Del viejo mosaico de las conquistas
apenas queda un puñado de teselas.
Hay quienes las tiran al río del tiempo
y quienes se apedrean en la oscuridad.
Hay quienes la siembran en las murallas.
Algunos las miramos
y apretamos en la mano
como fragmentos de un espejo
que una vez nos reflejó juntos.
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