Córrete.
Susurrada en charquitos, como palabra ávida,
en saliva que es entregado fonema,
trepa tu plegaria, tu aullido,
al pulso vibrante de tu dominio convocado.
Se calcinan en el aire las islas
que emergen de tus labios
como las sucias flores que escupen los ángeles.
Salpican como agua ácidos internos,
es un golpe de río,
un dulce y desbocado silo, trocadas lágrimas
en pequeña tromba encarnada,
El final del túnel del don. Mana.
Córrete.
En las hebras, tras el rugido mojado
que fue mordido pétalo, en el rastro
de racimos, las yemas y el agua rota,
como fruta desordenada, quedamos vivos.
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