David Monthiel: «Bechiarelli es el epítome de la poca vergüenza»
El escritor gaditano publica «Nuestra señora de la esperanza» (Roca Editorial), Premio Internacional de Novela LH Confidencial 2019
Sevilla
Actualizado:David Monthiel
(Cádiz, 1976) es uno de los grandes escritores que en los últimos años
han revitalizado y renovado la novela negra en el sur de España. Su saga
de Bechiarelli es ya un clásico dentro de este género, y ahora vuelve con una nueva entrega, «Nuestra señora de la esperanza» (Roca Editorial), que se alzó con el Premio Internacional de Novela LH Confidencial 2019.
La política municipal en el ayuntamiento del cambio gaditano es el
contexto en el que se desarrolla una trama que mantiene enganchado al
lector desde la primera página.
«Nuestra Señora
de la Esperanza» supone el tercer caso de Rafael Bechiarelli. ¿Cómo ha
evolucionado este detective a lo largo de los años?
Si en «Carne de Carnaval» (el Paseo, 2017) regresaba a Cádiz de un exilio prolongado y se reencontraba con la ciudad y sus personajes, y en «Las niñas de Cádiz» (El Paseo, 2018) se le veía instalado pero salía de road movie por la provincia, en «Nuestra señora de la esperanza»,
el detective sufre las consecuencias y amenazas de trabajar en un caso
«grande» y político. Pero Bechiarelli mantiene su ética de pícaro con
valores incorruptibles.
Cádiz
vuelve a ser escenario fundamental en esta nueva entrega de
Bechiarelli, pero no sólo te has ceñido al «Cadi-Cadi» de Puerta Tierra
adentro, sino a la otra ciudad, la de los bares y garitos, la que no
está en las guías de turismo.
Hay muchos Cádiz:
el que consumen los cruceristas, el de los tópicos de los mesetarios,
el que se canta en carnaval, el de la gente que vive su gentrificación,
el de los mitos fenicios, el de los erasmus, el de las cola en los
comedores sociales y los que recorre Bechiarelli en el caso: el de la
noche gaditana y sus locales, que en la actualidad es un zombi, el Cádiz
administrativo capital de provincia, el de los funcionarios
desayunando, el de los plenos y sus líos, el del ayuntamiento.
En
relación con la pregunta anterior, ¿concebirías esta saga de novelas si
no se desarrollaran en Cádiz? ¿Podría trabajar tu detective en otras
ciudades?
Cádiz es mi lugar de enunciación. Pero
no es solo un decorado, un «no lugar». Cuento con el contexto: su
historia, creencias, mitos. Su forma de vida isleña, su idiosincrasia
alegre en las fatigas, su manera de ver el mundo permean las acciones de
los personajes, las tramas. Pretendo conectar los mitos profundos de la ciudad (es este caso Astarté y su culto) con la vida cotidiana de la misma. Bechiarelli podría trabajar en otras ciudades como Sevilla o Madrid, pero siempre inmerso en la cosmovisión gaditana y su «savoir vivre» a la hora de analizar las cosas, de leer los hechos con esa guasa, ironía y rapidez.
¿Qué está suponiendo para ti haber ganado el Premio LH Confidencial y dar el salto con Roca Editorial?
El premio supone una gran satisfacción y un privilegio, ya que el jurado valora la calidad literaria de los ganadores por encima de «la visión comercial».
También supone una validación de la saga en un mercado más amplio, pues
todas las etiquetas y trabas que se le habían achacado a la serie
desaparecen de un plumazo. Y eso me parece un salto incalculable que
rompe fronteras invisibles para las historias «metías en manteca»
contadas desde la periferia. Publicar con Roca es también un reto,
ya que es una editorial puntera del centro editor en castellano,
Barcelona, y que distribuye Random House Mondadori. Como decía un amigo,
es primera división.
Novela negra gaditana
Benito
Olmo, Daniel Fopiani y tú sois un ejemplo de la actual calidad de la
novela negra que se está haciendo en Cádiz. ¿Qué me puedes decir sobre
esta cuestión?
Pues me llena de orgullo y
satisfacción que estemos publicando en editoriales grandes y que se nos
lea con atención, que aparezcamos dentro de la escena del policial como
escritores interesantes y de calidad. El éxito de ambos es algo que me
alegra mucho. Eso sí: quizá deberían aparecer más escritoras. Las
necesitamos.
En
esta novela Bechiarelli acepta un caso donde la política municipal
tiene un gran protagonismo. ¿Cómo se enfrenta tu detective a esos
entramados de corrupción?
