03 enero 2006

Dame dos cartas (preludio de un farol)

Mujer que cautivas a mi cuerpo con tu canción de piel encendida, con tu acorde que tañen mis manos cuando te atrapo de esa altura donde te vivo. Mujer que paladea mi nombre después del beso y se enreda en la llamarada de cabello que se esparce por mi cuerpo, mientras escuchas mi entraña como si el torso fuera almohada y quisiera s dormirte en la paz de un instante que desearía eterno. Mujer de polinesia de lunares de su vientre, su rostro entregado a la ingenua desnudez delante de mí como si se dispusieras a vestirse pero demorara la acción entretenida en una sonrisa que se pregunta qué estoy pensando al verla ahí, frente a mí, después del amor y la saliva, después de ser objeto de mi deseo, después de celebrar nuestros cuerpos en la caricia unánime que nos unió.
Cuando aún no te has hecho rostro o pequeño pie, eres presagio, viento que sabemos que vive en otra parte y que algún día secará nuestra piel de charcos invadida. Cuando aún no te has hecho agua que despinte esta página o prodigio que se hace costumbre inverosímil, eres labio que recorro en viaje de carne dormida, cuello de bailarina que se gira para mirar cómo las olas borran sus huellas, pies bruñidos que regresan para volver a pisar la orilla y creer que ésa es la medida del mar entero, el hueco donde la espuma puede descansar de su blancura.
Las noches en que el sueño era otro se esfumaron. Ahora me enredo en otros yo construido por ti que en mitad del latazo diario pronuncian un pronombre que se va llenando: tú. Un pronombre que abre sus cajones, su casa transparente y deja un hueco entre sus letras tan juntas para acogerme. El aire que hiende al decirlo se ruboriza y se aparta como si admirara su forma de pájaro enloquecido, su vuelo cargado de intenso deseo.
Existe esta certeza, esta confianza íntima en tu regreso, porque ya estuviste aquí, en sueños o en la multitud de silencios que acumulo. No podría evocarte con tanta memoria, con tato inventario de luz, con tantos mordiscos si tú no hubieras estado aquí.
Tú me haces real, tanto como ese tiempo en el que nos amamos en otro lugar, fuera, y que se borró de ti y de mi y sólo nos quedan estas esquirlas, estas migajas que encontramos en mitad de un cigarrillo, en un minuto lúcido. Remoto deseo en otro lugar, otra forma de contar el tiempo, de contarte.
Este lapso de tiempo, siglos, años, tan largo, en el que jugué a querer a otras que poseíasn escasos reflejos de ti, solo espejos, como sílabas de un beso que conformarán la enorme palabra de labio mojado que te nombrará. Tú quizá soñaste con una página como esta para entregarte sin pensar, mientras vivías abrazos de prueba, sábanas de trámite.
Tú me haces real, porque tú eres yo, otro yo con cuerpo al que poder soñar sin caer en el abismo indócil, en el saber que no sabe. Un cuerpo para vivirme y vivirnos.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué barbaridad, cuánto acierto!

garcía argüez dijo...

textazo!
y feliz mudanza!

David Monthiel dijo...

grazias grazias a los dos. y también gracias a las maravillosas lectoras de ese texto que anda por ahí imprimio (homenaje canija). Qué manera de leer. )K(
La mundaza va.
señores inwit y mochuelo ya tiene casa en Cádiz para lo que deseen. y usted sr. argüez, of course. la reunión miki fue maravilloza
un abrazo

garcía argüez dijo...

qué pena que no seguiste con nojotro!
la fiesta siguió en nuestra/vuestra casa en chiclana hasta la madrugada terminamos todos enamorados y cieguísimos, aro.
besos