Bomba atómica explota no recuerdas cuándo. Lluvia radiactiva: dolor por todas partes, no sabes donde empezó, no sabes donde acabará.
La estación está lejos pero hay tiempo, tiempo, tanto que no sabes qué hacer con él. Comes dulces. Te dañas los dientes. Sudas, rodillas contra pecho, manos sujetan tobillos, sudas y sufres.
El tiempo que queda no es mucho y sin embargo es demasiado.
Bomba estalla no recuerdas cuándo. Casi un año atrás, hace más de veinte años, más o menos la noche de los tiempos.
En gira: Hiroshima y Nagasaki, julio de 1966.
Pensaba: distintas formas de morir. Marcharse célula a célula es como estar en dos lugares. Es una transferencia.
En cambio, borrados de la faz de la Tierra, piel que se desprende y levanta vuelo, cuerpo que se deshace. Cuerpo que deja de ser tú. Si acaso lo ha sido.
No encuentro la vena. Puerta entornada y me golpeteo el brazo. Si me viera de fuera pensaría: “Míralo, qué imbécil”. Pero no puedo verme de fuera. Estoy fuera de mí, pero estoy ciego. Qué año es, dónde estoy tocando. Octubre del 50 en un hotel de L.A. La aguja penetra y pierdo el sentido. Pierdo sentido. Si un hombre puede colocarse en Los Ángeles puede colocarse en cualquier parte. Si sabes colocarte con veneno que no es de Nueva York, puedes colocarte con cualquier cosa.
Dicen que se ve discurrir la vida. No recuerdo nada. Tal vez una lluvia torrencial, lluvia de notas, todas las notas que rodean la nota, esa larga, y que juntas hacen acorde, el sonido del universo.
Casi había dado con esto en París, tocaba las notas por arriba y debajo de la nota, buscaba y buscaba, todas las notas juntas, aunque fue mucho tiempo después. Casi estaba, no me importaba que el público entendiera, luego alguien arrojó un billete a mis pies.
Si tu perçois l’univers tout entier comme une fantasmagorie, une joie ineffable surgira en toi.
No sé francés.
Ahora estoy en el año 50, caigo por el foso que hay en mi cabeza, donde no se puede sondear, por un hoyo veo bajar las notas y... Una bofetada, dos bofetadas, tres.
Si un hombre puede colocarse en Los Ángeles puede colocarse en cualquier parte.
Yo lo logro, me reaniman. Después...
Dizzy me despide.
Miles me despide.
Dios me despide.
Ganarme la reincorporación. Volver limpio.
Todavía hay tanto que tocar, que decir. Pero estoy perdiendo el tren. He esperado hasta último momento antes de ir a la estación. Y todo tu amor es en vano.
No me pico desde hace diez años. El karma es un carnicero, te despedaza y te cuelga de un gancho.
No puedo hacer dos cosas al mismo tiempo. Tocar y estar de pie. Me cuesta pensar. Me cuesta hablar.
Ya no sé hacer dos cosas al mismo tiempo. Esforzarme para pensar y pensar. Esforzarme para hablar y hablar.
No sé cómo llenar las horas que quedan. Se escapan de mi puño. Ya no tiene sentido practicar. Lo he hecho ocho, diez horas por día, desde que era pequeño.
Alice. John Jr. Ravi. Oran.
No quiero que os escurráis por entre los dedos.
Dedos. No pueden estar quietos.
New Thing, Wu min 1, Acuarela Libros
La estación está lejos pero hay tiempo, tiempo, tanto que no sabes qué hacer con él. Comes dulces. Te dañas los dientes. Sudas, rodillas contra pecho, manos sujetan tobillos, sudas y sufres.
El tiempo que queda no es mucho y sin embargo es demasiado.
Bomba estalla no recuerdas cuándo. Casi un año atrás, hace más de veinte años, más o menos la noche de los tiempos.
En gira: Hiroshima y Nagasaki, julio de 1966.
Pensaba: distintas formas de morir. Marcharse célula a célula es como estar en dos lugares. Es una transferencia.
En cambio, borrados de la faz de la Tierra, piel que se desprende y levanta vuelo, cuerpo que se deshace. Cuerpo que deja de ser tú. Si acaso lo ha sido.
No encuentro la vena. Puerta entornada y me golpeteo el brazo. Si me viera de fuera pensaría: “Míralo, qué imbécil”. Pero no puedo verme de fuera. Estoy fuera de mí, pero estoy ciego. Qué año es, dónde estoy tocando. Octubre del 50 en un hotel de L.A. La aguja penetra y pierdo el sentido. Pierdo sentido. Si un hombre puede colocarse en Los Ángeles puede colocarse en cualquier parte. Si sabes colocarte con veneno que no es de Nueva York, puedes colocarte con cualquier cosa.
Dicen que se ve discurrir la vida. No recuerdo nada. Tal vez una lluvia torrencial, lluvia de notas, todas las notas que rodean la nota, esa larga, y que juntas hacen acorde, el sonido del universo.
Casi había dado con esto en París, tocaba las notas por arriba y debajo de la nota, buscaba y buscaba, todas las notas juntas, aunque fue mucho tiempo después. Casi estaba, no me importaba que el público entendiera, luego alguien arrojó un billete a mis pies.
Si tu perçois l’univers tout entier comme une fantasmagorie, une joie ineffable surgira en toi.
No sé francés.
Ahora estoy en el año 50, caigo por el foso que hay en mi cabeza, donde no se puede sondear, por un hoyo veo bajar las notas y... Una bofetada, dos bofetadas, tres.
Si un hombre puede colocarse en Los Ángeles puede colocarse en cualquier parte.
Yo lo logro, me reaniman. Después...
Dizzy me despide.
Miles me despide.
Dios me despide.
Ganarme la reincorporación. Volver limpio.
Todavía hay tanto que tocar, que decir. Pero estoy perdiendo el tren. He esperado hasta último momento antes de ir a la estación. Y todo tu amor es en vano.
No me pico desde hace diez años. El karma es un carnicero, te despedaza y te cuelga de un gancho.
No puedo hacer dos cosas al mismo tiempo. Tocar y estar de pie. Me cuesta pensar. Me cuesta hablar.
Ya no sé hacer dos cosas al mismo tiempo. Esforzarme para pensar y pensar. Esforzarme para hablar y hablar.
No sé cómo llenar las horas que quedan. Se escapan de mi puño. Ya no tiene sentido practicar. Lo he hecho ocho, diez horas por día, desde que era pequeño.
Alice. John Jr. Ravi. Oran.
No quiero que os escurráis por entre los dedos.
Dedos. No pueden estar quietos.
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