David Monthiel
Yo me he portado muy bien este año, Kichi. Te lo juro. No he dicho nada del
Brexit, del Trumpazo o el gusanazodíaz.
Nada del no es no ni del no es sí, ni del no ni ná. He estao callao con lo del Matadero, lo del Loreto, lo de los liazos
en los plenos. Callaíto con lo del Fran, con lo de los encierros en el
ayuntamiento y con muchas cosas más. Ni pío sobre los durses de las monjas de Diputación,
de las posibilidades de moción. Ná de
ná de las supuestas broncas entre tú
y ese periodista que tanta grasia
tiene, que luego te pidió perdón en público. Ni de la misma bronca del ínclito
con un supermédico (¿Qué?). Ni del inicio de las obras en el Colegio Mayor, y del debate del nombre.
—Que le pongan Tanit.
—Mercedes Fórmica.
—Paca Plebo, home.
—Que le pongan el tuyo, joé.
Tan bien me he portado, que este año
no voy a entrar en el Falla, como
siempre, por la misma cara, por culpa de no sé quién. Y no pasa ná. Aquí está el tío. Pero, Kichi, dime tú: ¿y esas pobres
criaturitas que se han acostumbrao a
entrar y salir con la de mármol? ¿Esa gente que tenía ya su rollo montao para echar el rato, divertirse y
socializarse todas las noches? ¿Ahora qué van hacer dios-mío-de-miarma? ¿Irse a correr hasta Cortadura? ¿Verlo en Onda Cádiz? ¿Echar raíces en el Ducal?
Eso es un problemón social, Kichi. ¿Qué
será de esas personas humanas allí afuera esperando un cuelo que nunca llegará?
Yo sé que debería pedirte en esta
carta por la paz mundial, la
desaparición de los comeorejas, los todólogos y los que dicen defender valores
democráticos y critican a las cajeras de supermercado. Pero voy a pedirte por
los pobres conductores de coches, que cada día los veo más achantaos con tanto rollo de la bicicletita y el carril ese. Con lo
de la peatonalización o como se
diga. Eso sería un disparate. ¿Tú no has pensao
en lo felices que se sienten cuando, después de media hora de buscar
aparcamiento entre La Caleta y La Alameda, encuentran a uno de la
universidad que se va? ¿Qué va a pasar con ese subidón de venir a Cádi
a comprar un polito en Tinoco y
encontrar, a la primera, un sitio en El
Campo del Sur? ¿Tú sabes lo que es quitarle la ilusión a un tío que cuando
pilla sitio dice:
—¡Por Esparta!
Y se pasa a la semana cinco, seis o
siete horas aparcando? ¿Nunca has sentido lo que es la libertad al darle puño de
la moto a tope por la calle San Rafaé
y que el viento te agite el pelito? ¿Tú no has sentido esa cosa de gran premio
que es pasar follao por Sagasta esquina los Callejones? ¿Qué van a hacer esta gente
montada en una bicicleta? ¿Repartir periódicos? ¿Caballitos?
—Qué penita, joé.
Debería pedirte en esta carta por la
gente que va a pasar la Navidad en
la calle al raso, con el frío que está cayendo. Qué peletazo, illo. Pero, ¿y esa pobre gente que tiene
tantas casas que no sabe qué hacer con ellas y las tiene vacías porque no se
les ocurre alquilarlas? ¿Qué van a hacer cuando les metas a esa gente pobre por
doscientos pavos? ¿Qué culpa tienen ellos de tener tantas casas vacías y casi
en ruinas? ¿No te das cuenta de que son suyas y hacen lo que quieren con ellas?
¿Es que nadie piensa en que a lo mejor no saben que pueden alquilarlas o
arreglarlas? ¿No es mejor que se las alquilen por setecientos cincuenta pavos a
tres guiris?
