Hijo mío
recuérdalo
son éstos los pitucos
tienen un aire
verdad
que es un desaire
tienen la marca
verdad
de su comarca
mira
son los pitucos
nacen junto a la rabla
respiran el salitre
le hacen guiños al sol
se rascan el ombligo
duermen siestas feroces
besan con labios blandos
y en la rambla se mueren
y van al paraíso
y claro
el paraíso
es también una rumbla
fíjate bien
son ellos
los pitucos
casi una raza aparte
son nietos de estancierros
primos de senadores
sobrinos de sobrinos
de heroicos industriales
son ágiles
imberbes
deportistas
cornudos
mira cómo te miran
bajo sus lentes negros
pero no te preocupes
en el fondo
son buenos
aman los dividendos
escuchan a Stravinsky
se bañan diariamente
con jabón perfumado
y a la hora del crepúsculo
bajan todos al Centro
hijo mío
prométeme
nunca intentes hacerles
zancadillas
los pitucos son tenues
los pitucos son blandos
una bocina
un grito
a veces una huelga
les arruinan el alma
en ocasiones
raras ocasiones
se hacen los malos
dicen palabrotas
pero después se mueren
de vergüenza
y allá en su diario íntimo
se azotan con metáforas
hijo mío
recuérdalo
son éstos los pitufos
tienen un pelo
verdad
que es terciopelo
una cadencia
verdad
que es decadencia
tú
déjalos pasar
son de otra raza
admíralos
toléralos
apláudelos
escúpelos
tírales caramelos
cualquier cosa
después
cuando seas grande
grande
y tengas un hijo
lo tomas de la mano
lo traes aquí a la rambla
y sin darle importancia
le dices
hijo mío
son ésos los pitucos.
M.B.
1 comentario:
¡qué vivan el pelo y la piel!
(y los besos desnudos)
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