22 junio 2010

La necesidad de un cambio de paradigma

La movilización global que (re)produce esta realidad obvia se confunde con la vida y hablar de biopoder resulta totalmente insuficiente. No nos encontramos ante una forma de ejercicio del poder. Es mucho más. La vida ocupa ahora el lugar del mercado en la organización de la sociedad. Con la expresión «mano invisible» A. Smith intentaba explicar cómo un individuo a pesar de perseguir su propio beneficio, acababa favoreciendo a toda la sociedad. Ahora la «mano invisible» es la vida. En la movilización global, lo que el poder efectúa para dominar la vida es lo que la propia vida realiza por ella misma. O lo que es igual: la circularidad del vivir —el hecho de que el querer vivir es decisión siempre dentro del propio querer vivir— coincide con la circularidad de la producción, que es producción de la producción. No existen grietas, y es difícil romper la circularidad entre vida y política. Pero el resultado más importante al que llegamos es que la conciencia ha sido conquistada. El Yo, la conciencia espacializada en tanto que unidad de movilización, ha sido convertida en una marca (capitalista). Cuando la conciencia es una simple marca ya no se puede hablar de alienación.
Este término resulta insuficiente para decir un proceso que no es de mera colonización. Lo que sucede es que el Yo en lo más íntimo es capitalismo. Nosotros somos y actuamos como una marca. No se trata de mercantilización —que sería una forma de alienación económica— puesto que la mercancía, en última instancia, sigue teniendo una relación con el valor de uso. Tampoco de alienación en un sentido más existencial. La alienación, en este caso, no es más que una autoescisión que puede llegar a ser cerrada. Cuando nuestro Yo se convierte en marca (comercial) ya no queda ningún resto fuera de ella. Ya no es posible ninguna forma de reapropiación porque no hay nada que reapropiar.

En Movilización Global, Breve tratado para atacar la realidad, Traficantes de sueños, 2009, de Santiago López Petit


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