Interrumpir el discurso tiene un momento intencional, activo, además de ser el resultado de que al discurso han afluido fuerzas de procedencias diversas y de líneas dinámicas opuestas. Los textos de Benjamin sobre Baudelaire están llenos de ellas. Sus fuentes de información son los primeros documentos del socialismo, pero no lo son menos las memorias de jefes de policía y de aristócratas de abundante vida mundana. (Y estas últimas educan su vista para calar más penetrantemente en ciertas "maneras" de socialistas como Blanqui.) Enunciar una serie de temas abordados en las páginas que siguen ayudarán a comprender el estallido del discurso: los impuestos napoleónicos sobre los vinos, los traperos y los conspiradores profesionales, los precios de la suscripción a los periódicos, el aperitivo como uso de bulevar al servicio del folletón, los "negros" de escritores consagrados, el hundimiento del campesinado, el ejército como refugio de los empobrecidos, los tranvías y su influjo en el aislamiento de autómatas de los habitantes de las grandes urbes, las historias detectivescas, el color gris y el color negro en la indumentaria masculina, las fundas y estuches y forros para los objetos que adensan las habitaciones, la luz de gas, los bazares y el alma de la mercancía, la repercusiónen los gestos humanos del paso del artesanado a la producción en serie, el amor lésbico y los primeros movimientos en pro de la autonomía femenina.
Jesús Aguirre en la Introducción a "Poesía y capitalismo", Iluminaciones II, de Walter Benjamin.
en un viaje hacia la nada, en un viaje hacia allá abajo, hacia el fondo. Esta vez, dentro íbamos nosotros.
Primo Levi
-¿Por qué habríamos de parar? -dijo el maquinista-. Nos dirigimos hacia la belleza. ¿La veis allí? Y aceleraban la máquina de desiertos.
-No podemos parar. Ni pararemos. -dijeron los pasajeros-. Y reían sin freno y brindaban por la velocidad de las cosas y su verdad. -¿Por qué habríamos de parar? El horizonte es nuestro destino. Éste es el tren. Éste es el tren.
Nunca me ha dado por robar y no me gustan los ladrones, pero un día después del colegio Jimmy y yo nos colamos en uno de los garajes cerca de donde vivíamos. No estábamos robando, sólo enredando. Mmirábamos cómo funcionaban las cosas, curioseando en los cajones de herramientas. No era un robo de verdad, pero la policía nos cogió y nos llevó a casa. -¿Son sus hijos?- le preguntaron a mi padre. -No los he visto en mi vida. Le cerró la puerta a la policía en las narices. No podían hacer nada con nosotros porque éramos menores, así que nos tuvieron que soltar. Al principio me quedé espantado, pero luego me di cuenta de que fue lo más inteligente que le he visto hacer a mi padre. Me dejó alucinado, porque además después no lo mencionó nunca. Yo pensaba que me iba a dar la paliza de mi vida, pero ni siquiera sacó el tema. Así que la lección era: que no te cojan. La vida de mi padre fue mucho más difícil que la mayoría de la gente que conozco. Tuvo una infancia horrible en Irlanda, en casa de su padre, que era alcohólico, y su madrastra. Eran muchos hijos, de modo que tuvo que buscarse la vida. (...) Mi madre era harina de otro costal. Le encantaba la música que yo compraba. Antes de que me fuera de casa solía subir a mi habitación y preguntarme con su acento irlandés cerrado. -¿Qué has comprado últimamente, hijo? Antes has puesto unos ruidos que me gustaban bastantes. -No, mamá, no creo que te guste. Es el primer LP de Hawkwind. Se sentaba y escuchaba, absorviendo la música. por ejemplo, le gustaba mucho el Fun House de los Stooges. No era nada fácul interpretar el papel de rebelde con mi madre en mi habitación escuchando Fun House. Yo pensaba: "¡Dios, que alguien me saque de esta familia de locos cuanto antes! Otras veces me perdía de nuevo en mis fantasía de siempre: "¿Por qué no he nacido en una familia rica que me deje hacer lo que quiera? Todo sería mucho más fácil". A los niños les gusta fantasear, les atrae la idea de que los padres no les quieren. (...) Empecé a beber cerveza desde muy pequeño. Cuando mi abuelo murió, yo tenía once años y en e velatorio bebí cerveza como el que más, por lo que se montó una bronca monumental entre los primos de mi padre. Pensaban que era una auténtica vergúenza que un chaval de once años estuviera allí sentado tomándose una Guiness tras otra. Todos los demás estaban medio borrachos y yo tan tranquilo completamente sobrio. Dicen que el alcohol mata las neuronas, peor parece que a mí no me ha hecho daño. Si había algo que valía la pena destruir en mi cerebro seguramente pasó a mejor vida con la meningitis. Y lo que queda es muy resistente. (...) JOHN GRAY: Mientras tanto seguíamos en el colegio y los profesores se esforzaban por doblegarnos. Era un centro católico de chicos y los uniformes, la disciplina y la religión eran fundamentales. una vez me puse a discutir a voces con un cura joven y me echaron de clase por cuestionar demasiado las cosas. John era mucho más provocador. Un día nos dijeron que fuésemos con corbata y John no llevaba. -O te pones corbata o mañana no entras en el colegio- le dijo el cura. Así que John se presentó al día siguiente con una corbata, pero sin nada debajo. Llevaba una chaqueta, pantalones y no se había puesto camisa. El profesor le preguntó: -¿Por qué no llevas camisa? -Ayer me dijo que me pusiera corbata. Aclárese. (...) Todavía me quedaba dinero porque había estado trabajando durante el verano. Mi padre me había conseguido un trabajo en el que me daban veinticinco libras al día, así que estaba forrado. Me dieron mucho trabajo construyendo una planta de aguas residuales en Guildford. Esperoq ue la gente de Guildford esté agradecida. ¡Johnny construyó vuestras cloacas! Aprendí mucho trabajando con los ingenieros de obras. Era fascinante. Y yo con el pelo verde. A los obreros le importaba un bledo, sobre todo a los irlandeses. Allá tú con tu vida, esa era la actitud. Mientras fueses capaz de manejar la pala lo mismo daba. (...) STEVE JONES: Cuando era menor de edad acumulé bastantes antecedentes penales, catorce delitos en total. Estuve un año y medio en un reformatorio, pero nunca llegúe a estar en al cárcel, porque la mayoría de las veces que me cogieron era menor. Alguna vez me detuvieron por robar instrumentos. A partir de los dieciocho años te meten en la cárcel, pero gracias a los Pistols me libré. Cuando la banda empezó a tener éxito dejé de robar. Fue lo que me salvó.
No irish, no blacks, no dogs, John Lydon, Acuarela
Llueve, llueve sobre las cúpulas bruñidas por el beneficio, sobre los estandartes empapados por la usura del comercio llueve, llueve sobre los muros del Pontificado y los altares de lo Absoluto, todo el día llueve bronce sobre las campanas, sangre sobre las espuelas, llueven monedas de oro sobre el árbol de los abstinentes, llueve saliva de óxido sobre la teogonía de los metales, sobre las estatuas fundidas con la brevedad de los hombres, llueve sobre las llagas barrocas de la fe y sobre la corona de espinas, sobre San Sebastián según un modelo de Bernini atravesado por el acero, llueve la polilla del psicoanálisis sobre las negras sotanas, llueve en las afueras del hombre y en las cercanías del otro hombre que va en él, llueve sobre una mujer, la lluvia deja de ser lluvia, la mujer deja de ser mujer, llueve sobre lugares húmedos y el agua de los estanques favorable a la peste, llueve sobre los puentes y sobre el jardín en la casa de las prostitutas, llueve sobre los muchachos amenazados por el resplandor de la velocidad y el reclinatorio de los que van a morir a la edad de los príncipes. Aquí hay otra escritura, aquí amor y pájaros góticos contra la solemnidad del eco, aquí las viejas semillas, la madera de cruz plantada por la mano del romano, el burgo erigido hace ahora dos mil bajo las estrellas que inventó Copérnico, el mausoleo en cuya avaricia vive predestinada Roma, desvalida y esclava, el déspota que huye hacia otra ciudad que no existe en un caballo de hierro. Este es el lugar donde el escéptico le da la mano al inmoral y llamo inmoral a aquél que carece de la virtud de reconocerse en el otro, el insumergible en su mina de talco, el que ejerce la jerarquía como innato derecho y construye su tormento sobre la escoria de otros, el obsesivo en la negación de los actos ajenos, el impostor que muta, el himno con el que se alaba lo que se desprecia, la cautela ante el gozo. Hablad voces de la decrepitud, hablad bajo los párrafos inciertos del que padece memoria, lo que bajo las costillas del puente dedicado a la memoria de Umberto Primero es escritura de la gran cloaca romana, allí donde la deformación de la belleza conduce el pensamiento del hombre a la embriaguez, donde la persistencia de la hermosura abre su ojo de cíclope y extravía a los adúlteros por un paisaje con niebla. Toda la vida se parece a mi vida. la cabeza de Minerva y la de San Juan Bautista. el tributo con que paga el hijo la cripta de su padre. el agua del Nilo con que hace su pan el herrero, la pasta de polvo con que imita el albañil las piedras, la destilación de la música en los pasadizos, la lengua del Tíber abriendo las aldabas de la noche, toda la vida se parece a mi vida. el ojo del insubordinado se parece a mi ojo, la boca del inexistente se parece a mi boca, el gusano pasta la yema del jaguar, la metafísica hace su aparición en la anestesia, el convicto ha cancelado su pacto con la respiración, el papiro ha cerrado su acuerdo con las lianas secretas, la incinerada vocal de la náusea es inminente.
Pensamos que la reducción de los espacios para desarrollar espectáculos musicales en nuestra ciudad responde a una planificación poco estratégica por varios motivos:
Se está obstaculizando y entorpeciendo la actividad de iniciativas comerciales y de servicios en la zona. Esto a su vez disuade a posibles nuevas inversiones del sector en la ciudad.
Esta situación coloca en clara posición de desventaja a los artistas noveles, pues deben existir oportunidades de participación de todos los artistas sin contemplar el estilo (más comercial o menos), el currículum o trayectoria y la “calidad” (siempre subjetiva), y la reducción de los espacios deja la escena en manos de unos pocos empresarios cuyo objetivo (no lo olvidemos) es multiplicar sus ganancias, por lo que apostarán por artistas que le garanticen buenas ventas.
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En el contexto de una ciudad que se congratula de ser la cuna de la libertad y el arte, que mira hacia el 2012 con actitud de gran capital de la cultura, parece poco lógico recortar y suprimir las posibilidades de desarrollo de iniciativas artísticas y culturales. Más bien lo correcto sería pensar en que la Administración debería fomentar y fortalecer el tejido cultural de la ciudad a todos los niveles.
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Por la libertad de oportunidades para las iniciativas artísticas de Cádiz.
Por la libre expresión de la música ycontra su institucionalización y mercantilización.
Asociaciones, músicos, comerciantes y ciudadanía en general tenemos derecho a participar de la cultura y el arte de nuestra ciudad.
Domingo 13, de 12:00 a 14:00 h. , nueva concentración de “Salvemos el directo” .Partiremos de la Plaza del Palillero, en Cádiz, con el gurpo de batucada y nos quedaremos en la C/ Ancha.
Si tocas algún instrumento, tráetelo, si no, pásate, puedes apoyar la causa con tu presencia o recogiendo firmas, repartiendo información, si conoces a alguien que toque algún instrumento, avísale, y por favor reenvía este comunicado a tantas perosnas como puedas.
Durante esas dos horas, reivindicaremos con música en directo el cierre de pequeños locales, daremos información sobre el “por qué” de nuestra acción, y recogeremos firmas de los transeuntes que quieran apoyarnos. Informamos que durante el desarrollo de la concentración NO se beberá ningún tipo de bebida alcohólica ni se consumirá otro tipo de “sustancias”, no es una fiesta en la calle ni un botellón acomapañado de música en directo, pedimos vuestra colaboración en éste punto.
