04 noviembre 2013

Cerdán



-No es por azar que a pronto de entrar en la sicosis del fin del milenio se ponga de moda un libro como 1984 de Orwell y renazca el interés por las otras dos propuestas de literatura utópica más consistentes del siglo XX: Un mundo feliz, de Huxley, y Nosotros, de Zamiatin. No es que el fin del siglo confirme las premoniciones utopistas de estos tres autores, pero en una época de crisis, los sectores más críticos de la cultura viven la pesadilla del hundimiento de todos los modelos y cuando no hay modelos avalados ni avalables no queda otra salida que la utopía o el cinismo, a veces disfrazado de un pragmatismo disfrazado de eficacia histórica disfrazada de la virtud de la prudencia. No quisiera hacer sarcasmos en presencia del cuerpo sin vida de un hombre que me mereció todos los respetos y que hoy me merece sólo el respeto de los que creyeron en él como portavoz del proyecto revolucionario. Pero en presencia del cuerpo sin vida de Fernando Garrido me planteo qué se hizo de la prudencia revolucionaria que tanto reclamó en sus últimos tiempos para disimular que había perdido toda posibilidad de imprudencia. He dudado entre respetar la convocatoria de este acto, planteada previamente al asesinato, o anularla y sumarme al dolor que todo buen revolucionario debe sentir, aunque no considere a Fernando Garrido un revolucionario. Yo tampoco le considero un revolucionario y, sin embargo, quisiera que me creyerais cuando os digo que estoy triste, como sólo se puede estar triste cuando se pierde algo que afecta a la propia identidad. Y si he aceptado finalmente venir es porque este asesinato es por sí mismo un aparente aval de la utopía negativista. Sometidos a la pesadilla, los críticos de la realidad pueden reaccionar apostando por una utopía positiva o negativa. Una apuesta por la utopía positiva conlleva obedecer el mandato de Lenin formulado en un momento en que la crisis se cernía sobre el movimiento socialista ruso y europeo y, carente de todo modelo que no fuera un fracaso, Lenin hizo suya la propuesta de Liebknecht: estudiar, hacer propaganda, organizarse para mejor aprehender una realidad ya no aprehensible por una mecánica política progresivamente devaluada por su obcecación con su propia lógica y por su renuncia a entrar en un forcejeo dialéctico con la realidad. Una apuesta por la utopía negativa, en cambio, conlleva precisamente en estos momentos ver en el asesinato de Fernando Garrido una prueba de que el Mundo Feliz de Huxley está cerca, o que está cerca la Oceanía de Orwell o ese cosmos deshumanizado de Zamiatin. Y que ese mundo no es otra cosa que el sistema mundial de dominación que se traga a sus hijos, los integra en la fatalidad de las reglas del juego de la supervivencia y del equilibrio. Bajo este prisma, el teléfono rojo ni siquiera une. Ata. El asesinato de Garrido es una peripecia engullible que no va a desenterrar las picas de los sans-culottes ni va a sacar los tanques a la calle. Es un pedazo de carne ofrecido a la lógica del sistema y cuestionar este hecho significa cuestionar el sistema y poner en peligro la celebración de actos como éste o que se pueda reunir el Comité Central en la legalidad o que haya cursos universitarios para mayores de veinticinco años o que escritores como Vázquez Montalbán puedan ganar el Planeta. Ni Orwell, ni Huxley, ni Zamiatin pudieron prever que la confabulación para conseguir el mundo horroroso que profetizan pudiera resultar de un pacto implícito y explícito entre los dos sistemas antagónicos. Zamiatin era un narozni, un populista ruso que creía en una revolución campesina y en la implantación de un modo de producción asiático, frente al sistema de acumulación capitalista de estado que significó la NEP impulsada por Lenin y acuñada por Stalin. Huxley frivolizaba irónicamente sobre los excesos a que podía llevar el comunismo ruso, no comprendido en directo, sino interpretado a partir de la apasionada chachara de los jóvenes comunistas ingleses de entreguerras, entre regata de Oxford y regata de Oxford. De hecho la obra de Huxley es un chiste que trata de alertar, mínima y liberalmente, a la supuesta conciencia liberal británica. Y en cuanto a Orwell, como muy bien dice Deutscher en Herejes y renegados: «Aunque su sátira está más claramente dirigida contra la Unión Soviética que la de Zamiatin, Orwell veía también elementos de su Oceanía en Inglaterra de su propio tiempo, para no hablar de los Estados Unidos. En realidad, la sociedad de 1984 encarna todo lo que él odiaba, todo lo que le disgustaba en su propia circunstancia: la gris monotonía del suburbio industrial inglés, la mugrienta, tiznada y hedionda fealdad de lo que trataba de recoger en su estilo naturalista, reiterativo, opresivo: el racionamiento de la comida y los controles gubernativos que conoció en la Gran Bretaña en guerra…»

Manuel Vázquez Montalbán, Asesinato en el Comité Central. 

29 septiembre 2013

Albóndigas

En el bar Egipto de la plaza de la Gardunya solían tener ya tres o cuatro excelentes cazuelas de buena mañana y tortillas frescas y españolas, sin nada que ver con las momificaciones tortilleras que suelen servirse en los bares de España antes del mediodía. Carvalho huía de las albóndigas de bar y restaurante porque las amaba y era conocedor de las peores carnes que suelen utilizarse en este plato ibérico, sin las redecillas de grasa de cerdo que utilizan los franceses, harina y huevo, una película de sinceridad para que la bolita sea lo que tiene que ser, bolita, y no sea, como no lo es la Tierra, redonda. Casi todas las buenas albóndigas están achatadas por los polos. Las albóndigas del Egipto eran exactas en la textura, porque exacta era la proporción de carne y miga de pan. Si la albóndiga tiene demasiada carne semeja un oscuro tumor de bestia, y si es el pan el excesivo, uno tiene la sensación de que mastica algo previamente masticado. Requisito indispensable para la albóndiga es el buen uso que se haga del tomate en su salsa. Aunque Carvalho era partidario del tomate porque era partidario de los mes-tizajes culturales, no podía tolerar la solución tomate aplicada como recurso de color y sabor para que en él naufragaran los restantes sabores del cuerpo y el alma de los seres vivos. Y cuando un guiso tiene el tomate justo entonces, y sobre todo de mañana, el consumidor puede pedir esa leche fresca que es el pan con tomate, acompañante exacto de una buena tortilla de patatas y cebolla e incluso de un guiso de albóndigas como las del Egipto, levísimamente atomatadas. Notables también las cazuelas de sardinas en escabeche, las de pies de cerdo o las de tripa, problemática entonces la selección, que Carvalho solía resolver por la albóndiga y la tortilla, porque para escabeches ya tenía los suyos y en cambio difícil era encontrar la materia exacta del microcosmos de la albóndiga. Bar de mercado, para desayunadores copiosos y felices, restaurante económico para artistas, gente de teatro y jóvenes de precaria emancipación, el Egipto estaba situado junto al bar Jerusalem en un barrio que se iba convirtiendo en el Harlem barcelonés a la espalda del mercado de la Boquería. Los negros salían al anochecer y se reunían en bares monocolor de las callejas que unían el laberinto de la Boquería con las calles del Carmen y del Hospital, nacidos los negros para caminar bien y predicar la exactitud del cuerpo. Pero a estas horas de la mañana, la plaza de la Gardunya era el culo de la Boquería. Muelle de camionetas, escaparate de contenedores de basura que iniciaban la putrefacción nada más salir del templo, gatos ariscos consentidos por su lucha a muerte con los ratones que esperaban el menor descuido para apoderarse del mercado, del viejo barrio, de la ciudad entera. Aquellos gatos municipales rendían una primera batalla decisiva contra los subterráneos enemigos del hombre y en sus pieles quedaban los costurones, cicatrices de sórdidos encuentros con la horda roedora, mis-teriosos encuentros a espaldas de los hombres, como si guardaespaldas y asesinos fue-ran dueños de un espacio, un tiempo, una convención vida muerte que sólo a ellos les pertenecía. Sinfonía de bocinas en la cola de coches que esperaban entrar en el parking de la Gardunya y el optimismo inocente del estómago bien lleno de buena mañana convencen a Carvalho del uso de las piernas, cruza el pasillo central del mercado lleno de pesados cuerpos compradores agredidos por el tráfico de los carretones manuales que van reponiendo las mercancías. Por el pasillo de frutas con toda la geografía del mundo, pero sin la historia tradicional de las frutas, sin conciencia de verano ni invierno, el melocotón chileno o la cereza de invernadero, desemboca Carvalho en el esplendor de las Ramblas de las Flores y retiene el descenso hacia su despacho. Repasa las notas que ha tomado sobre el caso de la botella de champán. Detiene su andar. Arranca la hoja. Hace una bola con ella y busca una papelera entre quiosco y quiosco floral, pero finalmente se la guarda en un bolsillo del pantalón y alarga las zancadas para llegar cuanto antes.

Manuel Vázque Montalbán, Los pájaros de Bangkok.

21 septiembre 2013

Localismos



—Cuando éramos más pequeños, la cultura del flamenco la veíamos más extraña y la influencia era anglosajona, pero con los años la música se enriquece mucho si cada uno trabaja con sus localismos. No puedes lograr matices ni buscar precisión si escribes sobre Michigan. Cuando un tío de allí te escuche, se reirá. Y es muy curioso, porque estamos acostumbrados a escuchar los localismos guiris, con Manchester o Brooklyn, con Bowie cuando se fue a Berlín y le dedicó canciones, y luego tenemos muchos complejos para hacer una sobre el Pumarejo.


Daniel Alonso de Pony Bravo.

10 septiembre 2013

ESTA MÁQUINA DE GUERRA




Aquí 
es donde se desbaratan los miedos, 
donde se esfuman 
los dueños de las palabras.

Venid. 

Aquí es donde se hunden  
las vocales del grito, 
el pálpito que dijo  
mío,  
tuyo,  
vuestro.

Mirad.  

Ya se apaga la linterna de muerte 
que en la noche nos alumbra.

Venid. 

Aquí donde los pecios del ahíto 
serán hambre grande de todo, 
donde la cadena de seda, 
los frigoríficos llenos, 
las batas, las arias,
los vetos, los restos, los gozantes,
desaparecen
se esfuman,
se van,
en este momento,  
ahora,
aquí,
en la voz,  
la boca,  
la tráquea,  
los pulmones. 

La respiración. 
  
Justo antes  
de que todo  
siga  
igual.


SERVIDUMBRE DE PASO (Borrador, I)


Heredamos la máscara más útil.
La del respeto.
Y un furor enquistado en la entraña más oculta
para el asentimiento.

Heredamos un orgullo acechado
por el hambre, el pan del hambriento, el pan negro
y un puñado de latidos
con el sabor del cimarrón.

Heredamos la sombra repetida
de las cárceles
y el abrazo más frío de las fosas sin nombre.
Un dolor que se bebió las dudas, 
la sangre 
de los que la pusieron sobre las fechas.

Heredamos los fantasmas 
que recorren las manos agrietadas, 
las manos muertas, los dedos perdidos, 
las listas negras y  los folletos 
que la lluvia deslía en los talleres.

Heredamos las barriadas de la muerte 
y los traidores 
que aquilataron la renuncia. 
Los hijos en las zanjas de un apellido, 
las madres que se rinden vendiéndolos 
al saber. 


Heredamos una sonrisa
acechada de sudores y lobos,
el coraje de lo suficiente, el vestido del desnudo.
Aquellas canciones que compartían
tantas pérdidas.

Heredamos la barca del peregrino,
un hogar en ninguna parte.
La servidumbre del paso,
los caminos vedados,
el consuelo de andar juntos.

Heredamos una pregunta
jaspeada de cansancio,
una respuesta desvalida
ante la furtiva verdad 
de la historia. 
Una vejez 
que  hallamos un día cualquiera 
en el espejo.


09 septiembre 2013

JONÁS CUMPLE TREINTA Y DOS AÑOS



Si lames
las botas,
los chanclos,
los zapatos italianos,
los mocasines,
las deportivas,
los pies descalzos,
con pedicura o no,
del que manda
o casi manda
o cumple órdenes
o es lo que hay
lo siento
pero
debes comprender
que las cosas son así
cumplo con mi deber
yo sólo hago mi trabajo
y lamo las botas,
los chanclos,
los zapatos italianos,
los mocasines,
las deportivas,
los pies descalzos,
con pedicura o no,
del que manda
y nunca, nunca,
a veces, de vez
en cuando,
restalla el látigo
sobre mi espalda.

01 septiembre 2013

Casi siempre



No eran muchos los años de la alcaldesa narradora de entusiasmos del trabajo que su marido y ella habían hecho para despertar aquellos rincones de sueño de siglos de franquismo.
—Aquí había franquismo siglos antes de que Franco mandara.
—En España ha habido franquismo casi siempre –comentó Carvalho, ganado por la entusiasmada politización de la señora alcaldesa.




La rosa de Alejandría, Manuel Vázquez Montalbán.

09 agosto 2013

Pasado

-¿Quién es el asesino?
-La Historia, la guerra sucia. El pasado es el lugar donde están las causas, es decir, los culpables. Por eso los culpables insisten tanto en la inutilidad del pasado. Quieren un mundo sin culpables y cuando resulta imposible, cuando el pasado resucita la culpa, los culpables vuelven a matar, vuelven a ser lo que siempre fueron. Asesinos.

"La muchacha que pudo ser Emmanuel", Manuel Vázquez Montalbán

18 julio 2013

PROVERVIOS EXTEMPORÁNEOS


I. 
La libertad 
se produce. 
Se contraduce. 



II. 
EAU D’APOLLINAIRE 

El lenguaje 
pertenece 
a los perfumistas.

25 junio 2013

Aimé Césarire

Una civilización que se muestra incapaz de resolver los problemas que suscita su funcionamiento es una civilización decadente.
Una civilización que elige cerrar los ojos ante sus problemas más cruciales es una civilización enferma.
Una civilización que hace trampas con sus principios es una civilización moribunda.
El hecho es que la civilización llamada europea, la civilización occidental, tal como le dieron forma dos siglos de régimen burgués, es incapaz de resolver los dos problemas mayores que originó su existencia: el problema del proletariado y el problema colonial; que, presentada ante el tribunal de la razón y ante el tribunal de la conciencia, esta Europa no puede justificarse; y que, cada vez más, se refugia en una hipocresía tanto más ociosa cuanto que cada vez tiene menos posibilidades de engañar.

06 junio 2013

Canción del levantado

No adoptes nunca el nombre que te dé la policía 
No acerques tu caricia a la piel del invasor 
No comas de su trigo, no bebas más su leche 
No dejes que tu alberca la vuelvan lodazal 

No esperes casi nada de su magistratura 
No reces en su lengua, no bailes con sus ropas 
No pierdas nunca el agua que duerme a los guardianes 
Ni alojes en su boca la sal de tu estupor 

No guardes en el sótano más bombas incendiarias 
No firmes con tu letra los presagios del poder 
No tiendas más cadáveres en la comisaría 
No esperes nunca nada de la voz del ataúd

No entregues tu camisa a ninguno de sus bancos 
Ni viertas en tu vientre el pozal de una bandera 
No lleves a tu amigo a los pies del impostor 

No dejes que su lengua fructifique tras tu casa 
No permitas a tus hijos, 
nunca dejes a tus hijos 
esconderse en su jardín.


Enrique Falcón, Porción del enemigo, Calambur, 2013.
 

27 mayo 2013

Nadie está sola


En este mismo instante
hay una mujer que sufre, 
una mujer torturada 
tan sólo por amar
la libertad. Ignoro 
dónde vive, qué lengua 
habla, de qué color 
tiene la piel, cómo 
se llama, pero  
en este mismo instante, 
cuando tus ojos leen  
mi pequeño poema, 
esa mujer existe, grita,  
se puede oír su llanto 
de animal acosado, 
mientras muerde sus labios
para no denunciar 
a su pareja. ¿Oyes?  
Una mujer sola  
grita maniatada, existe  
en algún sitio. 
¿He dicho sola?  
¿No sientes, como yo,  
el dolor de su vientre  
repetido en el tuyo? 
¿No te mana la sangre
 bajo los golpes ciegos?  
Nadie está sola. Ahora, 
en este mismo instante, 
también a ti y a mí
nos tienen maniatados.

Robado de Poemas de cualquiera.

Intervención sobre un poema de José Agustín Goytisolo. [ Revisión 1, versión 158. Poema de código abierto. Es posible verlo nacer y progresar: para ello hay que hacer click en el botón PLAY aquí, arriba a la derecha. ]

17 mayo 2013

De entre todas las cosas

De entre todas las cosas
amo las desgastadas,
las que el tiempo decora con cambios y con pérdidas.
El tiempo las corrige, las dispone para su verdadero cometido,
las detiene invisibles de tanto ser miradas
y después la belleza
se posa sordamente
igual que una campana tañendo bajo el mar.
La belleza que había
en la mano y la tierra
se adhiere, se convoca sobre la superficie
o el color.
La ceniza que el tiempo esparce sin cesar
nieva en las cosas
y las deja habitadas de omisiones y tactos,
las convierte en extraños espejos,
y bajo el aspecto de collar o cuchara
nos miramos en ellos
como somos y fuimos.
Por eso amo el cuchillo que obedeció a la mano
que hoy cuenta su madera
(el uso lo ha cubierto como una cicatriz de suavidad).

De entre todas las cosas amo las desgastadas
porque son una cita entre muchos y yo:
bebiendo de una copa se están besando labios
y voces por venir,
al coger un martillo estrechas viejas manos.

También a mí el tiempo invisible me empuña
para clavar un verbo o partir la alegría,
talla delgadas muescas en mi cara
y poco a poco me encorvará su fuerza.
No pido para entonces la belleza:
sólo estar gastado de pasión,
ceñido de armonía.


José María Parreño, de Nueve poemas inéditos, Fe de erratas, Colección Puerta del Mar, Diputación de Málaga.

14 mayo 2013

Walter Bejamin y el capitalismo como religión, de Giorgio Agamben

Traducido para Rebelión por S. Seguí



1. Hay signos de los tiempos que, aunque obvios, los hombres, que escrutan las señales en los cielos, no llegan a percibir. Cristalizan en eventos que anuncian y definen la época, es decir, eventos que pueden pasar inadvertidos y no alterar en nada, o casi nada, la realidad en la que encajan y que, sin embargo, y precisamente por esto tienen valor de signo, de indicio histórico: semeia ton kairon . Uno de estos eventos tuvo lugar el 15 de agosto de 1971, cuando el gobierno de EE.UU., bajo la presidencia de Richard Nixon declaró que la convertibilidad del dólar quedaba suspendida. Si bien esta afirmación ponía fin, de hecho, a un sistema que había vinculado durante mucho tiempo el valor de la moneda a una base áurea, la noticia, que saltó en plenas vacaciones de verano, provocó menos debate del que era razonable esperar.
Sin embargo, desde ese momento, la inscripción que todavía se puede leer en muchos billetes de banco (por ejemplo, en los de la libra esterlina o la rupia, pero no en los del euro): “ Me comprometo a pagar al portador la suma de ...” refrendada por el gobernador del banco central, perdió definitivamente su sentido. Esta frase pasó a significar que a partir de ese momento a cambio del billete el banco central correspondiente haría entrega a quien lo solicitara (si alguien era lo suficientemente tonto como para hacerlo) no una cierta cantidad de oro (para el dólar, 1/35 de onza) sino un billete exactamente igual. El dinero había quedado desprovisto de cualquier valor que no fuera el puramente autorreferencial. Tanto más sorprendente fue la facilidad con que fue aceptado el acto del soberano estadounidense, que equivalía a cancelar el patrimonio de oro del dueño del dinero. Y si, como se ha sugerido, el ejercicio de la soberanía monetaria de un Estado consiste en su capacidad para inducir a los participantes del mercado a emplear sus obligaciones como dinero, en ese momento las obligaciones perdieron toda consistencia real, se habían convertido en puro papel.
El proceso de desmaterialización de la moneda se había iniciado muchos siglos antes, cuando las necesidades del mercado llevaron a añadir a la moneda metálica, necesariamente escasa y engorrosa, letras de cambio, billetes bancarios, juros , goldsmith’s notes, etcétera. Todas estas monedas de papel son en realidad títulos de crédito, por cuya razón se conoce como moneda fiduciaria. La moneda metálica, en cambio, valía –o hubiera debido valer– su contenido de metales preciosos (cuestión, como se sabe, insegura: el caso extremo fue el de las monedas de plata acuñadas por Federico II, que apenas usadas dejaban a la vista el rojo de cobre). Sin embargo, Schumpeter (que vivió, es cierto, en un momento en el papel moneda había desbordado la moneda metálica), pudo afirmar no sin razón que, en última instancia, todo el dinero es sólo crédito. Después del 15 de agosto de 1971, habría que añadir que el dinero es un crédito basado sólo en sí mismo y que no refleja nada más que a sí mismo.


