La comunidad está poco en boga entre los “literatos”. Por el contrario, está demasiado en boga el clan, la camarilla, el cenaculillo, el conciliábulo, la unión provisional de narcisistas que, en el período que precede a sus riñas y mandarse a la mierda, se dicen recíprocamente cuán hábiles e incomprendidos son. Está muy en boga la autonarración consolatoria ("Yo soy un grande, pero no me entienden", "la cultura ha muerto, por eso no encuentro espacios"), narración que se convierte inevitablemente en *circle jerk* (es decir hacerse mutuas puñetas dispuestos en círculo) y a esta ineficaz terapia de grupo incluso la quieren vender como "resistencia", incluso se le atribuye un cierto valor "político".
En este tipo de conductas se atestigua la "gélida carga" del mito del autor (mito romántico, decadente, "maldito", umbilical, en cualquier caso tremendamente egocentrado y "antropocéntrico" en la acepción más negativa posible). Pesa varias toneladas y doblega los hombros de quienes precisamente se creen herederos de una tradición de espaldas erguidas, el Autor en actitud de desafío titánico, piernas abiertas y puños apoyados en las caderas, sobre el promontorio de los siglos.
Ya sería tiempo que mis colegas se "descargaran" del fardo de una idea de autor que en realidad es muy reciente, y redescubriera (para esto puede ayudar también y sobretodo la red) la dimensión *ecocéntrica* del escritor. "Eco" deriva de "oikein", habitar: el "escritor residente" del cual habla Peter Bichsel, el poeta/narrador como miembro de una comunidad, es más, de varias comunidades en círculos concéntricos, heredero de figuras que existen desde el alba de los tiempos, del aedo al griot, del bardo al trovador, del cuentahistorias al titiritero, etc. La escritura, la poesía, la narración como *regalos a la comunidad* y como oficio de vivir con los demás.
[La poesía que regresa "en voz alta" es otra de las señales de una toma de conciencia en este sentido. Lástima que algunos autores "hurgan bien y predican mal", en el sentido que son capaces de hacer bonitas veladas y de nuevo *ecocéntricas*, sin embargo teorizan el peor *antropocentrismo* artístico y *ombligocentrismo* autorial.]Para un pleno redescubrimiento del ecocentrismo en literatura, es necesario extirparnos de los huesos los músculos irritados y contraídos. Se necesita un masaje enérgico. La red nos exige hacer cuentas con una dimensión de "apertura" y nos desafía a confrontarnos con nuevas posibilidades, con el riesgo constante de "perder el estilo". Nos obliga a buscar un equilibrio. Nos exige poner en discusión el ego, a relativizar la figura del Autor. Por esto, a pesar de todo, la amo como la pupila de mis ojos, como la pupila de los ojos de todos.
En este tipo de conductas se atestigua la "gélida carga" del mito del autor (mito romántico, decadente, "maldito", umbilical, en cualquier caso tremendamente egocentrado y "antropocéntrico" en la acepción más negativa posible). Pesa varias toneladas y doblega los hombros de quienes precisamente se creen herederos de una tradición de espaldas erguidas, el Autor en actitud de desafío titánico, piernas abiertas y puños apoyados en las caderas, sobre el promontorio de los siglos.
Ya sería tiempo que mis colegas se "descargaran" del fardo de una idea de autor que en realidad es muy reciente, y redescubriera (para esto puede ayudar también y sobretodo la red) la dimensión *ecocéntrica* del escritor. "Eco" deriva de "oikein", habitar: el "escritor residente" del cual habla Peter Bichsel, el poeta/narrador como miembro de una comunidad, es más, de varias comunidades en círculos concéntricos, heredero de figuras que existen desde el alba de los tiempos, del aedo al griot, del bardo al trovador, del cuentahistorias al titiritero, etc. La escritura, la poesía, la narración como *regalos a la comunidad* y como oficio de vivir con los demás.
[La poesía que regresa "en voz alta" es otra de las señales de una toma de conciencia en este sentido. Lástima que algunos autores "hurgan bien y predican mal", en el sentido que son capaces de hacer bonitas veladas y de nuevo *ecocéntricas*, sin embargo teorizan el peor *antropocentrismo* artístico y *ombligocentrismo* autorial.]Para un pleno redescubrimiento del ecocentrismo en literatura, es necesario extirparnos de los huesos los músculos irritados y contraídos. Se necesita un masaje enérgico. La red nos exige hacer cuentas con una dimensión de "apertura" y nos desafía a confrontarnos con nuevas posibilidades, con el riesgo constante de "perder el estilo". Nos obliga a buscar un equilibrio. Nos exige poner en discusión el ego, a relativizar la figura del Autor. Por esto, a pesar de todo, la amo como la pupila de mis ojos, como la pupila de los ojos de todos.