David
Franco Monthiel
En Cádiz no hay niños ni niñas que pasen hambre. Ni hay
falta de viviendas dignas ni el precio de los alquileres es altísimo, no hay
crisis en el comercio local y no hay ni un sólo local comercial abandonado con
el cartel eterno de "se alquila", no hay crisis en el tejido industrial
de la bahía, no, qué va, no hay, no hay un 40 % de paro, ni una economía
sumergida, no hay miseria, ni menudeo, ni contrabando de tabaco, ni numeritos
ilegales. No. ¿En Cádiz? Nada de eso.
En Cádiz no hay una deuda millonaria que sitúa al
ayuntamiento en el sexto lugar de todo el estado. No, aquí no hubo un turbio
asunto con Cádiz Conecta ni con las pantallas LED, no hubo una tonelada de
propaganda en su buzón, señora, de los triunfos del teofilato, no hubo ni hay
problemas con el robo de cocaína de las dependencias policiales, no hemos
tenido una televisión local radical, parcial, entregada al ideario político
claro, no, no ha habido "caridad", sólo la de tirar del teléfono
caciquil o la correcta de las instituciones afines y religiosas, no hubo nada
en relación a los pisos del Matadero. No ha habido problemas ni dimisiones en
masa en Asuntos Sociales, no. No desaparecieron "Los mohosos". Nunca
se purgó a funcionarios municipales mandándolos a un palomar a reeducarse. No
han dejado pasar el centenario del estreno de "El amor brujo" de
Falla, no se ha levantado una estatua a un héroe multimutilado, lejano y sin
nombre, y se hecho hijo adoptivo a El tío de la tiza, no han cortado árboles
sanos en Candelaria, no se dejó morir a un drago, no se ha construido un
mamotreto horrible y caro en Santa Bárbara y se ha terminado de construir el
teatro Pemán, no se ha dejado abandonado gran parte del patrimonio de la ciudad
y se ha afirmado que era la ciudad que funcionaba, no se le ha echado la culpa
a otras instituciones de las penalidades que sufríamos. La anterior regidora,
tan venerada, nunca se apuntó el tanto de que con sus propias manos colocó la
última dovela de un puente innecesario, costoso, inacabable. No se dejaron
atadas y bien atadas las empresas municipales para que pusieran piedras en el
camino a los nuevos, nunca se tuvieron problemas con las empresas de amigos que
se enriquecían a costa de la seguridad en las playas, no se han borrado los
contactos de prensa, no se ha dejado de entregar la documentación que se pide, ni
han funcionado las trituradores a tope, no, no se ha dejado el regalito de premiar a tres
antidemócratas, nunca hubo gente que llevara treinta años cobrando sueldos grosos, de taco, y han dejado a cada
ciudadano y ciudadana con 1700 euros de deuda. Qué va. Ni un sólo problema
durante 20 años mientras que los que de verdad sí saben de qué va esto
estuvieron gobernando.
¿En Cádiz?
En Cádiz no hay profesionales a los que les importa más
las chaquetas del pleno, las zapatillas deportivas, o el estilismo del alcalde,
que las políticas que se tratan en el pleno. No, qué va. No, no hay gente que difame
llamando John John o Ceaucescu a
nadie, nunca han escrito "kichilato", no se han reído de cumplir con
la ley de memoria histórica, no existen los que, si se les reprocha una opinión
parcial, afirman que estamos jugando con sagradísima la libertad de expresión,
esa que no existe en Venezuela, ni en cualquier otro lugar que no haya prensa
comercial. No, en Cádiz no hay empresas que hayan esperado cien días para
cargar a hierro, no han utilizado en contra del alcalde y sus concejales cada
fotografía, cada titular, cada declaración. No, no hubo mala intención en la
foto de portada de Kichi a propósito del "pleno de 15 minutos". No lo
han puesto con cara de sorpresa, como si no lo viera venir. No, no hay
periodistas sin ganas de informar.
En Cádiz no leemos la misma cantinela de siempre, la
misma retórica del miedo, no hay soflamas incendiarias a toda página de defensa
del status quo como única forma de desarrollo y mejora de la vida de los mismos
gaditanos de siempre. No hay empresas que aún se crean que el mito del progreso
no esconde el reverso macabro de la crisis constante, no hay gente que piensa
que lo racional es todo aquello que aumente la tasa de ganancia, no hay
empresas que presentan un céntimo de pérdidas y piden ERES para despedir a trabajadores.
En Cádiz no hay gente blindada para escribir pamplinas de la plaza de Mina, que
empuñen las armas del pragmatismo neoliberal para criticar a un ayuntamiento
que lleva en el cargo tres semanas, no hay opiniones al dictado de aquellos que
han provocado la crisis, que han saqueado las cuentas públicas, que han
aparecido en las contabilidades B, que defienden a poderes que nadie ha
elegido. No hay iluminados que proponen soluciones al populismo barato como ponerse
a "pedir cosas", mendigar planes de empleo o escribir cartitas a esos
empresarios tan amables que atenderán, con caridad de la cristiandad, las
peticiones del que dos artículos antes había defendido la robinsonada del ser
emprendedor como la única salvación ante la flojera congénita del gaditaneo. En
Cádiz el periodismo no hace política. No, no, qué va.
En Cádiz nunca habrá represalias para el que escribe sin
respaldos. De eso nada. Porque en Cádiz no hay niños que pasen hambre.