David Monthiel
Aseguran que La Máquina del Fango recién empieza a funcionar. Con un objetivo
claro: atacar liderazgos, minar esperanzas y, sobre todo, enfangar unas
primarias.
—¿Y Venezuela?
—¿Y los pisos de VPO?
—Se llevan mal. Mira el puño y la uve
de victoria.
—¿Monedero?
—¿Zapata?
Si echamos la vista atrás nos
daremos cuenta de que empezó a funcionar mucho antes de los informes personalizados
y picantones del CNI. Está ahí desde
La pedagogía del millón de muertos para
saber qué votar. Desde la formación profesional del enchufismo para saber a
quién respetar. Por eso la didáctica del dossier del CNI no es nueva. En otros
ámbitos se llama "la lista negra" y te deja fuera de los que van a
currar ese día en los muelles de Johnny
Friendly o en la subcontrata de Astilleros. Está
desde que aceptaste las cookies, tus búsquedas son rastreadas y los anuncios
que te salen en tu red social son los que más te pegan o se adaptan a tu perfil.
Si nos lo afinan en fiscalía o con un algoritmo especial, podemos comprarnos un
pack de seis cervezas, Lloro por King Kong, un
jack o prestar declaración en la AN sobre
un tweet.
La alquimia del chanchullo es
connatural al viejo sistema que tiene su fundamento en el arreglo y la mierda.
Si otras historias fueron contadas por un necio, llenas de ruido y furia, que nada significan, estas están narradas por un
corrupto en editoriales. Llenas de fusilamientos, "el dejar caer de
Julián", "el pato", submarinos, Scalas, abogados laboralistas, de
cal y torturas, dinero negro, fosas, señor x, hermanísimos, sobres, discos
duros, volquetes de putas, aeropuertos vacíos y ángeles de la guarda que buscan
aparcamiento.
—Demagogia.
Tanto es así que, en el Camino de Damasco, muchos remedan a un profético
Riechmann y
señalan en su calendario íntimo el día que dejan
de leer El País, el Mundo o apagan la radio de Prisa y corriendo. El libro
de Jorge es de 1997. "Lo llaman
democracia y no lo es" es de 2011. Así que imagínense qué cantidad de
fango y mentiras han estado tragando los que ahora se toman la pastillita roja
de la comunicación comercial de grandes emporios. Se acabó la ignorancia de la
ilusión. El resto es melancolía, un proceso cada vez más corto tras el expolio
de los años 80 y 90. Porque ahora sólo hacen falta diez años para reunir a los
cantantes de karaoke y hacer una relectura nostálgica de aquel programa de
infausto recuerdo.
—En Cuba a ti te hacen la cobra, ¿A
que sí?
Lo que sí denota la difamación es
otra cosa. Es el fenómeno: su apariencia y su fundamento. Un poné: La apariencia de la recogida de
alimentos del otro día en San Antonio
era la de una fiesta de la caridad.
—¡Sé solidario!
Yo la vi ciclada de chundachunda, bailecitos
de una mascotas de baloncesto, publicidad encubierta, azúcar para motivar a los
niños y niñas y voluntarios uniformados que celebraban con artificialidad
televisiva cada caja llena de los hidratos de la caridad.
—Y una tuna.
Su fundamento es más oscuro. El
hambre. Las colas de carritos. Gente concreta que no tiene para comer.
—Esa gente.
Otro poné más sesudito: la apariencia del "que da trabajo y crea
riqueza" tiene su fundamento en "el que te da de alta una hora y
trabajas seis, el que te roba parte de la riqueza". La apariencia del
"yo pienso" descartesiano, ya saben, tiene su fundamento en el "yo
conquisto" hernancortesista, la apariencia de "la riqueza" tiene
su fundamento en "el robo".
—Ya me perdí. Se ve que quiere
mostrarse como erudito.
La difamación quiere sacar a la luz,
a la opinión pública, el fundamento corrupto "general" de los que aparecen
como la gran esperanza blanca de la honestidad política.
—Son todos iguales.
Pero se encuentran con algo que
aparece como novedad, pero es la repetición (como farsa) de algo muy viejo. Y
lo de la farsa es porque si uno quiere informarse con algo de criterio tiene
que acudir a programas y publicaciones de humor. La idea de que regresa algo
que no pudieron exterminar, hacer desaparecer en cunetas. A pesar de todos los
esfuerzos y sacrificios que hicieron, acaban por coger un Blablacar con
la chusma.
En Andalucía sabemos que nuestra historia,
si la escuchamos, habla de muchas muertes. Las de hace quinientos años y las de
hace ochenta. Una doble razia de gente "sucia" que es prescindible en
esa "España grande y limpia".
Tanto en la del siglo XVI como la de 1936. De campesinos a campesinos. Del
progrom a la Causa general del
Franquismo. Esa España limpia
tiene como oscuro fundamento matar y expulsar campesinos, ya fuera por su
religión, por el color de su piel, por su modo de hablar, y matar
jornaleros de los llamados conscientes en la Idea, con ética de straigh edge, sindicalistas, peligrosos,
exterminables. "Dadle café, mucho
café", que decía uno de los limpadores.
—¡Qué completa ausencia de cultura
democrática!
En la tormenta no se distinguen las
lágrimas de los escupitajos. Nuestra pequeña victoria es saber que les aterra
que aparezcan en el cara a cara esas
gentes que ellos limpiaron. Otra vez. Y que su fundamento, a pesar de la guerra
sucia, sea la memoria, la honestidad, la ideología, las ganas, la esperanza.
Aunque luego se equivoquen, usen el humor negro o no puedan pagar un piso y lo
vendan.
Esa es nuestra victoria.
Su miedo.
Otra vez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario