawn, según la cual el verdadero acontecimiento del siglo XX habría sido el fin del neolítico, he tratado de exponer esta ruptura como un restablecimiento hiperindustrial de las condiciones más primitivas, como un retroceso sobrehumano al paleolítico. Veamos. Mientras ha durado el neolítico, hay algo muy básico, muy esquemático, pero en definitiva muy serio, que han compartido todas las sociedades de la tierra, con independencia de sus diferencias ideosincrásicas y de sus fricciones de sentido. Todas las sociedades de la tierra han aceptado que hay tres formas de tratar las cosas o tres clases de cosas, según se las aborde con la boca, con las manos o con los ojos. Digamos que mientras ha durado el neolítico todos hemos distinguido, más allá de las convenciones y arbitrariedades taxonómicas, entre cosas de comer, cosas de usar y cosas de mirar.

Las cosas de comer u objetos propiamente de consumo ciñen el reducto del hambre. Los "comestibles" o "consumibles" son aquellos entes que no llegan nunca a tener suficiente consistencia ontológica porque su aparición es casi simultánea a su desaparición; no llegan a ser cosas porque su cumplimiento es su destrucción y nunca llegan a salir, pues, de la naturaleza de la que proceden. El alimento es el medio inmanente de la supervivencia biológica y el hambre, siempre renovada, siempre ilimitada, siempre encima del objeto, siempre con el objeto dentro, siempre rápida, siempre imparable, siempre individual, siempre presente, define el ámbito de los ciclos y repeticiones naturales, del trabajo penoso y la reproducción sexuada contra el que los griegos trataron de construir un espacio público. Para los griegos, en efecto, la ausencia de límites asociada a la pura supervivencia (apeirón) era subhumana, impropia de una "vida buena", y la confinaban por eso en el gineceo y en la ergástula, lugares de la pura reproducción de la vida a partir de los cuales imaginaron los castigos infligidos a los condenados en el Hades (Sísifo, Tántalo, las Danaides, Erisictión). Al contrario que el arte o la política, el hambre es privada (idiotés) y no ocupa ni reclama ningún espacio común. Para que una manzana esté en algún lugar hay que pintarla; para que esté fuera y podamos verla hay que dedicarle un poema. Ver es renunciar a comer. Comun-icarse es renunciar al canibalismo. En su sentido más amplio -guerra, sexo, alimento-, el hambre es la victoria de lo que Freud llamaba el ello.

Las cosas de usar u objetos fungibles son el resultado y la causa de una mediación entre el hombre y la naturaleza a partir de la cual el flujo biológico se convierte propiamente en un "mundo"; es decir, en una exterioridad frente a la cual el hombre toma conciencia de sí mismo. Los instrumentos salidos de la mano y los utensilios que producen, dotados de forma, introducen depósitos materiales de memoria y pro-yectos organizados que mantienen al hombre en una perspectiva temporal continua en ambas direcciones. Usar un objeto es recordar con los dedos el conocimiento y las relaciones sociales -cristalizadas en tradiciones, enseñanzas y ceremonias comunes- que lo han producido y que él determina. Pero usar un objeto es olvidar también su presencia objetiva y que este olvido, fruto de la proximidad del cuerpo, lo desgaste, lo erosione, lo envejezca. En otras sociedades el uso, que devuelve lentamente el objeto a la naturaleza de la que procede, aprecia y valoriza -como soporte de personalidad añadida- el objeto usado.

