La madrugada,
tránsito de relojes sigilosos,
murmura como animal cansado.
Creen los dueños que duermen,
que el sueño apresa los cuerpos rendidos
en la enorme sábana del mundo.
Titilan las dudas. Y no hay sueño
que no conceda su carne a lo enfermo.
En el desvelo desnudo se respiran
quimeras como arroyo entre dos orillas ásperas,
como hebras de luz en la explosión:
los sueños son coraza, corazón,
zona, comarca del desvío. Sí.
Pero en el desvelo se arropan las certezas:
1.Que los versos no corroen.
2.Que los versos no muerden.
3.Que los dueños creen que duermen.
3 comentarios:
Cómo me gusta volver a coincidir contigo amiga... Habrá que dormir la siesta, no?
habrá versos que corroan
Inwit: ou yé! Animo con las cosas del vivir. Vamos pensando en agosto.
JoseM: habrá, habrá.
salud
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