David
Monthiel
La estadística asegura que los gaditanos y gaditanas leen
2,8 libros al año. No está malote. Por si alguna se quiere animar, dejo aquí,
hoy que es un día normal y no hay que cumplir con nadie, unos cuantos que considero
estupendos. Muchos se encuentran en el catálogo de la red de bibliotecas
municipales, otros se pueden encontrar en librerías de lance y Baratillo a
precio de tieso. Échate un vistacito.
1.
El pentateuco de Isaac, Ángel Wagenstein.
Wagenstein es un sefardita búlgaro
que, cuando cumplió setenta y seis años, escribió una trilogía (toda publicada
en Libros del asteroide)
"judía". Partisano, con un premio por un guión en Cannes, Wagenstein
narra las vicisitudes de Isaac Blumenfeld a través de dos guerras, cuatro o
cinco nacionalidades, el campo de concentración y el gulag. Y un montón de
alocados chistes. Humor y horror. A raudales.
2.
Los mares del sur, Manuel Vázquez Montalbán
Hay que leer a Manolo. De atrás hacia delante, de Tatuaje a Milenium Carvalho. Acostado, de pie, en el autobús, mientras
esperas a tu colega, mientras se fríen las papas. Releerlo. Yo lo hago
continuamente. Y sé qué significa Linimento Sloan y a qué huele. De todas las
novelas, la más redonda, la más profunda, la más directa. Esta. La mejor
metáfora. El sur está en San Magín. Los canacos son obreros. Clásico.
3.
Últimos días de la víctima, José Pablo Feinmann
Interesante novela sobre un asesino que se interesa por
la víctima como si quisiera documentarse para narrar. Doble juego
lector-asesino que van de la mano descubriendo detalles de la vida de la
víctima. Triple juego sobre el tema del doble. Bien rematada.
4.
Un beso de amigo, Juan Madrid
Buena novela. Directa, al grano. Sin pamplinas. Rápida e
interesante. Profunda y crítica. Muy interesante la visión anticocacolística y
crítica de "la movida". Las conexiones de la gentrificación con el
fascismo. Toni Romano no permite que le llamen "tío". Cierta
violencia gratuita al final. Y demasiado castigo se lleva el Romano. Traidores
a todos y a todas. La avaricia.
5.
Roseanna, Per Wahlöö y Maj Sjowall
Primera novela de la saga de Martin Beck. De los considerados
precursores de la novela negra nórdica. Chica asesinada en un ferry.
Un caso lento con muchos días de nada. Y con un final in crescendo que te deja sin resuello. Magistral.
6.
La vida misma, Paco Ignacio Taibo II
José Daniel Fierro escribe novelas negras en el DF. Es un
autor reconocido. Un día recibe la visita de una comisión del municipio rojo de
Santa Ana para que sea jefe de la policía local. En un año y medio de gobierno
del cambio, los caciques del pueblo han asesinado a dos jefes de la policía. El escritor acepta el encargo. Utiliza una gorra de beisbolista y una chapa del hombre-araña.
Muy interesante la necesidad de escribir la historia del
gobierno justo de Santa Ana, las cartas del Jefe Fierro a su novia. El por qué
de la violencia. Un intelectual en la realidad dura, en la vida misma. PIT II o
el disfrute de leer.
7.
Diecisiete instantes de una primavera, Yulian Semionov
De esta novela y la serie Stirliz-Isayev
se vendieron cien millones de libros. Un soviético infiltrado en la cúpula nazi
durante los últimos 17 días de la Segunda Guerra Mundial.
No creas nada de que Stirlitz es el James Bond soviético.
Paridas coloniales. Nuestro agente está infiltrado en el estado mayor del
servicio de contraespionaje alemán. Es intuitivo, analítico, con capacidad de anticipación
creíble. Semiónov dota de rasgos humanos a los malos, los hace reales, construye
acciones verosímiles (no es fácil escribir diálogos entre Kalterbrunner, Himmler, Goering, Goebbels, Bormann), nos los
sitúa jerárquicamente en el estado de paranoia de un régimen nazi a punto de
ser derrotado por la URSS.
Documentadísima. Vibrante. Épica. Te queremos Isayev.
8.
Dejad que los cadáveres se bronceen, Jean-Patrick Manchette
Directa. Sin concesiones. Brutal. Cada minuto que pasa es
una posibilidad de morir. Una ceremonia macabra de tiempo y muerte.
9.
Los millones, Santiago Lorenzo
Descacharrante y entrañable novela sobre un Grapo que
vive en las miserias de la clandestinidad y le toca la lotería. Y no puede
cobrar el premio. Porque no tiene DNI. Miserias y grandezas de un pobre tipo en
el Madrid de los ochenta.
10. La promesa, Friedrich
Dürrenmatt.
Pizzolato debería haber leído este libro. Porque se
intuyen ecos en True detective. Niña
muerta. Caperucita. El policía que no se va a Jordania al hacer la promesa de
detener al asesino. La tensión de un obseso por el caso. El mago que regala
erizos, un buhonero, un cebo. Trabajo con el imaginario popular de los cuentos
centroeuropeos. Reflexión sobre la novela policial y sobre el suspense en una
historia que cuenta una historia. Dos momentos: en la búsqueda, no pasa nada
hasta que pasa algo. Y el final con la "verdad", en la que la
narradora juega a engañar a la lectora demorando la información hasta la
desesperación en un juego de suspense de niño cansino.