Y por las pobres Eléctricas que, con esos cursos que tú
promocionas para ahorrar, se están quedando las pobres sin dineritos para
pagarle los sueldos a esa gente tan importante que contratan. Y eso que yo, por
no encender, ni enciendo la luz del frigorífico. Pero lo de las calles... Ahí
hay que gastar taco y no ser sarna. Seremos pobres, pero queremos gastarlo todo
comprando, que esa es la tradición, picha. Por eso te pido que pongas más luces
para que la gente pueda ver mejor los precios en los escaparates.
—¡Que es que no se ve ná de lo que uno le compra al cuñao!
Debería pedirte por los ENDUSSI
esos, ya que a mí me hacen mucha falta fondos, porque los perdí desde que
dejé de entrenar en el Panamá. Pero,
¿no has pensado en qué va a decir esa gente a la que se le puede acabar la
posibilidad de ser solidarios y caritativos si tu pones a Cádiz con buena hechura con los dineros, las deudas, el trabajo y
las cosas? ¿Qué va a ser de lo distraías
que son las cosas de la caridad? ¿Qué va a pasar con el turismo laboral y los
viajes de los que se van a trabajar fuera? Con lo que enriquece eso. ¿A qué se
le va a escribir un pasodoble guerrillero?
—¿Al peaje de la autopista? Qué
tristeza, joé.
¿A qué se van a dedicar los que
hacían y hacen fotitos sobre el mal estado de las calles, la dejadez en lo del
mobiliario urbano y demás reportajes del Beirut
en el que Cádiz se ha convertido?
Porque yo ya te veo repellando paredes en domingos
rojos para que la cosa esté bonita cuando llegue El carnaval o la Semana Santa,
sin ninguna consideración para las aficiones fotográficas de parte de tus conciudadanos.
Ni con su inspiración poética.
—¿Es que nadie piensa en la
fotografía?
Debería pedirte en esta carta por
esos que tantas cosas te recomiendan, que tantos consejos te dan. Y por la
patilla. Esos que te escriben cartitas cada día y tantas cosas bonitas te
dicen. Si tú dejas de hacer las cosas malamente, o se te va la pelota y un día
te pones chaqueta y corbata, te peinas o se te ocurre gritar VIVA ESPAÑA antes que el tío que está
deseando de decirlo, ¿qué va a pasar con los temas para escribir? ¿Qué será de
las columnas de opinión? ¿A qué se dedicarán? ¿A hablar del Cádi,
de Ortuño? ¿Del esquilmado del
carajo de mar para el mercado asiático? Dime tú: ¿de qué carajo van a hablar
los pobrecitos? ¿Del cambio del subdelegado y lo de ser el marido de? ¿De que
los reyes magos son los padres de la Constitución?
—¿No te da pena, hijo?
Porque dime tú: ¿Qué van a hacer los
derrotistas cuando puedan decir a la cara las cosas? ¿Se extinguirá el derrotismo
con eso del nuevo reglamento de
participación?
—Se está perdiendo y es una pena.
Por eso mi carta este año es para
pedir por todos ellos, esa gente tan necesitada, que tantas injusticias sufren.
Y por favor: ni se te ocurra cambiarles lo de la navidad con pamplinas de Reinas Magas ni ná porque, ¿tú quieres que se llene urgencias de gente atragantá por las uvas, hijo? ¿No sabes
que están los hospitales nique para
llenarlos de gente?
Sé que, en verdá, debería pedirte en esta carta por Alepo, por el futuro de esas
criaturitas, de los refugiados, pero, ahora mismo, me importan más el Alepo que tenemos encima desde hace
veinte años, que es como un bombardeo a cámara lenta. Y que tantos refugiados
han dejado en Camposoto, Puerto Real,
Chiclana, Jerez, Sevilla, Madrid, Suiza. Y en muchos sitios más. Refugiados
que ahora van a volver de vacaciones y van a pedirte cosas, como a los Reyes Magos.
—Un trabajito.
—Un pisito.
Me despido ya, Kichi, eso sí, pidiéndote —ya para mí—
paz, una paguita, amor y gamba blanca. Arsa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario