Un viaje bizarro por las televisiones locales de la BahíaPor Wu ming 6 con corazón
Robado de El blog de Lisergia
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Quizá muchas de nuestras lectoras, lisérgicas y sublimes sin interrupción mientras se solazan en el sofalito con un buen join ahumando la habitación a media luz, piensan que estas letras van a estar dirigidas a las bufonadas autoritarias de Onda Cádiz, a su corporativismo cuartelero en torno a las insignes líneas ideológicas del neofascismo español o a las payasadas del entrañable José Luis, el cocinero de Rota, mientras nos explica cómo colocar un papel para no mancharnos con la batidora como paradigma del posthumor más indómito. Nada más ajeno a nuestras buenas intenciones de personas humanas.
El panorama televisivo de la provincia posee una alta graduación de bizarría y amateurismo sin par. Devotas como somos de la diversión delante de la caja tonta, a falta de inteligencia en las ondas caemos rotundamente en las fauces del más intrépido de los programas de la peregrina parrilla de una tele hecha en un garaje con pestazo a chacinas y cerveza derramada. Qué gran invento el croma.
La tele local tiene ese aire de doityourself aderezado por comerciales con musiquita pastillera y la misma voz en off. De los contenidos podríamos hablar durante volúmenes enteros que alcanzarían a la magna obra de alguien seguidor de estas cadenas como Balzac, una auténtica comedia humana: fiestas locales, personajes cercanos, bares próximos, debates deportivos en torno a la liga infantil, devaneos con el magazine castizo, entrevistas a la coquinera mayor, anuncios de videoclubs y peluquerías de barrio y demás sugerente menú. Ustedes saben que los medios tecnológicos favorecen estos menesteres: desde la creación de un magnífico programa para bajar con más calidad y precisión pornografía (capitalismo del cuerpo) hasta montarse uno su propio magazine en el que ofrece contenidos producidos por tu tía Enriqueta y el cachondo de tu primo Rafaé.
Las Cadenas menores
Localia responde en formas, formatos y contenidos a su remedo la cadena pija Cuatro pero adaptada al pijerío cool jerezano (si es que eso existe). Todos los presentadores poseen una dicción correcta y no se les va una. A veces se descuelgan con algún reportajito del National Geographic o el cocinero dinámico Jamie Oliver. A destacar la deriva performática de aquel ya lejano Perpetuo Fernández por los barrios y pedanías con un mono rojo y un micrófono preguntando a la gente y gustándose metiéndose en las casa de las maris.
A Onda Jerez se le nota el arreón de profesionalidad de una cadena que lleva años en antena. Incluso se marcan el rollo de echar la vista atrás y mostrar sus programas de los 90 y no salir mal parados. Onda Jerez, que durante muchos años fue Onda Pacheco, la cadena del flamenco weno y el equipo local, nunca mira hacia las ciudades de la bahía en un vacío comunicativo exultante. Como los telediarios con lo que pasa en Portugal, pero sin frontera de por medio.
Onda Jerez cuenta con quizá el programa más autoconvencido de su propia estulticia. No es otro que las tertulias poéticas que se desarrollan frente a la simbología borbónica de los toneles en una bodega. Señorío, copita de vino e intelectualidad de cuadra y gominita que expone sus ideas sobre este o aquel soneto de un Bejarano crepuscular o de las primeras lecturas emocionadas de personajes dudosamente ilustres de la cultura provinciana. De todos modos de Onda Jerez siempre nos da grimita ver esos pelazos de algunos comunicadores y a ese presentador con el cuello vuelto y la camisita que pregunta a la gente por la calle. Siempre recuperaremos el agudo sentido del humor y la capacidad de improvisación del gran master flash Luis Lara. Y la valentía de invitar a Antonio Reguera a uno de sus programas.
Onda luz podría describirse como la alargada sombra de La Voz de Cádiz y el máximo exponente del croma como línea editorial. Con tres estrellas mediáticas al uso, el exjugador Hugo Vaca y su atractiva dicción del río de la plata, el Ordoñez y su tejemaneje con la vida cotidiana gaditana y el cambiante de siglas y presidente de los periolistos, Fernando Santiago. Del Vaca destacamos su propuesta informativa de equipos tan entrañables como el Jerez Industrial o las divisiones inferiores del Chiclana y su ruptura del canon informativo sobre el Cádiz CF sacando basurillas y tejemanejes chungos. Del Ordoñez destacamos su conchabeo con los entrevistados, su cargote de barra encubierto en las preguntas más capciosas sobre tal o cual polémica carnavalesca. Y sobre todo su impertérrito bigotito. Del Fernandito, qué decir: guardamos celosamente su artículo machistoide en la prensa local, su deriva transfugista de siglas y nuevas alianzas políticas, su capacidad de promover eventos con una asociación de periodistas muy poco neutral con todo lo que vaya en contra de los intereses imperiales (financiada por la CIA) y zapeamos cuando opina en su Vapor del Correo, un programa con croma y velador en el que se desgranan a modo de reunión casual de intelectuales y analistas gaditanos cualquier sandez sin importancia.
De Telepuerto real, muy profesional, a destacar la producción “Mis enigmas favoritos” con plató atestado de sudorosos, curiosos y convencidos en eso de los misterios –que se llevarán a casa un DVD con los mejores momentos del programa-, conducido por un presentador con FP2 y unos invitados que confiesan su pasión por la criptozoología.
Presa de la memoria visual puertorrealeña, los archivos de la cadena se muestran continuamente con motivo de su aniversario en antena. Los interesentes carnavales de 1993 (¿), su desfile de charangas y sus entrevistas al-que-pase con agudas preguntas como: ¿Cómo te los estas pasando? Bien, ¿no?
Telepuerto, con una mosca horrible, cuenta con unos presentadores panzudos y gafapasta con algo de caspa intelectual. Son los que más nos han convencido para imitar su estilo decorativo para nuestros salones con algún cuadrito al pastel y una foto del Puerto de santa María desde las alturas. Muy interesante es ese anciano bronceado que entrevista a sus amigos y rememora viejas historias del Puerto.
En nuestra memoria, como un eco de pasos, queda el Canal 47 y su apuesta por la educación sexual del lumpen con su selección de porno clásico, su apuesta por la vanguardia reality-sexual de “El gran polvo” y sus echadores de cartas, monologuistas inveterados y trileros de la astrología.
Teleteo
Onda Cádiz, o más bien llamada Teleteo, administra a partes iguales el populismo de una campaña publicitaria digna de un Goebels con cierto, leve, muy apagadito, aperturismo a gente de mal vivir. El televidente de onda Cádiz no saca otra conclusión: Con el ayuntamiento de Cádiz sí a lo que sea. La Teo está en todos lados, es una superheroína democrática que lo mismo te inaugura un asociación de vecinos -que años después será defenestrada- que te da la mano uno a uno a los turistas de un crucero que bajan al puerto para hacer fotos, comerse un pescaito y comprar.
La mano férrea de la productora de contenidos que dirige el insigne teniente de alcalde da leña en los informativos. La de arena se da con un Salvador de piñata profident que entre chistes y anécdotas de bareto propone enigmas -de la ingente y monstruosa historia de la ciudad y sus pequeños freaks sabelotodos- a algún personaje imposible para las líneas ideológicas de la Teleteo.
La clase se nota en nuestra televisión. Buenos trajes, buenos forillos, varias cámaras, infografía… Pero el tirón populista no le falta como a toda buena televisión popular: carnaval, el Cádiz club de futbol y el bicentenario. Y las intrigas cofrades del submundo religioso con su complicada, y sólo para iniciados, trama de nombres y traiciones, propuestas y demás coñas feligresas.
A parte de un leve dirigismo en los contenidos hacia el ninguneo de la oposición (JAJAJAJA), la televisión de todos los gaditanos está orgullosa de ofrecer la información veraz y sin sesgo producida por productoras de renombre como Libertad Digital y el famoso canal de humor castizo Intereconomía. Todo facturado a través de Aierta, siglas de la Asociación Independiente de Emisoras Locales de Radio y Televisión de Andalucía, que según la prensa oficial –abro comillas-: “es una emisora y productora creada desde el PP a mayor gloria del partido conservador y sus dirigentes, pero financiada íntegramente con dinero público. Algunos de sus socios, siempre bajo anonimato, lo justifican como una suerte de "contrapeso a Canal Sur", aunque sin control parlamentario ni de cuentas”.
Aierta y OC –siempre según la prensa oficial- “comparten sede, teléfono e incluso presentadores de informativos y presidente. Junto con Onda Cádiz, la televisión local de Fuengirola es uno de los pilares que sostienen a Aierta. Buena parte de los contenidos que emite la asociación se producen en la localidad malagueña y se reparten a todos los asociados. En Fuengirola se han realizado programas de debate con periodistas vinculadas como Curri Valenzuela, Esther Esteban o Carmen Tomás. Según las actas de la junta de gobierno local, en al menos siete ocasiones Curri Valenzuela era recogida en el aeropuerto de Málaga por un chófer del parque móvil municipal, que tenía que realizar el trabajo fuera de su jornada laboral. El PSOE local protestó por que “con el dinero de los fuengiroleños, Oña ha montado su programa de opiniones; no de actualidad de Fuengirola, sino de Andalucía contra Zapatero y contra Chaves”.
La risión, vamos.
A destacar de esta tan nuestra televisión: la dicción beduina de la presentadora de informativos, la frialdad con que escupe fuego conspiranoico y su comunicación no verbal homenaje a las presentadoras robot, Don Antonio, pelazo teñidito y piñata renovada, experto en las lides cadistas con ese seguidismo corporativo al partido de orden que según él debe gobernar esta ciudad y su política sobre ese monstruo entrañable y bruto, multitud y masa descerebrada y auténtica, que es el Cadismo. (Desde aquí rompemos una lanza, un escudo y alzamos nuestros joins de crema a esa sección indomable, bajuna y orgullosa, que son las B.A.)
Televisión metía en manteca
Telerota (más bien Televisión Costa de la luz) está entre las favoritas y desde aquí rompemos una lanza a favor del director de contenidos de esta cadena. Un hombre valiente que apuesta por la innovación y la tradición, un iluminado. Aquí nos encontramos con los clásicos “José Ramón con corazón” y el sin par cocinero José Luis Santamaría y su “Hostelería de cerca” dos programas estrella de la cadena. De don José Luis, cocinero retirado tras cuarenta y cuatro años de fiel servicio, dueño y señor de “El cortijito”, podemos afirmar que la naturalidad de este sur (siempre sobredimensionada por aquello de “la gracia”, el salero y demás) a veces se encuentra con la mera ineptitud. Y no es que nuestro amigo “por que lo digo yo” carezca de dotes de la haute cousine roteña sino que Santamaría deviene en trastornao por acumulación de tareas, por desconcierto intrínseco a su propio hacer. Vamos, que nadie repetirá los platos ni las recetas debido al caos de su práctica cocinera. Y buena cuenta de ello hace “El intermedio” de Guyomin como dice Jose Luis. Esto le gusta a Guyomin. Mítico.
José Luis es capaz de hacer una receta con: “cebolla, pimiento verde, piña tropical, brotes de soja, shampiñones troceaditos, patatas, calabaza, calabacín, coles, zanahoria, un tomatito, nabos, puerros, judías de tarragona, vino, zumo de limón, unas olivitas, sal, apio, pimienta y guisantes” (sic totalmente), atender a la llamada del zapatófono de su primo “en directo”, dedicar un programa a la comunidad americana de la ciudad -y su honorable base militar- y explicar en un inglés apañao la receta con dosis desternillantes de bilingüismo; Don José Luis es capaz de cambiar la receta en un alarde de improvisación pura, cambiar la harina por el pan rallao, dejar unos espaguetis a medio hacer para cocinar otra cosa, desechar su propio utillaje por cuestiones estéticas (“este cuchillo no me gusta, este plato no me gusta”) y su amplio y desinhibido sistema métrico en las medidas y cantidades. Don José Luis es de la escuela del “poquito” y de la “mijita” y siempre tira por alto, por esa larga tradición basada en el hambre y las fatiguitas, apuesta por lo pantagruélico de forma natural como si fueran a comer diez personas un plato que según él es un “tapita”.
Cocina atestada de trastos, cuadro de motivos marineros y playeros, fondo de musiquita con aires de coplilla del Casio chungaleta que te regalaron en reyes, barroquismo culinario y predilección por la acumulación de gadjets en el emplatado, un extraño gusto por la cocina chusquera de bar con aparador con el abc gastronómico y un desparpajo que lo ha llevado a la fama. Un auténtico comunicador.
“José Ramón con corazón” alcanza las cotas más bizarras de toda la televisión local. José Ramón, delante de un croma robado a una barraca en días de san valentín es un tío afable pero no tiene ni puta idea, eso sí, de corazón, eso sí, no tiene otra muletilla, eso sí. Es capaz de comentar la visita a Cannes de Angelina Yolí y luego saludar a su primo que trabaja en un super y a todas las embarazadas de su pueblo, no sin antes mandar un abrazo a la policía local.
Sus fans de verdad –conocidos y conciudadanos- lo consideran alguien inocente y entrañable. Sus fans más ultras le mandan emails en los que dicen llamarse desde Pancho Colate, Paco Jones o Aitor Tilla. Y él, que no se cosca, encima, es agradecido.
José Ramón posee esa capacidad de alcanzar un tono serio, plagado de palabras cultas que usan los de la tele (en el que nos encontramos con extraordinarios giros lingüísticos, innovaciones finolis del castellano) y hablarnos de Winey Juston “La negrita que hace las películas”, de Kevin Corner, de un drogadito a las drogas y demás perlas. Para reír y reír e informarse.
Ambos han sido pasto del zapeo de los redactores de las teles nacionales con lo que supone la descontextualización bizarra de estas dos estrellas. Pero a la vez a dotado de un prestigio mediático a la cadena Costa de la luz que ninguna de sus competidoras ha alcanzado.
Antena bahía, no sabemos si infectada también por los acuerdos con la santa cadena de los sacerdotes, posee el mérito de haber realizado una mítica entrevista con el intoxicado por los alcoholes y alcalde en nuestros corazones Hernán Díaz . El inhabilitado edil por prevaricación y divulgador de la rotonda como demostración de urbanismo muestra su cara más chulesca y achispada y categoriza su por entonces situación política de “cabrona”. También nos llama la atención, aparte de la capacidad de soltar en antena alguna peliculita todavía en cartelera o en DVD con el sonido en spanish screener y tó robado de un cine, el programa de carnaval “Del puerto a Cai” con un descacharrante Teatro Falla parlanchín y hablador. Aquí la falta de medios parece no importar en absoluto contando con escenografías entrañables como peñas atestadas de carnavaleros de gran prosapia o barras de bar de quintito y cachondeo. Lo malo de todo es que para cualquiera de estos territorios televisivos, Antena Bahía real cuenta con un solo micrófono. Así la audiencia se pierde en un eco lejano aplastado por los trajines del bar las disertaciones de los portuenses eruditos en su carnaval.
Pero el programa estrella es “La mar de bueno” juego de palabras facilón que cuenta con dos entrañables tragabolos, dos pícaros periodistas que saborean las tapas de todos los locales de la provincia con ánimo pantagruélico. La pareja cómica, al modo clásico, siempre trajeada, muy formal, reparte los roles en el que uno hace de interesado y divulgador periodista de la cocina de la tierra y otro de experto con larga experiencia en ventas, tascas, boquetes y restaurantes de postín y un turismo gastronómico indudable. Siempre encuentran una feria de la tapa, una semana cultural o un hostelero benévolo (que quizá quiere réditos publicitarios) que les dar cuelo a estos dos para los que no hay nada malo, ni mal cocinado. Todo, todo, está buenísimo. Todo ello sazonado con las parodias al uso, disfraces chusqueros y diálogos que ni el mismísimo Joaquín Reyes en plena subida de ácido podría escribir.
Hasta la semana que viene, eso sí, no se olviden, eso sí.
Aquí como pueden comprobar nuestras estupendas lectoras, el paradigma Risitas se queda en nada, en monerías de tonto de gran ciudad del sur. Esto es bizarría en vena. Sin aditivos. Esperemos que la TDT no sea ddt para estos enormes comunicadores.