2. El capitalismo como religión es el título de uno de los más penetrantes fragmentos póstumos de Walter Benjamin.

Que el socialismo era algo parecido a una religión fue observado con frecuencia (entre otros por Schmitt: “El socialismo pretende dar vida a una nueva religión que para los hombres de los siglos XIX y XX tuvo el mismo significado que el cristianismo para los hombres de hace dos mil años.”) Según Benjamin, el capitalismo no es sólo, como afirma Weber, una secularización de la fe protestante, sino que él mismo es esencialmente un fenómeno religioso, que se desarrolla como parásito a partir del cristianismo. Como tal, como religión de la modernidad, se define por tres características:
1.- Es una religión de culto, tal vez la más extrema y absoluta que ha existido jamás. Todo en ella tiene significado sólo con referencia al cumplimiento de un culto, no con un dogma o una idea;
2.- Es un culto permanente, es “la celebración de un culto sans trève et sans merci ”. No es posible aquí distinguir entre días festivos y días laborables, sólo hay un único e ininterrumpido día de fiesta-trabajo en el que el trabajo coincide con la celebración del culto;
3.- El culto capitalista no remite a la redención o la expiación de la culpa, sino a la culpa misma: “El capitalismo es quizás el único caso de un culto no expiatorio sino culpabilizador… Una monstruosa conciencia culpable que no conoce la redención se convierte en culto, no para expiar en éste su culpa sino para hacerla universal ... y para atrapar al final a Dios mismo en la culpa ... Dios no ha muerto, sino que se ha incorporado al destino del hombre.”
Precisamente porque tiende con todas sus fuerzas no a la redención sino a la culpa, no a la esperanza sino a la desesperación, el capitalismo como religión no tiende a la transformación del mundo sino a su destrucción. Y su dominio es en nuestro tiempo tan completo que los tres grandes profetas de la modernidad (Nietzsche, Marx y Freud) conspiran, según Benjamin, con él, son solidarios, de alguna manera, con la religión de la desesperanza. “Este paso del planeta hombre por la casa de la desesperación, en la soledad absoluta de su recorrido es el ethos que define Nietzsche. Este hombre es el superhombre , es decir el primer hombre que comienza a darse cuenta conscientemente de la religión capitalista.” Pero también la teoría freudiana pertenece al sacerdocio del culto capitalista: “Lo reprimido, la representación pecaminosa ... es el capital, sobre el cual el infierno del inconsciente paga intereses.” Y, en Marx, el capitalismo “con los intereses simples y compuestos, que son función de la culpa ... se transforma inmediatamente en socialismo”.


3. Vamos a tratar de tomar en serio y desarrollar la hipótesis de Benjamín. Si el capitalismo es una religión, ¿cómo podemos definirlo en términos de fe?, ¿en qué cree en el capitalismo? ¿qué implica, en lo que respecta a esta fe, la decisión de Nixon?

David Flüsser, gran estudioso de la ciencia de las religiones –hay también una disciplina con este extraño nombre– estaba trabajando sobre la palabra pistis , palabra griega que Jesús y los apóstoles utilizaban para “fe”. Un día se encontraba en una plaza de Atenas y en un momento dado, al levantar los ojos, vio escrito en grandes caracteres ante él Trapeza tes pisteos . Aturdido por la coincidencia, miró mejor y después de unos segundos se dio cuenta de que simplemente estaba ante un banco: trapeza tes pisteos significa en griego “banco de crédito”. He aquí el significado de la palabra pistis, que llevaba meses tratando de averiguar: pistis , “fe” no es más que el crédito de que gozamos ante Dios y del que la palabra de Dios goza en nosotros desde el momento en que creemos en él. Por esta razón Pablo puede afirmar en una famosa definición que “la fe es la sustancia de las cosas esperadas”: es lo que da credibilidad a la realidad y a lo que no existe todavía, pero en lo que creemos y tenemos fe, en lo que hemos puesto en juego nuestro crédito y nuestra palabra. Creditum es el participio pasado del verbo latino credere : es aquello en lo que creemos, en lo que ponemos nuestra fe, cuando establecemos una relación de confianza con alguien tomándolo bajo nuestra protección o prestándoles dinero, confiándonos a su protección o tomando dinero prestado. En la pistis paulina pervive, es decir, la antiquísima institución indoeuropea que Benveniste ha reconstruido, la “fidelidad personal”: “El que detiene la fides puesta en él por un hombre tiene en su poder a este hombre ... En su forma primitiva, esta relación implica una reciprocidad: poner nuestra fides en alguien procuraba, a su vez, su garantía y su ayuda.”
Si esto es cierto, entonces la hipótesis de Benjamin de una estrecha relación entre capitalismo y cristianismo recibe una confirmación ulterior: el capitalismo es una religión basada enteramente en la fe, una religión cuyos seguidores viven sola fide (sólo por medio de la fe). Y como, según Benjamin, el capitalismo es una religión en la que el culto se ha emancipado de todo objeto y la culpa de todo pecado y, por lo tanto, de toda posible redención, así, desde el punto de vista de la fe, el capitalismo no tiene objeto: cree en el hecho puro de creer, en el puro crédito ( believes in pure belief ), es decir: en el dinero. El capitalismo es, por ello, una religión en la cual la fe –el crédito– ha sustituido a Dios. En otras palabras, en tanto que la forma pura del crédito es dinero, es una religión cuyo dios es el dinero.
Esto significa que el banco, que no es más que una máquina de fabricar y manejar crédito, ha tomado el lugar de la iglesia y, mediante la regulación del crédito, manipula y administra la fe –la escasa e incierta confianza– que nuestro tiempo todavía tiene en sí mismo.


