Admitamos que por una breve noche una república de deseos se vio gratificada. ¿No confesaremos que la política de esa noche tiene más fuerza y realidad para nosotros que, digamos, el gobierno de la nación en pleno? Algunas de las "fiestas" que hemos mencionado duraron dos o tres años.;Es esto algo que merezca la pena imaginar, por lo que merezca la pena luchar? Estudiemos la invisibilidad, el tramaje, el nomadismo psíquico; y ¿;quién sabe lo que hemos de conseguir?..."
La cosa del TAZ es que yo no la inventé, solamente le di un nombre. Pienso que es una realidad sociológica el que los grupos de personas se junten para maximizar algún concepto de libertad que comparten tan naturalmente como la respiración. Cuando todo el potencial para la aparición de un TAZ es maximizado, porque has ayudado a maximizarlo o porque su situación local ha llegado a un cierto punto donde se hace posible, lo harás. Como he dicho antes, un TAZ está en todas partes de dos a varios miles de personas, quiénes por poco más de dos o tres horas o tanto como un par de años logran mantener ese ambiente en marcha. Y es increíblemente vital. Es vital el que cada ser humano tenga alguna experiencia así, o nunca sabrá que otro mundo es posible.
El TAZ es utopista en el sentido de que defiende una intensificación de la vida diaria o, como los surrealistas habrían dicho, la irrupción de la magia en la vida cotidiana. Pero no puede ser utópico en el sentido efectivo del término, de ";no lugar";, el lugar sin lugar. El TAZ es y está siempre en algún sitio. Se sitúa en una intersección de fuerzas, como una especie de centro de fuerza pagano en la confluencia de misteriosas líneas cósmicas, reconocibles al adepto en aparentemente invisibles fragmentos de tierra, paisaje, flujos de aire, agua o animales. Pero ahora las líneas no están todas trazadas en el espacio-tiempo.
En tanto el TAZ es intensificación, derroche, exceso, potlach, vida consumida en vivir en vez de en sobrevivir (ese lamentable bienestar de los 80), no podrá ser definido ni por lo técnico ni por lo antitécnico. Se contradice a sí mismo sin dudarlo, porque se quiere a cualquier coste y sin perseguir ninguna perfección -que supondría su inmovilidad final.
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