17 junio 2012

Poemas que quise escribir, VII


PLACERES

La primera mirada al levantarse por la ventana.
El viejo libro recobrado
Rostros llenos de entusiasmos
Nieve, el cambio de las estaciones
El periódico
el perro
la dialéctica
Ducharse, nadar
Música antigua
Zapatos cómodos
Comprender
Música nueva
Escribir, plantar
Viajar
Cantar
Ser amable.


SONIDOS

Más adelante, en otoño
Se aposentan en los chopos grandes bandadas de cornejas.
Pero durante todo el verano
Como en la zona no hay pájaros
Sólo escucho sonidos humanos.
Y me pongo contento.



LA COMPRADORA 

Soy una anciana.
Al despertarse Alemania
recortaron las pensiones.
Mis hijos me daban dinero de vez en cuando un dinerillo.
Pero yo ya no podía comprar casi nada.
Al principio iba menos a las tiendas donde antes compraba a diario.

Pero un día me lo pensé mejor y volví
a diario a la panadería y a la verdulería
como antigua clienta.

Escogía cuidadosamente entre los comestibles
y no me llevaba ni más ni menos que antes:
añadía los panecillos al pan y los puerros al repollo

 y sólo cuando me hacían la cuenta lanzaba un suspiro
rebuscaba con mis rígidos dedos en el monedero
y confesaba, sacudiendo la cabeza, que no me alcanzaba el dinero

para pagar aquellas pocas cosas y, con nuevos movimientos de cabeza,
salía de la tienda, a la vista de los parroquianos.
Y me decía:

si todos los que no tenemos nada dejamos de aparecer donde se exhibe la comida,
podrían pensar que no necesitamos nada.
Pero si venimos y no podemos comprar nada, se sabrá cómo están las cosas.


Bertolt Brecht

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