En términos filosóficos, podríamos definir la cultura occidental del último cuarto del siglo XX como el resultado de la Autodestrucción de la Razón en virtud de su propio ejercicio interno; es a eso a lo que hemos venido llamando postmodernidad para definir una constelación de discursos que, gloria del chisporroteo, reivindicaban la "muerte del sujeto", el fin de los Grandes Relatos de emancipación, la identidad débil o fragmentada, el relativismo narcisista, el derecho al presente, la ironía descomprometida, la construcción estética de una personalidad discontinua. Algunas de estas consignas no hubiesen estado nada mal en un mundo mejor, pero en el realmente existente parecían venir sencillamente a replicar o doblar fantasmalmente (alegre nihilismo de las élites urbanas occidentales) el muy material y destructivo proceso que erosionaba y sigue erosionando el suelo de la humanidad, esa brega imparable que hemos venido denominando, con una cierta timidez eufemística, "globalización": el desmantelamiento del Estado del Bienestar, la "flexibilidad” laboral, la destrucción de la comunidad, la corrosión del carácter, la fragmentación biográfica, el imperio del ello consumidor, la deslocalización de las relaciones y la volatilización de los lugares. En estas condiciones, la Autodestrucción de la Razón era indisociable de una autonegación de la política -como necesidad y aspiración a un marco colectivo de decisión- en la que, paradójicamente, los nombres más revolucionarios de la cultura daban pedales, cuesta abajo, a la revolución permanente del capitalismo; así, el "nomadismo" de Deleuze describía bastante bien los flujos migratorios de la fuerza de trabajo, el cuidado del self de Foucault se distinguía poco de los llamados "manuales de auto-ayuda" y el "deseo" y las "multitudes" de Negri servirían de slogan publicitario para la inauguración de un Nuevo Centro Comercial. Frente a esta Autodestrucción de la Razón que inevitablemente entraña la despolitización de las relaciones sociales, Benedicto XVI, consciente al mismo tiempo de la inseguridad cotidiana de los hombres y de la poderosa rivalidad del Islam, ha denunciado muy justamente la "tiranía relativista", pero propone, a cambio, el restablecimiento del dogma religioso como espinazo de toda certidumbre; es decir, retroceder del post-racionalismo al ante-racionalismo. Esa, claro, no es la solución. De lo que se trata más bien es de retroceder un poco menos y recuperar la política, proyecto al que se oponen por igual -único pero suficiente acuerdo entre ambas fuerzas- el relativismo capitalista y el dogmatismo religioso.
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Pratchett's Johnny Heads To BBC SF writer Terry Pratchett's best-seller Johnny and the Bomb is being turned into a children's drama for the U.K.'s BBC One in 2006, the BBC News Web site reported.
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