Al padre de Luisi y la Juli le dijeron:
"Esto es lo bueno, firma, síguenos".
Y salió.
A los Adorna, los cuñados
de Juan Narváez, y luego a Juan Narváez:
"¿pero es que no os dais cuanta?¿ Cómo vais a quedaros aquí
quietos?"Ni hemos de consentíroslo".
Salieron.
Rueda el dentista andaba en convicciones,
"hay qye darle la vuelta a todo y, con un cántaro de suerte, esto
llegará a ser lo que tiene que ser, lo que de verdad es".
Una noche llamaron a su puerta.
Temblaba abajo un viejo taxi con el motor en marcha y alguna cara conocida.
Rueda se vistió un tanto inquieto.
Salió.
Entre carreras, empujones, cables
cortados, himnos ensoberbecidos,
presurosas insignias y trompetas, torvos detentes, correajes,
Luis Ramírez salió.
Juan de la Cruz salió,
Roque de Péñola salió
Tito el Troni salió (y él esperaba
correr otra aventura buena, divertirse),
Lucas Román salió.
Y otros salieron más despacio con pliegos, mandos, mapas, instrucciones.
Cómo se los lleva el río
del olvido.
Fernando Quiñones de "Las crónicas del 40"
3 comentarios:
poemazo
poemazo
poemazo
tremendo. Me ha venío el Quiñonismo veraniego.Y qué gusto es reencontralo.
un abrazo
Años después pero aquí lo dejo dicho: hay una nueva versión humilde de este enorme poemazo.
Y, en el mismo sitio, más cositas.
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