Volverán las dulzonas hojaldrinas.
Afirmó
el poeta
hambriento.
Arte muerto,
hazte vivo.
Sé piedra, filo, pan
semilla, rama, fruto.
Arte muerto,
zanfoña, ponzoña, virus,
hazte vivo.
Hazte nuestro.
Traficantes de sueños nace con el propósito de ser un punto de encuentro y debate de las diferentes realidades de los movimientos sociales. Intentando trascender este ámbito, trata de ir aportando su granito de arena para enriquecer los debates, sensibilidades y prácticas que tratan de transformar este estado de cosas. Para ello construimos una librería asociativa, una editorial y un punto que coopera con redes de distribución alternativa.
Los textos de la editorial se publican con licencia Creative Commons y con copyleftEl piano acude al dentista todas las semanas. Sus citas son confirmadas por teléfono con un acorde afirmativo. En la clínica se revisa el batiente, se limpia los macillos, se empasta los apagadores, clavijeros y se enjuaga las cuerdas.
Con terca incertidumbre pregunta al dentista si le sería necesaria una prótesis y si las visitas semanales son efectivas para solucionar su inacabable problema. El doctor espanta la posibilidad de una prótesis y tranquiliza al piano con una sonrisa. Le pide que reconsidere su injustificada ansiedad y que busque las soluciones en algún músico especialista.
Hace algún tiempo que el piano no acude a la clínica del otorrino. El diagnóstico era claro: sus cuerdas estaban en perfecto estado. El riesgo de una pérdida de voz era impensable. Claro, si deseaba recuperar su elegante voz, su sonido, de acuerdo a su calidad como instrumento su músico debería interpretar alguna obra.
El piano regresa al apartamento con débiles esperanzas. Quizá esta noche el músico se decida a sentarse en el taburete; quizá, tras un largo silencio, posará sus largos y delicados dedos sobre las teclas y entonces tocará esa obra escrita hace tanto y que se pudre en el atril del piano como si en cualquier momento del día fueran a interpretarla. De este modo el piano recuperaría su voz con todos sus sonidos en su hermoso ámbito de cuerda percutida y abandonaría a oncólogos chopinianos y a psicoanalistas multiinstrumentistas.
En el rincón, junto a la ventana del salón, el piano espera. Los escasos muebles que aún quedan en el apartamento se rindieron a la evidencia y casi sin miedo esperan ser vendidos en algún mercadito de segunda mano. El piano regresa a la angustia, a la hipocondría que le ha sometido a un sinnúmero de tratamientos y visitas a especialistas.
¿Tendría las teclas sucias, los pedales flojos?, ¿estará desafinado -ya que hace tanto que no se oye-?, ¿habrá perdido el cálido sonido de antaño?
Despeinado y con un cigarrillo apagado que pende del labio, el músico se tambalea después de cerrar la puerta. Sonríe con la respiración al vacío del apartamento como si se mantuviera aún en la estela de un chiste que recordó subiendo la escalera. La carcajada suena con cruel ironía y se transforma en un grito desesperado. El piano le sonríe con todas sus teclas relucientes. Pero el músico deambula por la el salón sumido en el ebrio sopor. Aún no ha olvidado que no toca desde hace quince años, desde que la música se convirtió en una forma de recordar momentos que se esfumaron, instantes que se quemaron como una bella partitura en un incendio.
Como cada noche, el músico cierra de un manotazo la tapa y sobre el brillante esmalte negro coloca una botella que extrae del bolsillo de la chaqueta. Se sienta en el taburete y se acoda como si de una barra de un bar se tratara. Se duerme.
El piano se desesperanza y ve el resto de su vida condenado al silencio o a una voz mediocre, a un sonido vulgar, que algún aficionado le daría después de adquirirlo en una sombría tienda de instrumentos de segunda mano.
de "Las gargaras de Gagarín"En 2002, siguiendo otro EP: The People, editaron su álbum debút, llamado simplemente The Music. Éste alcanzó a ser número 4 en el Reino Unido. Su single se reeditó para promover el álbum, pero sólo pudo ser número 14 en las posiciones. Dos singles adicionales del álbum, Getaway y The Truth is No Words alcanzaron #26 y #18.
En otoño 2004, pusieron a la venta su segundo álbum (Welcome To The North) que fue a ser número 8 esta vez, junto con Freedom Fighters (número 15), antes de viajar con la banda Incubus. En enero de 2005, su segundo single Breakin' alcanzó a ser número 20 en las listas.
The Music llegan para resucitar a la última piedra angular de la música rock que seguía sin ser profanada, Led Zeppelin. Y lo han hecho tan bien y con tanta gracia que no me extrañaría que, en un futuro inmediato, coparan portadas en la prensa inglesa y que hasta se les beatificase como redentores de la neo-psicodelia.
La fórmula –ya nos la mostraron en sus celebrados Ep´s- está clara: descargas de guitarras robustas y bien moduladas, la voz incómoda y certera de Robert Harvey –con gorgoritos a prueba de heavies- y pequeñas licencias electrónicas que actualizan, en cierto modo, el sonido del grupo, aproximándolo al legado de “Screamadelica”. Por si fuera poco cuentan con buenas canciones, algunas incluso mucho, como “The Music”, el corte más pop y cercano a unos Kula Shaker o unos Stone Roses con ganas de fiesta, otras más aguerridas y también clasicotas como “The Dance” o “Getaway”, toman un sabor manchesteriano en “The Truth Is No Words” y firman un crescendo realmente efectivo en “Human”. Así que, en conjunto, les ha quedado un disco enérgico y atractivo, porque ya se sabe, vale más tirar de lo clásico y salir con honor, que lanzarse a la piscina de la modernidad y que no se compre tu disco ni Trazan. Notable para ellos. (MONDO SONORO 2002)
Desahuciado como un esquimal
al que se le ha derretido el iglú
por el efecto invernadero.
Desahuciado como un sin techo
al que le han llenado la casa de policías,
satélites y cementerios.
Desahuciado como un campista
en el mundo de las autopistas.
Desahuciado como un caracol
sin concha, como un ermitaños
en la multitud, como una cerveza
sin maceta, como el teléfono
sin el pronombre eterno del tú.
Desahuciado como un río sin nombre
una marca sin anuncio,
un pez sin ojos rasgados
en el mar de la china.
Como un abrazo de una estatua.