Pablo ha hecho lo que una pretendía. Aquí está todo sobre el proceso a Tiqqun.
Para desquitarme de la noticia, cortopego de Diagonal este texto del Amat.
Para desquitarme de la noticia, cortopego de Diagonal este texto del Amat.
UNA CITA MÁS, UN NUEVO FRENTE
KIKO AMAT
Fermín Muguruza es lo más parecido a un héroe popular que existe en estos momentos en el panorama español, una posición que, desde luego, ocupa de misma manera en mi universo personal. Con Fermín es en cierto modo irrelevante si me gustan o no sus discos; algunas veces lo hacen, otras no. Me gustaban mucho Kortatu (el agujero del que emergían era remarcablemente parecido al mío: working class, skinheads y punks, Clash y Ruts, Redskins, ska y purito cabreo suburbial) pero nunca pude introducirme de la misma manera en el mundo de Negu Gorriak, musicalmente hablando. Fermín Muguruza en solitario, el León Asmático, es otra cosa: su decisión de basarse más en el reggae y el dub y abandonar la fusión de su anterior grupo lo hicieron remarcablemente más disfrutable para todos los que sufrimos alergias al metal y sus aleaciones. Pero, como digo, nada de esto importa tanto. Lo que importa de veras es que, como con los cuentos épicos que se han contado siempre antes de mandar a los niños a la cama, duermo mejor si existe Fermín. Ya no tomo valeriana, desde que él ha vuelto (nunca se fue). Es reconfortante saber que alguien tan cabezota, íntegro y honesto como él sigue ahí fuera. Es bueno recordar que Muguruza seguirá citándonos en trincheras en los años venideros; seguirá diciéndonos que nos quiere y que nos espera en la barricada a las tres. Y algunos irán y otros nos quedaremos haciendo la siesta, y dará un poco igual. Porque él no va a desistir y seguirá esperando, regresando a la primera línea, al día siguiente, a ver si esta vez acudimos. Lleno de buena voluntad, desprovisto de cinismo, optimista como él solo, enfadado como cien. Dijo alguien un día (Ted Leo, me parece) que los rojos deberíamos tener menos miedo a enarbolar banderas, utilizar eslóganes y héroes. Si el enemigo los tiene, ¿por qué nosotros no? Estas cosas enfervorizan, apasionan, convierten: la diferencia entre algo excitante o narcótico reside en el uso que hacemos de nuestros gritos de guerra, nombres, todas esas batallas que no aparecían en mapas. No deberíamos tener miedo de usarlas. Y Muguruza es uno de nuestros héroes, es uno de mis héroes políticos. Si vuelve a citarme en algún frente, esta vez iré.
KIKO AMAT
Fermín Muguruza es lo más parecido a un héroe popular que existe en estos momentos en el panorama español, una posición que, desde luego, ocupa de misma manera en mi universo personal. Con Fermín es en cierto modo irrelevante si me gustan o no sus discos; algunas veces lo hacen, otras no. Me gustaban mucho Kortatu (el agujero del que emergían era remarcablemente parecido al mío: working class, skinheads y punks, Clash y Ruts, Redskins, ska y purito cabreo suburbial) pero nunca pude introducirme de la misma manera en el mundo de Negu Gorriak, musicalmente hablando. Fermín Muguruza en solitario, el León Asmático, es otra cosa: su decisión de basarse más en el reggae y el dub y abandonar la fusión de su anterior grupo lo hicieron remarcablemente más disfrutable para todos los que sufrimos alergias al metal y sus aleaciones. Pero, como digo, nada de esto importa tanto. Lo que importa de veras es que, como con los cuentos épicos que se han contado siempre antes de mandar a los niños a la cama, duermo mejor si existe Fermín. Ya no tomo valeriana, desde que él ha vuelto (nunca se fue). Es reconfortante saber que alguien tan cabezota, íntegro y honesto como él sigue ahí fuera. Es bueno recordar que Muguruza seguirá citándonos en trincheras en los años venideros; seguirá diciéndonos que nos quiere y que nos espera en la barricada a las tres. Y algunos irán y otros nos quedaremos haciendo la siesta, y dará un poco igual. Porque él no va a desistir y seguirá esperando, regresando a la primera línea, al día siguiente, a ver si esta vez acudimos. Lleno de buena voluntad, desprovisto de cinismo, optimista como él solo, enfadado como cien. Dijo alguien un día (Ted Leo, me parece) que los rojos deberíamos tener menos miedo a enarbolar banderas, utilizar eslóganes y héroes. Si el enemigo los tiene, ¿por qué nosotros no? Estas cosas enfervorizan, apasionan, convierten: la diferencia entre algo excitante o narcótico reside en el uso que hacemos de nuestros gritos de guerra, nombres, todas esas batallas que no aparecían en mapas. No deberíamos tener miedo de usarlas. Y Muguruza es uno de nuestros héroes, es uno de mis héroes políticos. Si vuelve a citarme en algún frente, esta vez iré.
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