06 julio 2009

Lo que ha quedado del naranjo


El Centro de Ediciones de la Diputación de Málaga, en su prestigiosa colección Puerta del Mar, acaba de publicar una antología de textos y arte plástico que vuelve los ojos hacia Palestina.

Su título Lo que ha quedado del naranjo. Palestina en el corazón.

El libro toma su título de unos versos del poeta palestino Mayid Abu Gush: "¡Luna que triste se asoma/ sobre lo que ha quedado del naranjo!".

Casi ochenta artistas han decidido recordar a esa otra parte de la orilla que es Palestina, símbolo además de la represión y la barbarie que otros pueblos sufren en el mundo. Por ello, poesía, prosa, partituras musicales y obras pictóricas se han dado cita en un volumen en el que participan escritores como Jorge Riechmann, Agustín García Calvo, José María Gómez Valero, Julia Otxoa, Isabel Escudero, David Eloy Rodríguez, Carlos Piera, Ada Salas, Pedro del Pozo, Antonio Orihuela, Carmen Camacho, David Franco Monthiel, Josefa Parra, Juan José Téllez, Ferrán Fernández, Ausiàs Navarro, Mayid Abu Gush, Anas Alaili…

El responsable de esta preciosa edición es el poeta y crítico Jesús Aguado, quien sentencia en el prólogo: "ningún análisis político, histórico o moral podría resumir mejor la desolación en la que vive enterrada esa parte de nuestro corazón que se llama Palestina".

Incluye una relación de los niños asesinados en Palestina desde el 27 de diciembre de 2008 al 9 de enero de 2009.

2 comentarios:

la luisa dijo...

encargado lo tengo ya STOP la semana que viene sus van pa cadi maese esteban y doña soledad STOP ganas de veros STOP propina de la rica adriana DOS PUNTOS (...)¿Y qué pasa con el arte? Objeto de desconfianza, de adoración, de piedad, de condena, de desprecio si es entretenimiento, de conversión en mercancía, de subasta en Sotheby's, de compra por parte de gente importante que busca invertir, muere como "pieza artística" en los sótanos de miles de museos. Renace también cada hora en cárceles, en centros de acogida para mujeres, en garajes de pequeñas ciudades, en talleres de universidades populares, en hostales de carretera, dondequiera que alguien coge un lápiz, un utensilio para marcar a fuego la madera, una copia de La tempestad, una cámara a precio rebajado, un cuchillo de tallar, una barra de carboncillo, una trompa de una casa de empeños, un video de Ciudadano Kane, cualquier cosa que te permita darte cuenta de nuevo de que este lenguaje expresivo, profundamente instintivo y sin embargo consciente de sí mismo, este proceso regenerador, podría ayudar a salvarte la vida. "Si no hubiera poesía un día cualquiera en el mundo" -escribió la poeta Muriel Rukeyser- "se inventaría ese día, porque el hambre sería intolerable". Clayton Eshleman denomina este hambre como "el deseo, la necesidad de un mundo más profundo y con más alma". Existe una dinámica continua entre el arte reprimido y el arte renacido, entre el marketing implacable de lo superficial y la "realidad, espectral y vívida, que utiliza todos los medios" (Rukeyser de nuevo) para alcanzarnos atravesando corazas, resistencias, resignación, para devolvernos al deseo.
El arte es ambas cosas: duro y frágil. Habla de lo que deseamos oír y de lo que tememos encontrar. (...) El arte no puede ser nunca legislado completamente por ningún sistema, ni siquiera por aquellos que premian la obediencia y envían a los artistas disidentes a trabajos forzados y a la muerte; ni puede tampoco, en nuestro sistema específicamente comprometido, ser realmente libre. Puede abrirse paso, por los medios más simples, a través del macadán agrietado, pero necesita respirar espacio, cultura, protección, para realizarse. Exactamente como le pasa a la gente. Los nuevos artistas, jóvenes o mayores, necesitan educarse en su arte, las herramientas de su oficio, la oportunidad de estudiar ejemplos del pasado y conocer a los que lo practican en el presente, conseguir críticas y palabras de ánimo de mentores, aprender que no están solos. Mientras el contrato social se marchita, cada vez a menos gente se le dirá 'Sí, puedes hacerlo; esto también te pertenece'. Como el gobierno, el arte necesita la participación de muchos y muchas para no convertirse en propiedad de una minoría poderosa y mezquinamente interesada en sí misma.
El arte es nuestro derecho innato, el medio más poderoso de acceder a nuestra propia experiencia y vida imaginativa y a la de otras gentes. Al redescubrir y recuperar continuamente la humanidad de los seres humanos, el arte es crucial para la visión democrática. Un gobierno que se aleja más y más de la búsqueda de la democracia, verá cada vez menos "utilidad" en alentar a los artistas, considerará el arte una obscenidad o un engaño.(...) Extraído de Artes de lo posible. Ensayos y conversaciones, de Adrienne Rich, en traducción de María Soledad Sánchez Gómez, editorial horas y horas, Madrid, 2005. Versos besaos y viva el azahar. FIN DEL TELETIPO

liutenant dijo...

http://colaboratorio1.wordpress.com/2009/07/10/%C2%BFque-significa-hoy-autonomia-franco-berardi-bifo-2003/

para sus lecturas veraniegas, salud!