¿Te gustaba más estar en casa o en la calle?
Ahí está precisamente el motivo por el que era raro. Y eso nos lleva al motivo por el que he escrito The sex lives of siamese twins.
Era como si tuviese un hermano siamés, y a uno le gustase el deporte y
al otro el arte. Yo estaba dentro de los dos mundos. Me encantaba estar
con mis compañeros de fútbol, ir a los billares y a clubes de boxeo,
pero a la vez amaba la música y la literatura, escribía y pintaba. Me
sentía a gusto entre la gente creativa, entre artistas. Me gustaba
hablar con ellos y compartir de algún modo su angustia interior. Amaba
ambos mundos por igual. Sin embargo, tras esto me topé con algo que
odio. En el mundo del deporte parece que solo puedes ser el típico
ceporro sin demasiadas inquietudes intelectuales, lleno de certezas y
estrecho de miras. Y del otro lado, la imagen que se tiene de los
artistas es de personas débiles y ñoñas, con muchos problemas imaginados
en la cabeza. Así que no conseguía completarme en ninguno de los dos
mundos, no encontraba un hogar feliz en ninguno de los dos. Detesto el
modo en que la sociedad intenta imponernos estos estereotipos, cómo
intenta especializarnos en vez de favorecer personas completas desde
todos los ángulos.
¿En
algún momento alguno de los dos lados de tu personalidad devoró al
otro? En mi adolescencia, por ejemplo, alternaba mi afición por la
literatura con el hecho de pertenecer a un grupo de mods y skinheads. Al final, el grupo acabo monopolizando mi vida y visión, y pasé cinco años sin leer. ¿Viviste algo parecido?
No,
de hecho siempre estuve militantemente convencido de que ambos mundos
podían ser compatibles. Y lo sigo estando. La mayoría de los amigos con
los que crecí son matones ex-hooligans, y casi todos trabajan en
la construcción; son unos monstruos enormes. Me ven como uno de ellos,
pero la verdad es que yo siempre he sido el rarito. Ahora eso les
encanta, de acuerdo, con el tiempo han acabado por apreciarlo. Podríamos
decir que han vivido tanto tiempo con ello que han acabado por aceptar y
celebrar mi lado excéntrico. Por otro lado, mis amigos del mundo del
arte y la literatura me ven como un pirado violento y peligroso, con un
pasado complicado pero valiente y aceptado en el mundo artístico. Es
curioso cómo paso de ser un intelectual flácido a un tío duro que no
teme decir lo que piensa, sin dejar de ser yo mismo [ríe]. A
veces, durante el Festival de Edimburgo, mezclo a mis amigos de toda la
vida con mis amigos de los círculos artísticos de Londres y nos vamos a
beber. Nunca hay problemas, porque la gente se ha vuelto más generosa
con los años, pero es casi como si alguien de Marte y alguien de Venus
intentasen hablar.
Irvine Welsh hablando con Amat AQUI