21 agosto 2009

CANCIÓN PARA ANTES DE LA SIEGA

La ira cande bajo la ceniza,
las manos se convierten en puños
y gritos de rabia se acallan y sofocan.
Aún así, la fiesta resplandece.

Tiempo de siega es para la mies,
un rumor de ira sorda amenazante ruge
y las guadañas se preparan y afilan.

Pero la fiesta bulle alegremente roja.
La vieja abulia húngara se diluye.
Tensa, no resiste la soga y se rompe.
Se abate, temeroso y sumiso, el viejo orgullo.
¿Qué augura este silencio, este momento?

Tiempo de siega es, la siega húngara.
Caen espigas y también cabezas.
Un son de vengadores crece y crece.
Es el tiempo de la siega, estad atentos.

Ady, Endre (Hungría, 1877-1919)

2 comentarios:

la luisa dijo...

Maese David, sea la paz con vuesa merced fraterna y quede aquí esta glosica que pillé hace ya tiempo pensando en festejarla por mi trigésimosegundo quando fuere del nacer y luego se quedó más que olvidada hasta esta Hungría que ahora me lo trae. Te lo sus corto y pego dendel roalico donde yo los tenía sin recordar bien por no apuntar si traducción del Fayad Jamis sobre original del Attila Jozsef o algo así el húngaro con acentos desos igual puestos raros sin poner u otra deletreación exacta igual. Yastá. Chuchería, vaya. Por la alegría de saludarle v.m. y hasta muy pronto ya. Brazos y pellizque a la buena gente de parte de la Nasrì Patrol esta y toda suya daquín d'usted. Ea:


Para mi aniversario

Treinta y dos años cumplo en este día.
Una sorpresa es esta poesía:
sencillamente una
chuchería.

Regalo que a mí mismo me daré
en un tranquilo rincón de este café.
Únicamente yo
lo gozaré.

Mis 32 se eclipsaron. Total:
no tuve nunca un salario vital.
¡Todo esto, mi patria,
es tan real!

En vez de gastador de plumas bien hubiera
podido ser maestro, y hoy no fuera
un pobre diablo
cualquiera.

No pude serlo porque el amo extraño
de la Universidad de Szeged, tan huraño,
me dijo un no
de este tamaño.

Dictó su fallo intempestivo y duro
por mi poema aquel ‘Corazón puro’...
Y casi me fusila
contra un muro.

Y contra mí la patria defendió
al infeliz. Loco, desenvainó
su sable
(aún lo recuerdo yo).

Mientras yo sea yo, mi buen señor,
en Hungría no será profesor,
tartamudeó poniéndose
rojo como una flor.

Si a Antal Horger le place que el poeta
no estudie allí gramática, su jeta
se alegra con muy poco:
ya tendrá su rabieta.

Seré maestro aunque le pese a usté,
a todo el pueblo mío enseñaré
y en ningún grado ya
me detendré.

deefeeme dijo...

grande, luis!
yo no conocía mucho a los húngaros
pero voy a por ellas.

nos vemos prontito.