13 julio 2015

¿En Cádiz? Eso aquí no pasa





David Franco Monthiel


            En Cádiz no hay niños ni niñas que pasen hambre. Ni hay falta de viviendas dignas ni el precio de los alquileres es altísimo, no hay crisis en el comercio local y no hay ni un sólo local comercial abandonado con el cartel eterno de "se alquila", no hay crisis en el tejido industrial de la bahía, no, qué va, no hay, no hay un 40 % de paro, ni una economía sumergida, no hay miseria, ni menudeo, ni contrabando de tabaco, ni numeritos ilegales. No. ¿En Cádiz? Nada de eso.
            En Cádiz no hay una deuda millonaria que sitúa al ayuntamiento en el sexto lugar de todo el estado. No, aquí no hubo un turbio asunto con Cádiz Conecta ni con las pantallas LED, no hubo una tonelada de propaganda en su buzón, señora, de los triunfos del teofilato, no hubo ni hay problemas con el robo de cocaína de las dependencias policiales, no hemos tenido una televisión local radical, parcial, entregada al ideario político claro, no, no ha habido "caridad", sólo la de tirar del teléfono caciquil o la correcta de las instituciones afines y religiosas, no hubo nada en relación a los pisos del Matadero. No ha habido problemas ni dimisiones en masa en Asuntos Sociales, no. No desaparecieron "Los mohosos". Nunca se purgó a funcionarios municipales mandándolos a un palomar a reeducarse. No han dejado pasar el centenario del estreno de "El amor brujo" de Falla, no se ha levantado una estatua a un héroe multimutilado, lejano y sin nombre, y se hecho hijo adoptivo a El tío de la tiza, no han cortado árboles sanos en Candelaria, no se dejó morir a un drago, no se ha construido un mamotreto horrible y caro en Santa Bárbara y se ha terminado de construir el teatro Pemán, no se ha dejado abandonado gran parte del patrimonio de la ciudad y se ha afirmado que era la ciudad que funcionaba, no se le ha echado la culpa a otras instituciones de las penalidades que sufríamos. La anterior regidora, tan venerada, nunca se apuntó el tanto de que con sus propias manos colocó la última dovela de un puente innecesario, costoso, inacabable. No se dejaron atadas y bien atadas las empresas municipales para que pusieran piedras en el camino a los nuevos, nunca se tuvieron problemas con las empresas de amigos que se enriquecían a costa de la seguridad en las playas, no se han borrado los contactos de prensa, no se ha dejado de entregar la documentación que se pide, ni han funcionado las trituradores a tope, no, no se ha dejado el regalito de premiar a tres antidemócratas, nunca hubo gente que llevara treinta años cobrando sueldos grosos, de taco, y han dejado a cada ciudadano y ciudadana con 1700 euros de deuda. Qué va. Ni un sólo problema durante 20 años mientras que los que de verdad sí saben de qué va esto estuvieron gobernando.
            ¿En Cádiz?
            En Cádiz no hay profesionales a los que les importa más las chaquetas del pleno, las zapatillas deportivas, o el estilismo del alcalde, que las políticas que se tratan en el pleno. No, qué va. No, no hay gente que difame llamando John John o Ceaucescu a nadie, nunca han escrito "kichilato", no se han reído de cumplir con la ley de memoria histórica, no existen los que, si se les reprocha una opinión parcial, afirman que estamos jugando con sagradísima la libertad de expresión, esa que no existe en Venezuela, ni en cualquier otro lugar que no haya prensa comercial. No, en Cádiz no hay empresas que hayan esperado cien días para cargar a hierro, no han utilizado en contra del alcalde y sus concejales cada fotografía, cada titular, cada declaración. No, no hubo mala intención en la foto de portada de Kichi a propósito del "pleno de 15 minutos". No lo han puesto con cara de sorpresa, como si no lo viera venir. No, no hay periodistas sin ganas de informar.
            En Cádiz no leemos la misma cantinela de siempre, la misma retórica del miedo, no hay soflamas incendiarias a toda página de defensa del status quo como única forma de desarrollo y mejora de la vida de los mismos gaditanos de siempre. No hay empresas que aún se crean que el mito del progreso no esconde el reverso macabro de la crisis constante, no hay gente que piensa que lo racional es todo aquello que aumente la tasa de ganancia, no hay empresas que presentan un céntimo de pérdidas y piden ERES para despedir a trabajadores. En Cádiz no hay gente blindada para escribir pamplinas de la plaza de Mina, que empuñen las armas del pragmatismo neoliberal para criticar a un ayuntamiento que lleva en el cargo tres semanas, no hay opiniones al dictado de aquellos que han provocado la crisis, que han saqueado las cuentas públicas, que han aparecido en las contabilidades B, que defienden a poderes que nadie ha elegido. No hay iluminados que proponen soluciones al populismo barato como ponerse a "pedir cosas", mendigar planes de empleo o escribir cartitas a esos empresarios tan amables que atenderán, con caridad de la cristiandad, las peticiones del que dos artículos antes había defendido la robinsonada del ser emprendedor como la única salvación ante la flojera congénita del gaditaneo. En Cádiz el periodismo no hace política. No, no, qué va.
            En Cádiz nunca habrá represalias para el que escribe sin respaldos. De eso nada. Porque en Cádiz no hay niños que pasen hambre.