4. ¿Qué ha significado para esta religión la decisión de suspender la convertibilidad en oro? Ciertamente, algo así como una aclaración de su propio contenido teológico, comparable a la destrucción mosaica del becerro de oro o al establecimiento de un dogma conciliar. En cualquier caso, un paso decisivo hacia la purificación y cristalización de su propia fe. Ésta –en forma de dinero y crédito–se emancipa ahora de todo referente externo, cancela su nexo de idolatría con el oro y se afirma en su carácter absoluto. El crédito es un ser puramente inmaterial, la parodia más perfecta de esa pistis , que no es sino “la sustancia de lo que se espera.” La fe –así rezaba la famosa definición de la Carta a los Hebreos– es sustancia – ousia , término técnico por excelencia de la ontología griega– de lo que se espera. Lo que Pablo quiso decir es que el que tiene fe, el que ha puesto su pistis en Cristo, toma la palabra de Cristo como si se tratara de la cosa, el ser, la sustancia. Pero es precisamente este “como si” lo que la parodia de la religión capitalista elimina. El dinero, el nuevo pistis , es ahora inmediatamente y sin residuos sustancia. El carácter destructivo de la religión capitalista, de la que hablaba Benjamin, aparece aquí en plena evidencia. La “cosa esperaba,” ya no existe, ha sido destruida, y tiene que serlo porque el dinero es la esencia misma de la cosa, su ousia en el sentido técnico. Y, de esta manera, se quita de en medio el último obstáculo a la creación de un mercado de la moneda, a la transformación integral del dinero en mercancía.



5. Una sociedad cuya religión es el crédito, que sólo cree en el crédito, está condenada a vivir a crédito. Robert Kurz explicó la transformación del capitalismo del siglo XIX, todavía basado en la solvencia y la desconfianza respecto al crédito, en el capitalismo financiero contemporáneo. “Para el capital privado del siglo XIX, con sus propietarios personales y sus respectivos clanes familiares, eran todavía válidos los principios de honorabilidad y solvencia, a la luz de los cuales el incremento del uso del crédito era casi obsceno, como un comienzo del fin. Las novelas por entregas de la época están llenas de historias donde las familias numerosas se arruinan a causa de su dependencia; en algunos pasajes de Los Buddenbrook , Thomas Mann llegó a crear un tema de Premio Nobel. El capital productivo sujeto al pago de intereses era, por supuesto, esencial para el sistema desde el primer momento de su formación, pero todavía no tenía un papel decisivo en la reproducción capitalista global. Los negocios de capital “ficticio” se consideraban típicos de los ambientes de estafadores y personas deshonestas, al margen del capitalismo real ... Incluso Henry Ford se negó durante mucho tiempo al uso del crédito bancario, obstinándose en su decisión de financiar sus inversiones sólo con su propio capital.” (R.Kurz, El fin de la política y la apoteosis de dinero , Roma, 1997; Die Himmelfahrt des Geldes , en “Krisis”, 1995).

Durante el siglo XIX, esta concepción patriarcal se disolvió completamente y el capital empresarial recurrió cada vez más al capital monetario, tomado del sistema bancario. Esto significa que las empresas, con el fin de seguir produciendo, deben, por así decirlo, hipotecar por anticipado cantidades crecientes de trabajo y de futura producción. El capital productor de mercancías se alimenta ficticiamente de su propio futuro. La religión capitalista, de acuerdo con la tesis de Benjamin, vive de un endeudamiento permanente, que no puede ni debe extinguirse. Pero no son sólo las empresas las que viven, en este sentido, sola fide , a crédito (o a débito). También los individuos y las familias, que recurren cada vez más al mismo, están análogamente tan implicados en este continuo y generalizado este acto de fe en el futuro. Y la Banca es el sumo sacerdote que administra a los fieles el único sacramento de la religión capitalista: el crédito-débito.
Fuente: http://www.lostraniero.net/archivio-2013/152-maggio-2013-n-155/803-un-commento-oggi.html
Sobre Pablo de Tarso desde la filosofía de la liberación, imprescindible: 

04 mayo 2013

HOMENAJE A MARAT



Kokol y Polpoch.-
(Recitativo)
En aquel tiempo, amigos, hacía cuatro años
que la revolución tenía el poder en sus manos.
Se había ido a la porra el dorado espantajo
y se habían quedado sin azotea
(Por la cabeza)
algunos reaccionarios.
 
El coro.-
(Al foro, canta)
Los aristócratas a la hoguera
y los hisopos al arroyo.
 
Cucurucu y la Rosiñol.-
(Recitativo)
Era una fecha conmemoratoria:
la víspera de la Federación
y Marat revivía la gloria
de la primera gran victoria,
¡victoria de la revolución!
 
El coro.-
(Al fondo, canta)
Los generales, empalados.
Especuladores a la horca.
 
Roux.-
Viva la Revolución.
 
(Los cuatro cantores y otros pacientes se disponen en actitud de apoteosis alrededor de la bañera. Le tienden una corona vegetal)
 
Un enfermo.-
(Al foro)
No queremos cavar, Marat, la propia tumba.

