La nueva teoría no puede responder a los supuestos de la Modernidad capitalista y colonialista de los 500 años. No puede partir de los postulados burgueses, pero tampoco de los del socialismo real (con su imposible planificación perfecta, con el círculo cuadrado del centralismo democrático, con la irresponsabilidad ecológica, con la burocratización de sus cuadros, con el dogmatismo vanguardista de su teoría y estrategia, etc.).
Lo que viene es una nueva civilización transmodena, y por ello transcapitalista, más allá del liberalismo y del socialismo real, donde el poder era un tipo de ejercicio de la dominación, y donde la política se redujo a una administración burocrática.
La izquierda (aquel lugar ocupadopor grupos progresistas en una de las asambleas de la Revolución francesa) exige una completa renovación ética, teórica y práctica. La izquierda gobernó desde los Comités centrales o como oposición. Pasar a la responsabilidad democrático-política de ejercer un poder obediencial no es tarea fácil; es intrínsecamente participativa; sin vanguardismos; habiendo aprendido del pueblo el respeto por su cultura milenaria, por sus narrativas míticas dentro de la cual ha desarrollado su propio pensamiento crítico, sus instituciones que deben integrarse a un nuevo proyecto.
El siglo XXI exige gran creatividad. Aún el socialismo, si todavía tiene algún significado, deberá desarrollarse como indica Evo Morales, también como una "revolución cultural" (y no es para nada la de la China de 1966). Es la hora de los pueblos, de los originarios y de los excluidos. La política consiste en tener "cada mañana un oido de discípulo", para los que "mandan manden obedeciendo".
El ejercicio delegado del poder obedencial es una vocación a la que se convoca a la juventud, sin clanes, sin corrientes que persiguen sus intereses corrompidos, y son corrompidos por luchan por intereses de grupos y no del todo(sea el partido, sea el pueblo, sea la patria, sea América Latina, sea la humanidad).
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