Tenemos finalmente las cosas de mirar o "maravillas" (del latín mirabilia, literalmente "cosas dignas de ser miradas"). Todos los pueblos de la tierra han decidido colectivamente, en una especie de plebiscito cultural ininterrumpido, renunciar a comerse y al mismo tiempo inutilizar ciertos objetos que por esto mismo, en algún sentido, religiosos o no, tendrán un valor sagrado: objetos de culto, edificios públicos, monumentos, obras de arte y también criaturas de la ciencia (desde los números a las estrellas). Al contrario que las cosas de comer o las de usar, las maravillas no están aquí, no están en mí, sino ahí, lejos del alcance de la boca y de las manos. Que no estén al alcance de la boca ni de las manos no significa que estén sólo al alcance de la mente; al contrario, si están al alcance de la mente es porque, estando ahí y no aquí, están al alcance de todos. Eso es lo que quiere decir el bellísimo y rotundo verbo impersonal "hay" (el "había una vez" con el que todo cobra existencia en los cuentos), fuente de toda objetividad y de toda comunidad. La importancia del monumento no estriba en su significado histórico sino en que genera la distancia a partir de la cual podemos mirarlo; la estatua produce la plaza, funda el espacio donde se reúnen los hombres, se reconocen recíproca existencia y se conceden el mínimo de igualdad y de diferencia para el intercambio. A partir del "hay", por oposición al "fluir", se construyen los "símbolos", en su sentido griego original; es decir, la posibilidad del contrato, la comunicación y la copertenencia: la posibilidad misma de todo conocimiento y de todo acuerdo. Las "maravillas", que nos detienen en el camino, son la garantía última contra el solipsismo; su sola existencia al alcance de la vista presupone las condiciones de una estructura mental compartida, de un espacio público mental en común; a partir de esas condiciones se podrá o no hacer política, pero sin ellas -sin las maravillas- toda política (buena o mala), como toda cultura (mejor o peor), será sencillamente imposible. Es a eso, en términos muy groseros, a lo que Kant llamaba "juicio".

Pues bien, el capitalismo es el primer orden económico-social que no reconoce esta diferencia. Es la primera sociedad de la tierra que no distingue entre cosas de comer, cosas de usar y cosas de mirar. Es la primera sociedad históricamente conocida que trata por igual una manzana, un hombre, un martillo y una catedral. Es el primer régimen de producción e intercambio que convierte todos los entes por igual –pan, coches, semillas, ciudades y las propias imágenes de estas cosas- en comestibles. Es a esto a lo que llamamos “privatizar” la riqueza; es decir a idiotizarla –según la etimología griega- a la medida del hambre, siempre inmanente y circular. Es a esta locura a lo que llamamos “consumo” como característica paradójica de una civilización que se juzga a sí misma en la cima del progreso: comerse una mesa, comerse una casa, comerse una estatua, comerse un paisaje. Pero una sociedad que no distingue entre cosas de comer, cosas de usar y cosas de mirar, porque se las come todas por igual, es una sociedad primitiva, la más primitiva que jamás haya existido, una sociedad de pura subsistencia que necesita convocar toda la riqueza del mundo y emplear todos los medios tecnológicos –ellos mismos objetos de consumo- para su estricta y desnuda reproducción biológica.

(...)

Las mercancías son, pues, armas de destrucción masiva, armas que se autodestruyen en el acto mismo de su nacimiento y que destruyen así tanto la “cosa” que llevan dentro como al hombre que la ha producido. Una sociedad de consumo no es una sociedad de intercambio generalizado, como se dice, sino de destrucción generalizada. Una sociedad de consumo no es una sociedad de abundancia, como se pretende, sino una sociedad de miseria total. Su propia necesidad de producción ilimitada y su propia incapacidad para hacer diferencias la convierte en la primera sociedad de la historia sin cosas y, por lo tanto, en lo contrario de un “mundo”. El capitalismo es un nihilismo.

de "Capitalismo y nihilismo. Dialécitca del hambre y la mirada", Akal

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26 septiembre 2008

FRANCESC COMELLAS COLOCA UNA PIEDRA EN UN MONUMENTO DE MAUTHAUSEN

“cada piedra de Mauthausen
representa la vida de un resistente”

Para que el hilo de voz quemada
por el frío de la cantera no sea su eco terrible.

Para que el vaho que expele

sea un aire caliente que hienda el olvido

que extenúa la lenta posesión del invierno.