Un enfermo.-
Quisiéramos también, si es posible, comer.
 
Un enfermo.-
Vivimos todavía en una catacumba.
 
Todos los enfermos.-
Queremos prosperidad. ¡Así no puede ser!

Kokol.-
(Señalando la corona)
Marat, te coronamos con estas pobres hojas.
El laurel se ha agotado en los laureles.
Lo colocaron en principescas cabezotas
y en las de generales y académicos fieles.
 
(Coronan a Marat, lo levantan en su bañera y los pacientes lo izan sobre sus hombros)
 
El coro.-
¡Viva Marat! ¡Viva Marat!
¡Eres el único en el que tenemos confianza!
¡Contigo y no con otro podemos aún contar!
 
(Llevan a Marat en triunfo alrededor de la plataforma. Simona sigue el movimiento, dirigiéndole una ansiosa mirada. Los cuatro cantores y los pacientes del cortejo ejecutan un ritual de homenaje muy estudiado)
 
La Rosiñol.-
(Ingenuamente, creyendo que lo que está ocurriendo es verdad)
Padrecito Marat, te has puesto hecho una pena
de rascarte.
¡Nuestra revolución
no debe ser sangrienta ni sangrante!
 
Kokol y Polpoch.-
(Cantan)
¡Marat, qué cuatro años
de actividades
denunciando a traidores
y potestades!
¡Ay, obligado
fuiste a huir y anduviste
muy molestado!
 
Cucurucu y la Rosiñol.-
¡Pero tú combatiendo
siempre a los curas,
a aristócratas necios
y sinecuras!
¡Tú tan entero
y otros lamiendo a nobles
en el trasero!
 
Los cuatro cantores y El coro.-
Marat, ¿qué están haciendo con la Revolución?
Lo que ocurre nos causa malísima impresión.
Nosotros somos pobres; no nos dan ocasión.
No esperes a mañana, dice nuestra canción.
 
(Marat es vuelto a colocar solemnemente en su bañera. Le han quitado la corona. Simona le cambia la venda muy aprisa y le ajusta la toalla a los hombros. Termina la música. Sade está sentado, inmóvil, y contempla irónicamente la escena)

La Rosiñol.-
¡Y venga de chuparnos la sangre, venga, venga!
Y venga de echarnos cachitos de papel diciendo que es dinero,
papel que sólo sirve ciertamente
para poder limpiarnos (con perdón) el trasero.
 
Un enfermo.-
Fraternalmente compartimos miserias y piojos.
 
Un enfermo.-
Tenemos libertad para morir de hambre.
 
Un enfermo.-
Con igualdad cerramos, muriéndonos, los ojos.
(Coulmier se mueve, nervioso, en su silla)
 
Roux.-
¿Quién reina en los mercados de frutas y verduras?
¿Quiénes tienen cerrados para ellos los graneros?
¿Quiénes han engordado y han sido los logreros
que no han distribuido los campos requisados?
 
(Coulmier mira a su alrededor. Una hermana lleva a Roux hacia atrás)
 
Los pacientes.-
(Al fondo, haciendo compás con las manos, tras haberse puesto de acuerdo)
Estamos retenidos en esta casa injustamente.
Estamos todos sanos. Vivamos libremente.

(Aumenta la agitación)
 
Coulmier.-
(Golpea la barandilla con su bastón)
Señor de Sade.
 
(Sade no reacciona)
 
Me parece que debo imponer aquí la voz de la razón. ¿Adónde vamos a parar si desde el principio de la obra dejamos que se desarrolle este tumulto? Es peligroso. Por favor, por favor; tengamos calma. Al fin y al cabo han cambiado los tiempos y deberíamos esforzarnos en ver estos tristes incidentes bajo una luz un poco más serena. ¿De acuerdo, señor de Sade? ¿De acuerdo todos? (Los pacientes son rechazados por los enfermeros. Algunas hermanas se sitúan frente a los pacientes y cantan una letanía para calmarlos)



Persecución y asesinato de Jean-Paul Marat representado por el grupo teatral de la casa de salud de Charenton bajo l adirección del Señor de Sade, de Peter Weiss. Versión de Alfonso Sastre.

30 abril 2013

El soldadito (Gramsci, Benjamin, Habermas, Gólgota)

En el caso de que un “bloque histórico en el poder” ejerza el gobierno hegemónicamente cumpliendo con los intereses de los ciudadanos, el consenso (fundamento de la legitimidad) permite la paz social (al menos en principio y precariamente), y no hay por lo tanto violencia. Cuando un grupo social, del “bloque social de los oprimidos” (del pueblo), cobra conciencia que sus intereses no se cumplen en el proyecto político vigente, o que ciertos derechos que van descubriendo los oprimidos no son reconocidos por los grupos dirigentes, entran en disidencia gracias al consenso crítico de los dominados (o las víctimas). Se rompe así el consenso social y se perturba la paz social. 
El “bloque histórico en el poder” no conoce (o reconoce) los nuevos derechos que los disidentes defienden. Usa entonces la coacción policial contra los nuevos derechos y dicha acción es violenta según la descripción inicial indicada. La clase dirigente se transforma en clase dominante, es decir, violenta, represora, usando la coacción de las instituciones contra los derechos de los oprimidos con conciencia de la injusticia de la situación vigente, con críticas con consenso crítico (principio de nueva legitimidad).
-El soldadito clava el clavo del crucificado convencido que hace su trabajo y cumple con la ley, Se dice “este es un sinvergüenza” y se gana el salario. Su familia -y muchos intelectuales- va a celebrar ese salario por cumplir la ley contra los sinvergüenzas, esos tres que se levantaron contra la ley del Imperio. El crucificado dice: “perdónalo, no sabe lo que hace”. Y le suelta una crítica a la ideología. Ha fetichizado su visón ideológica. El crucificado no perdonó a los sacerdotes del templo ni a los jerifaltes romanos.