De raso negro, bordeada de armiño y con gruesos alamares de plata y de ébano, la gorra de Andrés Salaino es la más hermosa que he visto. El maestro la compró a un mercader veneciano y es realmente digna de un príncipe. Para no ofenderme, se detuvo al pasar por el Mercado Viejo y eligió este bonete de fieltro gris. Luego, queriendo celebrar el estreno, nos puso de modelo el uno al otro. Dominado mi resentimiento, dibujé una cabeza de Salaino, lo mejor que ha salido de mi mano. Andrés aparece tocado con su hermosa gorra, y con el gesto altanero que pasea por las calles de Florencia, creyéndose a los dieciocho años un maestro de la pintura. A su vez, Salaino me retrató con el ridículo bonete y con el aire de un campesino recién llegado de San Sepolcro. El maestro celebró alegremente nuestra labor, y el mismo sintió ganas de dibujar. Decía: "Salaino sabe reírse y no ha caído en la trampa". Y luego, dirigiéndose a mí: "Tú sigues creyendo en la belleza. Muy caro lo pagarás. No falta en tu dibujo una línea, pero sobran muchas. Traedme un cartón. Os enseñaré cómo se destruye la belleza". Con un lápiz de carbón trazó el bosquejo de una bella figura: el rostro de un ángel, tal vez el de una hermosa mujer. Nos dijo: "Mirad, aquí está naciendo la belleza. Estos dos huecos sombríos son sus ojos; estas líneas imperceptibles, la boca. El rostro entero carece de contorno. Ésta es la belleza".
Y luego, con un guiño: "Acabemos con ella". Y en poco tiempo, dejando caer unas líneas sobre otras, creando espacios de luz y de sombras, hizo de memoria ante mis ojos maravillados el retrato de Gioia. Los mismos ojos oscuros, el mismo óvalo del rostro, la misma imperceptible sonrisa. Cuando yo estaba más embelesado, el maestro interrumpió su trabajo y comenzó a reír de manera extraña. "Hemos acabado con la belleza", dijo. "Ya no queda sino esta infame caricatura". Sin comprender, yo seguía contemplando aquel rostro espléndido y sin secretos. De pronto, el maestro rompió en dos el dibujo y arrojó los pedazos al fuego de la chimenea. Quede inmóvil de estupor. Y entonces él hizo algo que nunca podré olvidar ni perdonar. De ordinario tan silencioso, echó a reír con una risa odiosa, frenética. "¡Anda, pronto, salva a tu señora del fuego!" Y me tomó la mano derecha y revolvió con ella las frágiles cenizas de la hoja de cartón. Vi por última vez sonreír el rostro de Gioia entre las llamas. Con mi mano escaldada lloré silencioso, mientras Salaino celebraba ruidosamente la pesada broma del maestro. Pero sigo creyendo en la belleza. No seré un gran pintor, y en vano olvidé en San Sepolcro las herramientas de mi padre. No seré un gran pintor, y Gioia casará con el hijo de un mercader. Pero sigo creyendo en la belleza. Trastornado, salgo del taller y vago al azar por las calles. La belleza está en torno de mí, y llueve oro y azul sobre Florencia. La veo en los ojos oscuros de Gioia, y en el porte arrogante de Salaino, tocado con su gorra de abalorios. Y en las orillas del río me detengo a contemplar mis dos manos ineptas. La luz cede poco a poco y el Campanile recorta en el cielo su perfil sombrío. El panorama de Florencia se oscurece lentamente, como un dibujo sobre el cual se acumulan demasiadas líneas. Una campana deja caer el comienzo de la noche. Asustado, palpo mi cuerpo y echo a correr temeroso de disolverme en el crepúsculo. En las últimas nubes creo distinguir la sonrisa fría y desencantada del maestro, que hiela mi corazón. Y vuelvo a caminar lentamente, cabizbajo, por calles cada vez más sombrías, seguro de que voy a perderme en el olvido de los hombres.
¿Qué relación mantienen la cultura y la vida cotidiana en la génesis de la obra artística?
Si consideramos el ocio como parte de ese 8 mágico de la distribución encadenada a la economía (8 de sueño, 8 de prisión, trabajo...) y al arte como mercado de ideas y egos, mercado de chispas y compraventa de ethos simbólico pues al final no decimos nada o sí. La industria del ocio nunca dejará de compravender subjetividades, ideas, vidas artísticas con ese mágico elemento que permite y proporciona semanalmente el ocio "aceptado" y que da caché frente a los más ociosos del lugar que se gastan su magia en sobrevivir. Money. Hay quien compra OCIO como compra amor, muerte, piel o saliva o acuarelas que luego enseñará en sus salones a los amigos y amigas. Crear arte sin estas premisas se me antoja ahondar en cuestiones ya resueltas por los situacionistas, Bourdieu o la larga lista de expulsados del paraíso del ocio y el entretenimiento que se niegan a darle valor de cambio a lo que hacen, crean, piensan en sus vidas cotidianas. Aunque al final lo hagan para pagar la renta, el tabaco, los vinos. El gesto artístico debe formar parte de la vida cotidiana y dejar de ser aspaviento enajenado en mitad de un universo silencioso. (Qué espesura, picha)
¿Qué relación mantienen la cultura y la vida cotidiana en la génesis de la obra artística?
Casi siempre son relaciones de dominación. La vida cotidiana y el arte son como el cerebro y la mano, como lo personal y lo político. De ahí la larga tradición de intentar destruir -aunque sea con nihilismo- la diferencia que hay entre artistas y profanos, los que escriben y los que leen. Bienaventuradas y bendecidas aquellas personas que rompen la dicotomía y hacen de su vida una obra de arte y no un arte que obra sin la vida. Aunque hay quienes siempre tienen tiempo para su obra y no para su vida y al revés. La génesis de la obra artística, dependiendo de la cosmovisión de la artista, puede estar en un cigarrillo delante de un ocaso o mientras se quitan los desperdicios del sumidero del fregadero. El chispazo viene, te pilla, claro; pero como decía un curriqui, que te pille trabajando. Luego viene la artesanía de la chispa, su reconversión en acero o ceniza, incluso dejar que el óxido gane la pieza. El tiempo, bruñidor de obras. También si a una le pagan por lexema tecleado pues se pone y le salen esos novelones tipo Dickens. Y qué me dicen del encargo, génesis clásico.
¿Crees que el Arte, en sus múltiples formas, es un mundo demasiado limitado a su propio código?
No. Y se ve claramente en la publicidad y en la nueva narrativa de las series de prestigio para espectadoras inteligentes (ámbitos claramente alejados de lo que se cataloga como “Arte”). En la publicidad, cada vez más alocada en sus códigos, se están alcanzando cotas de dadaismo espectaculares. Algunas artistas –más combativas- calificarán este hecho como “recuperación”, es decir, herramienta perdida y usada por el enemigo. Estos códigos antaño de vanguardia sirven para vender suscripciones a un servidor de Internet o para vender cervezas. En la narrativa posmoderna de las series hay mucho de código narrativo “complicado”: varias líneas temporales, personajes con pasado, presente y futuro mezclados en la narración, subtramas, secretos, cámaras al hombro y fluidez de videoclip en los planos, detalles a descubrir por la fan en sus ratos… todas estas forman parte de una narratividad que exige a la espectadora de tiempo, lentitud y atención. Así que lo críptico es osmótico con lo mundano cada vez más, sobre todo si nos sirve de palanca para la asaltar la percepción de la consumidora. Como ocurre tanto en poesía como en narrativa, los problemas de “códigos” entendidos como referencialidad exquisita y culturalismo (mundo griego, hechos históricos, autores oscuros, etc) en lo popular (series, peliculas, sketchs) ese culturalismo se compone de jingles de anuncios, escenas de películas adolescentes, video juegos primitivos… Si unos nombran y se refieren a Mecenas, otros a Marty Mcfly.