No entender el límpido surtidor
y la fuente ultrajada.
No entender el módico manjar
y el surco de sangre.
No entender la desazón del despilfarro
y la presa del despojo.
No entender los pasadizos
que hay de una familia a otra.
¿Es la quietud cercada, defendida,
la que provoca la inquietud?
Dónde los pasadizos de la vergüenza.
Dónde.
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