Para que esta voz sea aún esperanza

de poschacher, voz imberbe de Grado III.

Para que esta débil voz

bruñida por el paso de las nieves y los vagones,

una voz de vía oxidada camino de los barracones,

preñada de hijos muertos, de hijos nunca vistos,

de hijos del frío, de roncos lobos muertos.

Para que nombre a los siete mil sin voz

que se aglomeran en el pavés de la ciudad de Viena.

Para que su nombre sean 7000 triángulos

en la geometría de los ojos apátridas

de la señora Pointner.

Para que esta mano que tiembla

y de la que no es el frío su gobierno,

se apoye en el largo escalón de muerte.

Para que su nombre sea 186.

Para que sea el último pedazo de granito,

para que sea la piedra y la palabra

en la voz rota de niño, para que anide

en este frío monumento sin mecenas ni honores.

Para que esta voz susurre: Una victoria más.

Para que Francecs Comellas[1] se aleje,

sin mirar atrás, de vuelta a ningún país.



[1] Los campos de Mauthausen y Gusen fueron los dos únicos de toda Europa etiquetados como campos de "Grado III", lo que significaba que eran para los "Enemigos Políticos Incorregibles del Reich". En agosto de 1940 llegaron al campo de concentración 927 presos españoles, primera tanda de los 7.300 inscritos en el campo hasta 1945. Los españoles que llegaron a Mauthausen procedían de Francia. Formaban parte del medio millón de republicanos que cruzaron la frontera en los últimos meses de la guerra civil, tras la caída de Cataluña. El eje de la vida en Mauthausen era la cantera de granito, en la cual trabajaban los prisioneros hasta su muerte por extenuación. Una escalera de ciento ochenta y seis peldaños separaba la cantera de los barracones. El recuerdo más vivo en la memoria de los supervivientes franceses es la fe de que tenían los republicanos en la derrota del nazismo, incluso en los peores momentos de la guerra. Quizá porque llevaban luchando contra el fascismo desde 1936. “Una victoria más” era la frase que pronunciaban los presos españoles cada vez que llegaban al último de los ciento ochenta y seis peldaños de la escalera de la cantera. La señora Pointner, vecina de Mauthausen, colaboró con los Poschacher (grupo de trabajo que podía salir del campo) al guardar los negativos de las fotografías que Francisco Boix robó y que fueron fundamentales para los Juicios de Núremberg.

23 septiembre 2008

COSAS POR HACER- Enrique Falcón

"BAILES INVEROSÍMILES EN CAJEROS automáticos nocturnos.
Despliegues pirotécnicos ilegales. Land art, obras terrestres
como extraños artefactos alienígenas desperdigados
por los parques naturales. Allana moradas pero en vez de robar,
deja objetos poético-terroristas. Secuestra a alguien y hazlo feliz.
Elige a alguien al azar y convéncele de ser el heredero de una
inmensa, inútil y asombrosa fortuna -digamos 5000 hectáreas
en la Antártida, o un viejo elefante de circo, o un orfanato en
Bombay, o una colección de manuscritos alquímicos-.
Al final terminará por darse cuenta de que por unos momentos
ha creído en algo extraordinario, y se verá quizás conducido
a buscar como resultado una forma más intensa de existencia.
Instala placas conmemorativas de latón en lugares (públicos y privados)
en los que has experimentado una revelación o has tenido
una experiencia sexual particularmente gratificante, etc.
Convoca una huelga en tu escuela o lugar de trabajo sobre
las bases de que no satisfacen tus necesidades de indolencia
y belleza espiritual. Ve desnudo como un signo."

Hakim Bey: Pasquines de anarquismo ontológico

y:

desalar el mediterráneo-

volcar agua en las procesiones religiosas-

pernoctar en el museo y restaurar todos los cuadros-

sonreír a gente extraña-

calentar el vino en las bodegas-

felicitar a los soldados en los puestos de guardia-

intercambiar las etiquetas en las tiendas de video-

indicar a la policía el origen del hombre-

celebrar la eucaristía en el fondo de un tonel-

comportarse como un lobo en los patios de recreo-

expandir el año con tres días más de tierra-

presentarme en lanoche con un cuchillo triste-


o:

escribir un poema en la tormenta,
saludar a antonio al llegar al ateneo.
volver a la prisión.


de "Taberna roja", Baile del sol, 2008.