Bechiarelli debe descubrir qué le ha sucedido a Gabriel Araceli,
el concejal de vivienda del ayuntamiento llamado «del cambio», que ha
aparecido muerto en un solar. Se enfrenta al marrón desde la distancia
irónica y, como siempre, por necesidades económicas. Y esta vez se
asusta mucho bajo las amenazas de poderes oscuros.
La
novela no habla tanto de la corrupción como de la guerra soterrada
(mediática, de otra administraciones) que un equipo de gobierno «del
cambio» —como se le llamó— sufre en una legislatura que alcanza el grado
de terrible con un asesinato. También habla del fetichismo de los que
se creen que son la sede del poder por sentarse en un sillón de una
concejalía, trata sobre crímenes que pasan por «la normalidad» y de sus
víctimas, sobre la impunidad y la ley, sobre la fe y la esperanza y sus
verdugos.
Si a Bechiarelli le hubieran encargado
investigar el caso ERE, ¿crees que se hubiera vuelto majareta y que
habría acabado en un sanatorio para desintoxicarse de tanta corrupción y
mangoneo?
Más que majareta se hubiera indignado
por el uso de recursos públicos en beneficio privado y por las
cacicadas de pobres disfrazados con trajes de chaqueta. El
clientelismo es la enfermedad infantil de los que quieren mantenerse en
las instituciones por encima del servicio a la comunidad. Pienso que Bechiarelli abogaría por mantenerse al margen de enchufismos y chanchullos mafiosos. Sabe de dónde viene.
¿Qué
me puedes decir sobre el hecho de que un escritor tan consagrado como
Daniel Ruiz haya elogiado tu novela y que haya definido a Bechiarelli
como «la gran esperanza del noir ibérico sureño?»
Considero a Daniel un gran escritor y un estupendo compañero.
No sé si soy «la gran esperanza del noir ibérico», pero para mí es un
orgullo que haya reconocido mi trabajo dentro de una cierta
invisibilidad marcada por un elitismo cateto que no soporta el carácter
popular, local y cercano de ciertos temas que yo abordo (el carnaval, el
verano y la política de Cádiz). Lo de Daniel es algo inusual en un
mundo de egos y pamplinas. Aunque también elogiaron «Nuestra señora de
la esperanza» Montero Glez (aludiendo al «Carvalho gaditano»), Antonio Manuel (muy seguidor de la saga) y mi querido Juan José Téllez, que dijo una cosas muy hermosas de mi trabajo.
¿En qué medida crees que Bechiarelli rompe con los tópicos de los detectives de las novelas negras?
Los tópicos de la soledad, cinismo, alcoholismo, dureza, pobreza se explotan hasta la saciedad. No es que abjure del Marlowismo o del Sherlockholmismo,
pero creo que un detective de Cádiz no puede actuar de la misma manera
que uno de Estocolmo o de California. Y quizá ahí sea donde los tópicos
se transformen en algo novedoso, fresco. Porque Bechiarelli es una suerte de frankenstein de las cosas de Cádiz, el epítome de la poca vergüenza,
un compendio de formas y maneras de encarar las fatiguitas y las
alegrías. Y ahí radica su diferencia. Es buen detective porque sabe
captar un engaño, una trola, una oportunidad con rapidez. Y es partícipe
de una red de conocidos y de personajes de todos los ámbitos y clases
(una KGB local y cotilla) en la que se mueve como mojarrita entre las
piedras.
¿Cómo está resultando la acogida de este libro?
De
momento satisfactoria, a pesar de vivir literariamente en la periferia
del mercado y estar en una editorial grande. La novela está muy bien
distribuida y está siendo reseñada en un boca a boca de lectores que se
han interesado por ella a través del premio LH Confidencial. Y muchos
están descubriendo las otras dos novelas de la serie, que estaban más
tapadas.
¿Crees que queda mucho Bechiarelli para rato o te interesaría hacer también otros tipo de proyectos?
¿Habrá más Bechiarellis? No considero al personaje acabado.
La serie responde a un ciclo que comenzó en 2012 y que ha cuajado en
estos tres años. Pero ahora mismo no hay novela en la manga. Está por
hacer y hay muchas posibilidades. Tengo un encargo que cumplir con mi
querido David González Romero para El Paseo y
estoy terminando una novela, un ejercicio literario bolañesco sobre
músicos gaditanos, una novela que está dentro de la tradición narrativa
del embuste y en la más estricta ortodoxia gaditana de las historias de Pericón de Cádiz, Chano Lobato y El Beni de Cádiz.