Reflexiones sobre "Hacia la crítica de la violencia" de Walter Benjamin más comentario de la sesión 10 del Seminario de la Cátedra Walter Benajmin, E. Dussel. 

27 abril 2013

UBRIQUE

David Franco Monthiel o la poesía como forma de resistencia

Pedro Bohórquez Gutiérrez
 
El escritor gaditano David Franco Monthiel (1976) leyó una muestra de su obra a un grupo de alumnos del IES Maestro Fatou de Ubrique con motivo del Día Internacional del Libro. La lectura, celebrada en el salón de actos con las asistencia de alumnos de 2º y 4º de ESO se enmarcaba dentro del programa que para celebrar la efeméride ha organizado el Departamento de Lengua y que incluye también una exposición sobre las figuras de Cervantes, Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega, cuyo contenido- carteles elaborados por los alumnos y libros, además de bibliografía- se expuso durante la mañana en la Biblioteca del Francisco Fatou.
David Franco, autor de cinco títulos en verso y uno en prosa, demostró una gran capacidad para atraerse la atención del público juvenil, insertando la lectura de los textos que fue seleccionando de algunos de sus libros en un diálogo vivo y espontáneo con los alumnos. El autor comenzó leyendo composiciones del libro Aforos completos y otros mínimos aforismos, libro publicado en 2007 por la editorial riojana Ediciones del 4 de agosto. Los textos de este libro pretenden aunar, en palabras del autor, la reflexión y el humor. Son textos en muchos casos cercanos a la greguería que despiertan por igual la sonrisa o invitan a la reflexión a partir del juego de palabras, donde el autor defendió que a veces se desvela un secreto. He aquí una muestra de algunas de estas composiciones breves de carácter humorístico con las que David Franco Monthiel supo captar la atención del público adolescente:
“El Quijote es un producto enlatado/con abre fácil y sin fecha de caducidad/ sinConservates ni colorantes”.
“El hombre macabro, cuando su mujer lo engaña/con otro hombre aún más fúnebre y mortífero, / se convierte en macarrón”.
“Un griego hambriento/ en Navidad exclama: / quiero unos alfajores, unos betajores/ y otros gammajores”.
A continuación, David Franco leyó composiciones de un poemario escrito en un registro bien distinto: Renta básica de olvido, en el que la disección de una pasión amorosa (como “libro de amor y desamor” fue definido por el autor) confiere unidad al conjunto de poemas. El autor, en su lectura comentada al hilo del intercambio de preguntas y respuestas con los alumnos, ilustró las distintas fases de la pasión amorosa en los textos seleccionados, donde los alumnos se pudieron reconocer.
El relato también tuvo sitio en la sesión de lecturas. El autor deleitó dando a conocer piezas de su libro Yuri Gagarin que estás en los cielos editado en el 2011 por la Diputación de Cádiz en la colección Alumbre. De está obra en prosa espigó algunos de sus relatos híperbreves y no tanto, como una ingeniosa fábula protagonizada por una lentejuela.
Por último, los alumnos pudieron satisfacer su curiosidad en un turno de preguntas al autor, en cuyas respuestas éste se refirió a su prehistoria poética como autor y traductor de letras de rock y ensalzó el gusto por lectura más que el estudio como una de las condiciones del oficio de escritor. David Franco resaltó la importancia de la comunicación y el contacto del autor con el público y, en este sentido, para terminar dijo que entendía la escritura poética como una forma de “exponerse a los demás y de compartir”, hasta el punto de que, para él, “un libro no tiene sentido sin actos como este”.
David Franco Monthiel nació en Cádiz en 1976. Es, además de escritor, músico y dibujante. Estudio Magisterio en la rama de Educación Musical. Su obra poética hasta la fecha abarca cinco títulos: Renta básica de olvido (2004), Aforos completos y otros mínimos aforismos (200/), Las cenizas de Salvochea (2008), Apuntes de servidumbre (2009) y Libro de servidumbre (2011). En prosa ha publicado el libro de relatos Yuri Gagarin que estás en los cielos (2011) y prepara una novela, con el Carnaval gaditano como telón de fondo. Asimismo, forma parte del colectivo de expresión y agitación cultural La Palabra itinerante y colabora con publicaciones periódicas en Internet como Rebelión.org e InSurGente.org. También mantiene el blog Cuadernosderesistencia, donde podemos asomarnos a su taller literario y seguir su trayectoria de escritor. De su último publicación, El libro de la servidumbre, un crítico ha dicho de su autor: “escribe sobre este mundo y este tiempo, sobre los estragos del capitalismo y su poder, para compartir miradas y temblores, inquietudes y alertas, cantos de resistencia”.
La lectura de David Franco Monthiel ha sido posible gracias a la colaboración entre el Centro Andaluz de las Letras y la Delegación de Cultura del Ayuntamiento, y forma parte de la programación del Circuito Literario Andaluz de 2013.