16 septiembre 2008

BAJO LOS ADOQUINES ESTÁN LOS ADOQUINES

Sé utópica, amiga.
Y pide lo posible.
Aunque parezca
que está permitido.



.

14 septiembre 2008

MIGUEL MIHURA PREPARA EL DISCURSO DE INGRESO EN LA ACADEMIA EN 1972

La vida, ese juego tan serio,
se me fue sin hacer nada.
Si acaso, lo justo para seguir jugando.
Perseguí, eso sí,

los goces pasajeros —otros no conozco—
con ahínco y con tristeza

—pompas de jabón, pasiones

de porcelana y de llovizna—,

y, en fin, alguno que otro obtuve

y puse cuanto pude en disfrutarlos.

Por lo demás,

el mundo me falló como acostumbra.

Fui, como todos,

un funambulista por el filo,

un merodeador de tantas cosas,

una nota a pie de página

de un libro incomprensible.

Me agoté caminando y, al cabo,

poco útil aprendí por el camino:

tres o cuatro fruslerías

en este siglo feo de chatarra y crimen.

Quizás, por ejemplo

—y disculpen las molestias—

que sólo el humor permanece,

que sólo la ternura se aproxima a la verdad,

que sólo el amor podría salvarnos.

Respetable auditorio:

en este juego se pierde siempre,

la banca arrastra con todo aquello que apostamos

indiferente a nuestros rostros

de ilusión o de esperanza.

Esta ridícula partida,

esta aventura pequeña,

se pasa casi sin tiempo de contarla

o de entenderla.

Poco más tenía que decirles.

Poco más.


Qué vida más extraña

y qué torpes jugadores.


de "Los huídos" (Ediciones del 4 de agosto, 2008) de David Eloy Rodríguez

11 septiembre 2008

ALAMEDEANDO el viernes 19 de septiembre

El Viernes 19 de Septiembre, a las 20 horas, en La Fuga librerías, podremos disfrutar de la presentación de dos libros de poemas: Los huidos, de David Eloy Rodríguez, y Aforos completos y otros mínimos aforismos, de David Franco Monthiel, ambos publicados en la colección “Planeta Clandestino” de la editorial riojana Ediciones del 4 de Agosto.

David Franco Monthiel ha publicado con anterioridad Renta básica de olvido. David Eloy Rodríguez es autor de Chrauf, Miedo de ser escarcha y Asombros. Ambos están incluidos en antologías como, por ejemplo, Once poetas críticos en la poesía española reciente (Baile del Sol, 2007).
Junto a estos dos libros, ha sido recientemente publicado en la misma colección el poemario Comprensión de la penumbra, del poeta y cantautor Iván Mariscal, que no podrá sumarse a la presentación pero cuyo libro estará también disponible en la propia librería La Fuga.

Esta presentación sucede en el marco de las actividades de Alamedeando, que será un estupendo escaparate de la actividad cultural habitual de la ciudad de Sevilla, compartiendo vida en los espacios en torno a la Alameda de Hércules. Acontecerá, con una programación cuidada y variadísima, muy recomendable, durante los días con sus noches del 19, 20 y 21 de Septiembre de 2008.
Si quieres saber más sobre ALAMEDEANDO-Encuentro cultural en Sevilla, puedes consultar aquí o aquí. Organizan Alamedeando: La Matraka y Youthing.

09 septiembre 2008

ARWEZ

Canción para la niña leñadora


GREAT CRACK!


Último tren a África


Cartografía de las guerrillas


Plegarias a la Venus del Gran Poder


Dos perros


Los días de la ira

La vida al revés